viernes, 25 de octubre de 2013

VACACIONES

El blog se toma unas (creo que merecidas) vacaciones. Muchas gracias a todos por el seguimiento, me ha ayudado y animado mucho durante la larga temporada para seguir pedaleando, viajando y escribiendo. En cualquier caso la opción de comentar cualquiera de las entradas publicadas sigue abierta y yo me mantendré pendiente de autorizar dichas aportaciones.

VOLVEREMOS con nuevas crónicas, NUEVOS PLANES y algunas SORPRESAS... ¡LA PRIMERA SEMANA DE ENERO!. Se que esto puede hacer que perdamos algún seguidor habitual, pero no queda otro remedio. Un abrazo a todos.


viernes, 18 de octubre de 2013

42. BALANCE



“Todos los aficionados al deporte velocípedo conocen ese sentimiento de vivo amor propio que te aguijonea justo cuando, atenazado por una completa lasitud, te sientes incapaz de avanzar, mientras que al de al lado aún parecen quedarle fuerzas para seguir adelante. Entonces, se niega uno a admitir la fatiga y sigues, esperando a que sea tu compañero de carretera el que hable primero”.

Édouard de Perrodil (“¡Bici! ¡Toro!”, 1893)

Llegó la hora de hacer balance, de concluir lo que la “Challenge Retro 2013” ha supuesto. Hacerlo al detalle no tiene sentido, ya que el conjunto de textos escritos hasta ahora ha ido resumiendo la experiencia y ofreciendo cierta luz sobre que lo que la misma ha supuesto para mí. Y aún así se queda corto. Por lo tanto, hay que resumir, sintetizar, casi “telegrafiar”. Para ello abordaré la conclusión desde dos puntos de vista casi antagónicos, aunque complementarios: un “subtotal” cuantitativo y una fugaz mirada cualitativa (subjetiva) de reojo.

Vamos allá con los datos objetivos. No he cuantificado mi kilometraje total en bicicleta, ni falta que me hace a estas alturas de la vida. Paso de cuenta kilómetros, de pulsómetro, de GPS y demás sofisticados aparatos. Aunque disponga de ellos, me conozco y basta. Prefiero sentirme liberado de su presión y además… ¿no era esto una experiencia retro? Pues ni artilugios de control tecnológico, ni barritas energéticas, ni bebidas “inteligentes”. Así ha sido. Insisto no hay datos de los kilómetros de entrenamiento, ocio o “servicio” (movilidad personal sostenible). Supongo que entre 4000 y 7000 km. De lo que si tengo cifras es del kilometraje total acumulado en los eventos: 993 km de ciclismo clásico formal. De los cuales no me ha sobrado ninguno, me han faltado 130 muy concretos y hubiera añadido gustoso unos 250 más que ha resultado imposible incluir. Pese a todo, bonita cifra redondeada: 1000 km de ciclismo deportivo antiguo.

Para ello he tenido que recorrer (estas son cifras aproximadas calculadas con herramientas tecnológicas mediante equivalencias a kilometraje teórico de coche): 14820 km en avión (algunos pocos en tren y muy poquitos en bicicleta) y 4140 en automóvil. Cantidades que suponen haber viajado mucho, lo cual lejos de haber supuesto un placer, se ha convertido en un componente de esfuerzo y sacrificio apreciable, para conseguir experiencias que han merecido la pena, desde luego, pero en mi opinión, estos desplazamientos quizás hayan resultado lo más duro de la experiencia completa.

En total he pedaleado “oficialmente” como ciclista “vintage”, por 8 países diferentes. Por algunos bastante, mientras que por otros muy poco. Se trata de España (en tres eventos), Francia (en otros tres eventos y parte de otro más), Gran Bretaña, Suiza, Austria e Italia (un evento cada una), Alemania y la República Checa (parte de un evento cada una). Así pues podemos hablar de una representación más que nutrida del ciclismo europeo. Si bien en el caso de la perspectiva histórica o clásica del mismo, he echado mucho de menos la inclusión de algún evento belga (que lo hay), y desde luego holandés (que no he encontrado).

Para completar la temporada he utilizado 3 bicicletas diferentes, de las que ya he hablado suficientemente en otras ocasiones: una Razesa restaurada del año 1984, una Alan Superecord original del año 1979 y un Tandem Dawes de 1991. Además he sido responsable de la restauración de otras dos bicicletas que bajo el manejo de otros participantes, tomaron parte en alguno de los eventos incluidos esta temporada: una Special de los años 70 (sin datar con exactitud) y una Super Cil del año 1968 (casi con total seguridad).


Dorsales de bicicleta y uno de maillot.


Dicho todo esto paso a expresar de forma breve aquellos aspectos menos tangibles a los que me he referido antes, al hablar de “mirada cualitativa”. He finalizado la temporada con un sano y rotundo sentimiento de orgullo. De haber completado un proyecto original, laborioso, con empaque, no exento de dificultades y para el que ha hecho falta tesón (desde varios y diferentes puntos de vista), voluntad, tenacidad, capacidad de organización, imaginación y empeño. Pero más que orgullo, mucho más, siento felicidad. Mucha al finalizar, pero mucha más ha sido la que ha estado presente durante casi la completa totalidad de la experiencia. Antes, en su creación, diseño y ansiosa espera; durante, a lo largo del denso calendario; y ahora, gozando de una visión retrospectiva de todo ello. Parte de esta sensación de felicidad y plenitud experimentada, estoy convencido de que proviene de haber acertado al convertir todo el plan en una especie de proyecto vital. Con ello quiero decir que se ha tratado de un enfoque en el que la actividad deportiva, el enriquecimiento cultural, las relaciones sociales añadidas, la necesidad de entrenar para ello, la integración de la afición por restaurar y reparar las bicicletas, las lecturas y tantas y tantas cosas; se han integrado generando un ritmo de vida que añadido al laboral y al familiar, han ocupado casi completamente mi mente y mi cuerpo durante meses, obligándome a estar activo, abierto de mente y sano. En definitiva, me han llenado de lo que antes señalaba: plenitud. Si la experiencia se hubiera limitado a asistir a los eventos sin más, no me habría reportado tanto, y quién sabe si la hubiese completado. En este sentido el blog ha supuesto un revulsivo y una guía eficaz para llevarme por la temporada, además de un entretenimiento enriquecedor y una constante fuente de búsqueda, reflexión y hasta ejercicio de cierta pulsión creativa. Por no hablar de la compañía que me ha reportado el saber que bastantes lectores (algunos de ellos muy fieles) conocidos y anónimos habéis estado ahí. Muchas gracias a todos.

Me niego a cuantificar los nuevos amigos encontrados. Han sido varios, los cuales me han dejado recuerdos seguramente imborrables pese a que a muchos de ellos probablemente no los vuelva a ver. Mientras que de otros estoy seguro de que disfrutaré de su compañía a no mucho tardar. Los paisajes han sido bastante variados,  la mayoría de gran belleza y de “singularidad” propia, y con el valor añadido de haberlos podido disfrutar desde la bicicleta, con ese ritmo y perspectiva que solo nuestra querida máquina sabe proporcionarnos. Diez han sido el total de eventos en los que he participado, lo cual, dadas las características de esta “especialidad” y su reciente irrupción en el desarrollista y tecnológico mundo del deporte moderno, se me antoja que supone ser casi una maestría (Master lo llaman ahora) en esto del ciclismo “vintage”, pues a excepción de la proliferación italiana, he podido vivir de primera mano, casi todo lo celebrado este año en Europa. Ello ha ampliado sobremanera mi “cultura ciclista”, la histórica, a través de los propios eventos y sus participantes, las lecturas añadidas y las búsquedas en la web; y la actual, con la visita de exposiciones o salones coincidentes y la vivencia del ciclismo urbano o turístico por gran parte del territorio visitado. Finalmente he tenido la oportunidad de retomar una importante afición juvenil. Me refiero a esa cultura viajera que te proporciona el visitar territorios ajenos o desconocidos, en soledad o con escasa compañía, con vocación de observador interesado, de relator independiente y de viajero con fines y objetivos que van más allá de un ocio desapasionado y consumista. Me resulta difícil de expresarlo y no quiero dar la impresión de creerme diferente o superior a los demás en este aspecto. Pero me he sentido muy distinto a mí mismo en otros viajes vacacionales. En esta ocasión viajaba para cumplir una tarea concreta, que en la mayoría de las ocasiones requería formar parte de una actividad local y con el firme propósito de aprovechar mis estancias para enriquecer el relato de todo ello. Seguro que no me he explicado bien. Es lo mismo, “cosas mías”.

A lo largo de todo este “proyecto vital” sólo he encontrado dos pegas dignas de mención. Una de carácter cívico y otra más personal y emocional. La primera ha sido la confirmación de lo desagradable y deshumanizado que me resulta todo el proceso de viajar en avión. En ello incluyo especialmente todos los requisitos de embarque y el trato que recibimos durante los mismos. Los vuelos por lo general no han sido largos y eso ha hecho más llevadero el incómodo y excesivamente ajustado espacio que asignan muchas compañías aéreas por cada pasajero, así como el constante trajín de carritos, promociones de ventas y sorteos a lo largo de todo el viaje por parte de muchas tripulaciones. Afortunadamente la lectura o el sueño me han permitido siempre evadirme de todos esos inconvenientes y de algunos pasajeros (pocos aunque parecen irse multiplicando poco a poco) de comportamiento algo vulgar y escandaloso. Pero lo peor, con diferencia, son los embarques. Sean cómo sean las conexiones con los aeropuertos (metro, tren, autobús, coche de alquiler…) siempre me ha tocado cargar bastante con la bolsa de la bicicleta, pese a que dichos accesos no son siempre baratos. Una vez allí, todo está siempre montado para que hagamos sucesivas colas para diversos menesteres que no forman parte de nuestro trabajo, sino del de los que allí se supone que tienen que dar servicio. Colas para facturar, colas para colocar la bicicleta en una cinta especial, colas para el control de seguridad y colas para embarcar en el avión. Y por supuesto, en la mayoría de las ocasiones, esperando de pié. Da la impresión de que algo sacan de hacerle las cosas incómodas a la gente, y parece que moleste que podemos descansar cómodamente. Aunque la mayoría de las personas que atienden allí al público son amables, de vez en cuando aparecen algunas que te meten prisa, se explican mal o escudriñan a ver si son capaces de provocarte dificultades con el equipaje, el billete, un centímetro extra de equipaje de mano, etc. Me choca que decenas de compañías aéreas no sean capaces de estandarizar sus medidas de equipaje de mano, pero exijan a millones de personas que estandaricemos nuestros procedimientos y comportamientos como viajeros. Lo que peor llevo son las largas esperas de pié, las filas y que te metan prisa de repente para algunas cosas, mientras que ellos no se la dan para que puedas empezar a facturar o a embarcar con cierta antelación. Pero hay otra cosa más que como ciudadano me llama poderosamente la atención: ¿por qué tanto estúpido control de seguridad en los aeropuertos españoles si el mayor atentado de nuestra historia lo sufrimos en ferrocarriles? Parece ser que o bien no tenemos nada que decir en lo que a acuerdos internacionales se refiere, o bien la aviación civil se sigue dando aires de superioridad con respecto al resto de los medios de transporte.

Demasiado texto para algo que carece de importancia y sentido dentro de mi temporada ciclista, lo siento. La otra sombra que ha velado (mínimamente) el conjunto de la temporada es que he sentido que algunas personas me han fallado. No en el sentido de faltar a mi amistad, confianza, respeto, o cualquier otra cualidad en ellos siempre encontrada (todos tenemos compromisos, obligaciones y circunstancias vitales que nos dificultan ciertos placeres o entretenimientos); sino simplemente que creo que debieran haber estado en algunos eventos. Más por la idoneidad de los mismos a su forma de ser y de disfrutar, que por hacerme compañía, que realmente no la he necesitado. Quiero decir que me hubiera gustado haber visto a algunos amigos y familiares, a los que sé que les hubiera encantado especialmente toda esta historia, disfrutar con la participación en un puñado (aún pequeño) de eventos. En fin, que pregunten a quienes si vinieron en alguna ocasión, a ver si mereció la pena. Y que tomen nota para próximos proyectos. Cuánto hubiera dado por pedalear en las condiciones en las que lo he hecho aquí con F, B, M, T, P y alguno más.



Recientemente he estado leyendo un libro en el que un gran especialista alemán de arte moderno recreaba en forma de ensayo irónico, mes a mes, la vida de muchos artistas, pensadores, científicos, políticos, etc. de las esferas alemana, austriaca y parisina (preferentemente), a lo largo de los doce meses del año 1913. Se trataba de un libro aniversario de hace 100 años. Me llamó la atención por la coincidencia con que la propia “Cahallenge” hubiera nacido también con intención de aniversario, inicialmente de mis 50 años, pero después incorporando además algún que otro centenario como el del Tour de Francia por ejemplo. Pues gracias a ese libro he descubierto a un artista que mi falta de cultura, o una educación académica muy dirigida para algunos temas, mantenía en el anonimato. Se trata de Marcel Duchamp, quien por aquel entonces daba un giro radical a su prometedora carrera como pintor y creaba el quizás primer “ready-made” de la historia del arte, colocando una rueda de bicicleta, sujetada mediante una horquilla, a un taburete. Marcel fue artista, ajedrecista y un ser de lo más peculiar, que si a los 26 años de edad, ya había sorprendido a los círculos artísticos con sus pinturas cubistas “en movimiento” y fue capaz de revolucionar las propuestas con su “rueda”, no debería extrañarnos que fuera una de las influencias primigenias del arte pop. No es que yo sea un devoto precisamente de este último tipo de arte, pero la innovación, cuando de verdad lo es, hay que reconocerla… una época mentalmente convulsa debieron haber sido aquellos inicios del siglo XX. El caso es que el Tour de Francia (la más grande carrera ciclista de todos los tiempos) y la polémica rueda de Duchamps vinieron al mundo el mismo año.


"La partida de ajedrez" (estilo fauvista) que le dió gran presitigio inicial
"Retrato de  jugadores de ajedrez" (cubista)
"Desnudo bajando una escalera" (influenciado por la fotrogafía estroboscópica)

"Rueda de bicicleta sobre un taburete"


Pero volvamos a mi balance. Para finalizarlo voy a responder a tres preguntas recurrentes que son las que en las últimas semanas más me han hecho las personas que de algún modo u otro seguían más de cerca mis andanzas.

Primera pregunta: ¿de todos los eventos en los que has participado, cuál es el mejor? Como puede fácilmente imaginarse no hay respuesta cerrada posible, ya que no hay ninguno mejor que los demás en todos los aspectos que pudiéramos considerar, aunque sí que puedo mencionar atributos destacables de unos u otros.

Pese a lo que todos pudiéramos pensar a priori, el evento de mayor dimensión, montaje de organización, actividades complementarias, asistencia de participantes y vistosidad general (también el que mayor esmero en la caracterización demuestran los participantes) no es l’Eroica, sino la Anjou Velo Vintage, que en mi opinión se erigen en el evento de mayor envergadura, combinando además con acierto las perspectivas deportiva y cívica del ciclismo antiguo. No quiere ello decir que sea la más recomendable, pero lo es, y mucho para quien desee sumergirse en este mundo de un golpe, en un plan muy festivo y en una comarca muy vistosa. Pero eso sí, llevándose a su grupo de amistades consigo, ya que de otra forma, la cita, por multitudinaria, resulta muy impersonal si acudes sólo.
Por el contrario, si lo que se anda buscando es algo recogido, en donde en poco tiempo puedas conocer a casi todos los participantes y entablar fácil relación con los demás, en un ambiente de camaradería y colaboración, en ese caso La Histórica y La Patrimoine se andan muy a la par y ambas resultan cercanas y entrañables. Esto puede que no sea de gran importancia para muchas personas, pero para mí, las convierte en citas especialmente gratificantes.

La Pedals de Clip tiene una organización impecable, tal y como ocurre con l’Historique de Marmande. La primera con bastante más afluencia, mientras que la segunda se hace coincidir con una feria rural atractiva. Por otro lado la Pendle Witches (bien organizada) y el Tour de Trois (genuino espíritu “indy”) representan el extremo menos retro de toda la temporada, de hecho ambas admiten bicicletas contemporáneas (aunque la mayoría de la gente hace caso omiso de tal posibilidad). Pese a que pueda parecer que no ofrecen gran cosa desde el punto de vista de la especificidad que buscamos (citas retro), se ubican en dos destinos francamente interesantes que en ambos casos enriquecen muchísimo el viaje.

La Montañesa ni cuenta. Mi quedada salió bien, pero fue simbólica en cuanto a participación. Pese a ello, quizás acabe generando tendencia, ya que se barrunta por ahí que tenemos que hacer más quedadas sostenibles entre los que nos vamos conociendo, sin que ello suponga meterse en un gran lío organizativo para el animado convocante. En cuanto a l’Eroica, ya lo comenté recientemente, se trata del mito. Es una excelente cita. Aunque no es la mejor en nada (el trayecto de 205 km puede que sea el más interesante quizá), está entre las mejores en bastantes cosas. En cualquier caso, su mayor valor reside en haber sido la pionera, en su espectacular crecimiento y en el que hoy en día la gente responde exageradamente al efecto “yo estuve allí”, por el que todos deseamos formar parte de una experiencia masiva única, en el escenario de referencia, en el momento álgido. No la quiero quitar mérito ni mucho menos. Volveré si puedo. Pero no quiero permitir que ensombrezca con su merecida fama, la excelencia de otras reuniones.

Y precisamente hablando de excelencia, la cita que quizá más me haya llenado este año, por todo lo allí vivido, el viaje, los traslados, la acogida, la organización, la generosidad organizativa, el recorrido, su dureza y variedad, y el tamaño en cuanto a participación… ha sido la In Velo Veritas, de cuyos recuerdos, afortunadamente no consigo desprenderme. Lo tiene todo excepto el impacto de las multitudes. Y por si fuera poco, para los más “machacas” sus recorridos, además de mudarse completamente de zona para la próxima edición (siempre cerca de Viena), se alargan bastante en cada tamaño, y para el más largo anuncian ¡nada más y nada menos que 240 km!

Segunda pregunta: ¿Estás saturado de bici? Pues llegué a pensarlo hace poco, las dos semanas previas al viaje a la Toscana. Pero tal y como reflexioné por aquel entonces, lo que me tenía un poco saturado no era la bicicleta, sino la obligación de entrenar para mantenerme y el tener que hacerlo por recorridos habituales. Saturado nada de nada. Me noto con ganas de hacer muchos recorridos que me apetecen, con sus puertos o sus paisajes, sólo que son recorridos algo alejados de casa, por los que hace mucho que no voy, o completamente nuevos. También me apetece reunirme con otros aficionados con los que he coincidido para pedalear juntos con cualquier disculpa a lomos de nuestros “hierros”. Tengo ganas de bici, muchas aún. No me he quemado en absoluto, de hecho va a ser muy difícil seleccionar a qué eventos poder ir el año próximo, ya que la “Challenge Retro”, como tal, no se va a repetir.

Tercera pregunta: ¿Y el año que viene qué? Pues como acabo de mencionar, no voy a repetir la “Challenge Retro”. Al menos no con el formato pasado, tanto viaje y todo ciclismo. Ni mucho menos voy a renegar del ciclismo “vintage”, porque he descubierto que es la modalidad pública (asistencia a eventos organizados) que más me gusta (dejo las alforjas, la BTT y la carretera para el disfrute privado). Lo que pasa es que por un lado limitaré bastante las marchas a las que asista (y la cercanía, facilidad y disponibilidad tendrá mucho que ver en la selección), intentaré acudir a un par de ellas que me quedaron pendientes por coincidencias, y en alguna que otra puede que cambie el rol “deportista” por el de “ciclista civil”, si ello viene acompañado de un plan de disfrute familiar o colectivo. En cualquier caso tengo una idea bastante germinada respecto a mis planes, así que es muy probable que el blog, y de alguna forma el concepto “Challenge” sigan vivos. Pero aún me parece muy prematuro desvelarlo. Quien pueda estar interesado deberá estar atento, tal y como dejaré advertido la semana próxima.