viernes, 22 de febrero de 2013

8. "AMATEURISMO"

“La ejemplaridad es, por definición, una ‘virtus generalis’ que abraza todas las facetas de la existencia de una persona – profesional, social, familiar – así como todas las etapas de su ciclo vital. No llamaremos ejemplar a alguien salvo si ha encontrado, en alguna proporción, un estilo de vida – un ‘ethos’ – que en las diferentes partes de su biografía haya triunfado, con mayor o menos intensidad, sobre la vulgaridad de origen. Aquí no valen artificiosas parcelaciones”.
 
Javier Gomá (“Ejemplaridad Pública”)
 
Vengo barruntando hace tiempo que el concepto original de deporte (y sobre todo de deportista) que heredamos de la cultura anglosajona, murió en nuestro país hace tiempo. Algo que personalmente lo considero como una auténtica desgracia. Me refiero a que a lo largo de las últimas décadas del pasado Siglo XX y las primeras del actual XXI, varias tendencias sociales en relación con el deporte parecen haber cristalizado:
·         La desaparición del concepto de sportman.
·         La pérdida de valor y casi erradicación del fairplay.
·         La invasión del profesionalismo y desorientación de lo amateur.
·         La aplastante victoria del consumo deportivo (TV, grandes eventos, “objetología”, resultados y revistas o “youtubes”) sobre la propia práctica.
·         Y la paulatina desaparición del espíritu aventurero.
No sé si esta entrada va a resultar demasiado extensa, trataré de ir al grano aún a riesgo de debilitar mis argumentos.
Un sportman, bajo la acepción conceptual británica, heredada de Thomas Arnold, no se limitaba a referirse exclusivamente a alguien que practicaba deporte. Suponía mucho más. Definía a alguien que practicaba deporte y ¡por lo tanto! Era honrado, llevaba una vida sana, ejemplar, honesta en la práctica deportiva y solía caracterizarse por mostrar una actitud dinámica, activa, emprendedora y con iniciativa a la hora de conducir su vida. Un repaso variado por las biografías de muchos de los deportistas de la época muestra como era corriente encontrar que aquellos, sin necesidad de renunciar a cierta especialización en alguna modalidad, solían practicar disciplinas muy diversas y embarcarse en proyectos deportivos muy diferentes, buscando superar retos personales o de equipo. Ser deportista era una concepción vital libremente elegida, la cual daba pistas además, al resto de la sociedad, sobre el tipo de persona con la que se estaba tratando. En la actualidad, nadie sostiene ese tipo de creencia o percepción cultural. Ahora mismo, un deportista es alguien que practica deporte, o alguien que compite en algún deporte, o incluso, para muchos… alguien a quien mediáticamente se le puede reconocer suficiente éxito de resultados deportivos como para adjudicarle el calificativo de deportista. Vamos, que nos han ido usurpando un atributo sin preguntarnos. Aún recuerdo algunas personas (muy pocas, y ya desaparecidas la mayoría) para las que el hecho de considerarte como un deportista, suponía un adelanto confiado de un buen juicio de valor hacia ti. Lo mejor de todo es que no era gratuito, ya que si de verdad eras deportista (al estilo de antes), ya estabas “condenado” de antemano, a no defraudarlos después.
Los que me conocen bien, lamento repetirme tanto, me han escuchado decir en muchas ocasiones (públicamente y dentro de ámbitos formativos) que la sociedad occidental ha sucumbido tanto ante la importancia del resultado deportivo competitivo, que muchas conductas que objetivamente son trampas, la opinión pública generalizada las ha asumido casi como gestos técnicos a reconocer y premiar. El ejemplo más flagrante y demostrativo puede ser el hecho de simular un penalti en fútbol, y últimamente teatralizar incluso que se ha sido víctima de una agresión extradeportiva inexistente. Luego nos quejamos de la cantidad de denuncias falsas que en demasiadas ocasiones invaden los juzgados civiles y penales con la única intención de obtener algún beneficio o complicarle la vida a alguien por simple y puro odio. De lo que trato de hablar es de que el concepto de fairplay (algo que va mucho más allá del juego limpio, y que incluye una vez más tintes de elegancia social, de ejemplaridad pública, de conciencia social, de empatía y de muchas cosas más) parece en vías de extinción. Ejemplos de su ausencia en el deporte que denominamos de élite, profesional o de alto nivel, los hay a montones, seguro que todos recordáis sin esfuerzo alguna escena concreta. El problema es que el efecto multiplicador de tales comportamientos y tendencias de proceder sobre el resto de la sociedad, es tan fuerte y nos pilla con la guardia tan baja, que los hace instalarse y extenderse por las canchas infantiles, los partidos de pádel entre madres supuestamente correctísimas, los solares que albergan carreras ilegales de coches tuneados y hasta los campos de golf más selectos… una pena, una lamentable y ruin desgracia colectiva.
Los medios de comunicación de masas se han convertido actualmente en dos grandes motores (poderes) de la humanidad, a saber, uno económico y otro de influencia en la creación, y manipulación de la opinión pública. Lo que podría llevar folios ¡libros enteros! Explicar, voy a resumirlo brutalmente en pocas líneas. El deporte, por la “bajada de guardia” que supone recibir noticias e información sobre él (al tratarse de algo inicialmente lúdico), así como por el carácter épico y legendario de las historias que genera, se ha convertido a lo largo de todo el siglo pasado, en un yacimiento de riqueza inigualable para los medios de comunicación, los cuales, tal y como ha ocurrido con el mundo editorial y sus best-sellers, han comprendido pronto que establecer un star-system, aumenta enormemente los beneficios atendiendo a cuántos menos y más famosos “héroes públicos” mejor. Tales héroes, tras ser barnizados de propiedades abstractas y valores supuestos (lo nacional, lo destacado, lo popular, lo mágico… lo que sea) sustituyen como abanderados de la población a los ídolos de las leyendas de la antigüedad e incluso a los referentes monárquicos, religiosos o políticos de otras épocas. Aún así, con todo esto no me meto. Sinceramente me importa un pimiento. Para mí cada campeón tiene en sí mismo, como persona, el valor que tiene, pero por eso mismo creo que no me uno a las filas de todas las multitudes que adoran a jóvenes musculosos y espectacularmente habilidosos y especializados en su deporte, y en todo lo que aquellos hacen aunque sea ajeno al deporte. Por poner un ejemplo: ¿cómo ha de interpretarse el hecho de que un deportista de élite y de fama mundial que se utiliza (con su acuerdo o sin él) como modelo a seguir por la juventud y la infancia, incluya entre sus actividades lucrativas extradeportivas protagonizar campañas publicitarias sobre el juego de azar (el póker para ser más concretos)? No lo critico a él, critico el actual culto al éxito, critico que por el hecho de triunfar a nivel de resultados, la opinión pública dote al deporte profesional de atributos que no tienen nada que ver, de valores que no tienen porqué darse realmente. Precisamente por ello, y por muchas otras cosas más, cada día que pasa valoro mucho más el deporte amateur (el que practicamos todos los que no somos profesionales de ello) que el profesional; el verdaderamente aficionado (ocioso aunque pueda ser “cañero”) frente al que se practica como medio de promoción personal; y en este último incluyo a la indeseable y habitual costumbre de querer que los demás le paguen a uno (o le costeen) su práctica competitiva personal (aunque sea bueno o regular). Si te gusta tal deporte practícalo, si se te da bien mejor para ti ¡disfrútalo! pero no pretendas que el resto de la comunidad te pague los gastos, al final, el que se va de viaje, se luce, juega, compite y demás eres tú. Tal ha sido la afición de los últimos y sucesivos gobiernos nacionales a la propaganda deportiva institucional (desde antes del 88 hasta ahora), que la mayor parte de la población actualmente interpreta que tiene derecho a practicar, no sólo sin coste (lo cual es cierto para según qué modalidades) sino incluso subvencionado, patrocinado o hasta asalariado. Pues me niego, creo que deberíamos tener educación, sanidad y algún otro servicio o bien comunal gratuitos, pero práctica de competición no, eso me resulta secundario.
Para bien o para mal (cada uno que lo juzgue como quiera) vivimos en la sociedad del consumo. El deporte no se ha podido librar de ello, y tal y como ocurre con todos los ámbitos que se rigen por el consumo (por la economía), acaba desnaturalizándose (perdiendo su esencia fundacional, ideológica, humanística…) y transformándose en algo a veces esperpéntico o completamente diferente a lo que era inicialmente. ¿Cómo se manifiesta la lógica del consumo en el deporte de nuestros días? Me permito algunos detalles característicos:
1.       Generando un amplio abanico de bienes (o servicios) de consumo, que siendo necesarios o no, traten de hacerse deseados o imprescindibles para cuanta más gente (consumidores) mejor. Más consumidores supone mayor facturación (directa e indirecta). Ejemplos de esos bienes o servicios que hoy proliferan en el deporte son: la TV (retransmisiones, noticiarios, concursos, cotilleos, reportajes… deportivos), grandes eventos (incremento exponencial de eventos, de aforos, de turismo deportivo a eventos, de precios…), “objetología” (material deportivo cada vez más sofisticado, obsolescente, vinculado a la moda, moda propiamente dicha…), resultados (me refiero a la acusada tendencia actual por la que ya casi hemos pasado a consumir directamente resultados deportivos: de fútbol, motos, fórmula 1, Juegos Olímpicos, etc. En vez de atender y disfrutar de ver los eventos en sí mismos un periodo de tiempo razonablemente amplio), y revistas o “youtubes” (fuentes de información, imágenes y demás).
2.       De la existencia y crecimiento de todo lo anterior, surge otra consecuencia completamente razonable desde el punto de vista de la lógica del consumo, pero irracional para la óptica del deporte en esencia: la aplastante victoria del consumo deportivo sobre la propia práctica, o lo que es lo mismo: que cada vez se consuman más bienes o servicios de consumo relacionados con el deporte, pero se reduzca la práctica real del mismo. En este sentido me declaro muy practicante y relativamente poco consumidor (un clásico… je, je, je… “todo encaja”).
Voy acabando (siento tanta extensión hoy). En algunos aspectos se está perdiendo el espíritu aventurero del deporte original. Hace muchos años debatiendo con familiares ya dije que en muchos casos estábamos poniendo puertas al campo. Hablábamos sobre las estaciones de esquí y las normativas de seguridad, las en ocasiones obsesivas regulaciones, etc. Me decían que había que evitar riesgos, algo con lo que estoy completamente de acuerdo. Sin embargo yo resaltaba que una cosa es prevenir y otra convertir un paraje natural, agreste y extremo (la montaña en invierno a más de 2000m de altura) en una atracción al estilo de un parque temático. Pretender eso es un error que tarde o temprano la montaña se cobra (y con razón). Allí, por muy bien organizado que esté todo, es necesario cierto grado de “seguridad activa”. El tiempo me da la razón, hace unos pocos días un vendaval imprevisto y salvaje surgió de repente en Panticosa imposibilitando a la gente el regresar a la base. Afortunadamente no pasó nada porque pudieron refugiarlos a todos en los inmuebles superiores, pero ¡faltaría más! Ya apareció por televisión una esquiadora amenazando por pedir compensaciones (económicas supongo, como buena consumidora) por las molestias… no sé si dirigidas a la estación, al viento, a la previsión meteorológica o al maestro armero.
Total que ante la paulatina desaparición del concepto de sportmen, fair-play, espíritu de aventura, areté griego, amateurismo y demás principios o valores del deporte que fui asumiendo a lo largo de mi vida, quizá sea del todo razonable que de vez en cuando me dé un respiro, coja aire y me sumerja a bucear en la práctica deportiva clásica o retro.

viernes, 15 de febrero de 2013

7. “REGLAMENTO” DE LA CHALLENGE RETRO 2013

“Lo más notable de los sueños del hombre es que todos se tornan realidad. Siempre ha sido así, aunque nadie lo admita. Y una peculiaridad del comportamiento del hombre es que no se encuentra sorprendido en lo más mínimo cuando sus sueños se cumplen; parece como si nunca hubiera esperado otra cosa. La meta que debe alcanzarse y la decisión de llegar a ella son hermanas y dormitan ambas en el mismo corazón”.

H. Laxness (“Gente Independiente”).
 
Lo de “reglamento” es un decir, ya que no estamos ante ninguna competición, o prueba organizada. Insisto en que se trata de una cita informal de amigos y simpatizantes, no acogida a ninguna entidad, y a la que cada cual puede acudir libremente y sin compromisos ni por su parte, ni por la mía, que soy a quien se le ha ocurrido este tipo de celebración. Con ello quiero decir que cada cual se organiza su programa de asistencias, sus viajes, sus estancias y su seguro (si creyera necesario hacerse uno). También adelanto que no habrá lugar para reclamaciones de ninguna índole ya que no estamos ante ningún evento, sino que estamos quedando para vernos en otros eventos (o en una excursión por Cantabria). Difícilmente podrían hacerse además, ya que no existe comité organizador alguno, ni árbitros ni nada. Estamos ante un puro ejercicio deportivo en el que aquellos sportmen (o sportwomen) de los de antaño, nos reunimos para disfrutar juntos de una actividad deportiva saludable y que en algunos casos pueda incluso suponer un reto importante para nosotros mismos.
 
Dicho esto, aclarada la dimensión y ubicación del juego, paso a especificar las reglas del mismo, las normas a las que este pacto entre caballeros nos somete, que son muy sencillas, y que pese a no conducir a trofeo o premio alguno, nos pueden ayudar a dirigir nuestro modo de actuar, comportarnos y finalmente valorarnos en cuanto al logro conseguido por cada cual:

 
1.    Se trata de una propuesta no competitiva, sin vencedores ni vencidos.

 
2.   La relación entre los que se consideren así mismo como participantes deberá ser de colaboración y ayuda desinteresada.

 
3.      En aquellos eventos organizados por alguna entidad (prácticamente todos) nos comprometemos a cumplir con el reglamento de las respectivas organizaciones.

 
4.      El calendario de eventos que componen la Challenge Retro es flexible y abierto, pudiéndose configurar individualmente, respetando las siguientes opciones:

 
a.      Se consideran incluidos en la Challenge todos los eventos que figuran en el calendario expuesto en el blog, así como la excursión del “Paso de la Vaca Tudanca” y hasta tres pruebas (además de l’Eroica) de libre elección del amplio calendario italiano .
b.     Cada cual podrá elegir en cuántos y qué eventos participar y acumulará puntos (sin límite) por ello, independientemente del tiempo que emplee en completar el recorrido. De igual forma, en aquellos eventos en los que existen diferentes opciones de recorrido, cada cual optará por el que más le convenga o apetezca y sumará puntos en función de la distancia del mismo.
c.     Al tratarse l’Eroica de la prueba más emblemática y famosa de todas, y quedar limitada la inscripción por un sorteo, he decidido dar igualmente por válida la opción de cubrir su recorrido oficial en fechas diferentes (tal y como la propia organización explica que se puede hacer), por si algunos (con verdadera intención de ir) nos quedáramos fuera.

 
5.    Para ser incluido en la tabla de recuento de puntuaciones cada participante debe expresar su voluntad de ello personalmente comunicándolo al email: jose.delmer@gmail.com

 
6.     La tabla de recuento se ordena por orden de puntuación conseguida por cada participante. Los puntos proceden de la acumulación de los mismos mediante la participación en los eventos señalados. Se generan puntos de dos maneras integradas que se suman al tomar parte en cada evento:

 
a.    Puntos pedaleando: se consiguen cuando se completa alguno de los recorridos marcados por la organización del correspondiente evento. El total de puntos será igual a los kilómetros especificados por el recorrido, divididos entre 10. Por ejemplo: 71km = 7,1 ptos. (Recuerdo que para sumarlos hay que acabar el recorrido). Estos puntos tratan de premiar tanto el esfuerzo personal del ciclista, como la salud mecánica de su bicicleta.
b.     Puntos por viajar: se consiguen cuando alguien se desplaza a algún evento y participa en él (toma la salida), independientemente de que después logre finalizar o no. La puntuación se obtiene de calcular el kilometraje de distancia por carretera (http://www.viamichelin.es) entre el lugar de residencia del ciclista y la localidad del evento, y dividirlo entre 100. Por ejemplo: Santander – Abejar (295 km) = 2,9 ptos. Estos puntos tratan de premiar la actitud y esfuerzo participativo de cada ciclista, que le hacen capaz de sacrificarse y desplazarse a otros lugares para disfrutar y animar el ciclismo clásico.

 
7.      Las bicicletas aceptadas son aquellas que igualmente lo son en cada evento (antiguas en general: de corredor, de servicio, paseo… ¡No MTB!). Incluimos además para nuestro recuento la posibilidad de participar con bicicletas de corredor o cicloturismo, que si bien puedan ser posteriores a 1987, su estética y componentes hayan sido remodelados según las especificaciones clásicas habituales: cableado de frenos exterior, pedales con calapiés y palancas de cambio en el tubo diagonal del cuadro…).

 
8.      A lo largo de la Challenge, cada participante puede utilizar tantas bicicletas diferentes como desee. Destacamos esto porque somos conscientes de que puede haber ciclistas que deseen dar rienda suelta a su vocación coleccionista.

 
9.     Todos aquellos que quieran figurar en el recuento de puntos, serán incluidos en el mismo a partir de su primera asistencia a alguno de los eventos, y en él figurarán independientemente de que con posterioridad vayan acumulando más puntos o no. Lógicamente los puntos se irán actualizando con la celebración de cada nuevo evento.

Si alguien asistiera a algún evento en el que no tomara parte el responsable del recuento (yo mismo), deberá comunicarme por email los puntos conseguidos en cada apartado, así como toda aquella información que considerara relevante (o digna de compartir).

viernes, 8 de febrero de 2013

6. EL CALENDARIO, LUCES Y SOMBRAS, CALDOS DE CALIDAD


“El antiguo Mediterráneo clásico tuvo sus mitos geográficos y sus epopeyas viajeras. Ahora creo que falta en la nueva Europa una conciencia de nuestra identidad, una literatura que transcienda las viejas fronteras nacionales. Tengo la impresión de que los jóvenes se mueven de un lado para otro, en busca de trabajo o becados por las universidades, sin asumir su condición de europeos ni profundizar en la conciencia global de nuestra historia.
Hay demasiadas colas en las autopistas y en los aeropuertos y poca gente que camine a pié. Y habría que recordar que andando fue como Homero encontró, probablemente, el ritmo de sus versos. Porque andar permite calcular, a la vez, el tiempo y la distancia”
 
M. Wiesenthal (“El esnobismo de las golondrinas”)
 
El calendario propuesto se ha ido ampliando desde que lancé el reto inicial hasta ahora. El motivo es que desde que lo diseñé originalmente hasta el momento actual, unas cosas han ido llevando a otras y a través de la navegación internauta, he ido dando con enlaces que me han llevado a otros enlaces, y así sucesivamente hasta confeccionar un mapa de eventos bastante europeo. Una mirada rápida al mismo nos lleva claramente a Italia, cuna de este tipo de ciclismo (el clásico o retro) donde han proliferado las concentraciones y se ha llegado a constituir una especie de Challenge llamada Giro de Italia de Época, además complementada por varias citas fuera de la misma. En Francia encontramos tres eventos, en España ya cuatro (por los que empecé todo este lío), finalmente tres más centroeuropeos: Bélgica, Austria y Suiza; e incluso recientemente he descubierto otro más en Inglaterra.
Abarcar todo resulta inviable para cualquier persona que no esté jubilada, liberada u ociosa, y que no tenga además mucha disponibilidad personal y bastante económica para afrontar tantos viajes, muchos de ellos largos. Por lo tanto hay que elegir. Lo que pretendo hacer hoy es un ejercicio de toma de decisión en voz alta. Una valoración personal previa que dirija mi plan de acción para la “temporada”. En principio pensaba ir a “todo”, pero como se verá, encontré algunas pegas de calendario. Después ya lo reduje a “casi todo”, pero entonces me llegó el calendario italiano, y ahora estoy en una situación de ir a “casi todo a excepción de las pruebas italianas”, que realmente me quedan muy alejadas, no demasiado bien “fechadas” y con combinaciones de vuelos poco asumibles. Confío en no tener que volver a revisar mis intenciones a la baja. Vamos pues al asunto.
Comienzo por analizar el calendario nacional. Inicialmente se presenta muy bien, primaveral y bastante compactado, en una franja de fechas poco extensa. Además con todos los eventos localizados en el cuadrante nordeste de la Península, asumible para viajar en el coche y pasar una sola noche fuera de casa (aunque ya veré que hago al respecto). Sin embargo el calendario me ha hecho algunas jugarretas: la Pedals de Clip es buena fecha, pero he de confesar que coincide con un evento deportivo no ciclista que pensaba intentar este año y del que tendré que prescindir (un mal menor, iré al Penedés a pedalear entre sus viñedos); la Histórica se retrasa y ¡zas! Con tan mala suerte que coincide con la Veloretro belga (un terrible dilema, ya que la soriana tiene fama de ser la reunión más atractiva del calendario nacional, mientras que participar en una etapa larga y ya clásica, por las tierras de Eddy Mercks, se me antoja emocionante, y la opción de vuelo parece fácil), casi con seguridad este año me tocará Soria (pero me sigue doliendo la coincidencia); la fecha de la Monreal es provisional en este momento, aunque casi segura extraoficialmente, y mira tú por dónde me la han ido a plantar al día siguiente de la boda de un sobrino en Levante (esto implicará madrugón, sueño y seguramente alguna discusión familiar, pero lucharé contra viento y marea para acudir… ¡a las dos celebraciones!); para terminar nos queda el GPCC que aún no tiene fecha y tan sólo espero que no la hagan coincidir con algún evento foráneo (se trata de la única prueba clásica en la que he participado anteriormente). Del paso de la Vaca Tudanca no hablo, porque no es un evento oficial, porque está en mitad de agosto para evitar coincidencias, porque se celebra en puertas de mi casa y porque al ser cosa mía, lo podría mover de fecha. Nota de cata [Cavas y tintos del Penedés; Rioja (no muy lejos); Somontano; Vinos de la Tierra Costa Cantabria (blancos); Ribera de Duero].
 
Repasemos ahora nuestro calendario francés, que inicialmente pinta muy bien y que me motiva enormemente porque adoro viajar por las carreteras secundarias de ese país que tan bien conozco. La convocatoria de Anjou queda perfecta ¡además este año con dos jornadas! Y factible en coche en plan de fin de semana (me he inscrito hace días, sin dudarlo). Sobre la prueba de Marmade aún no hay más datos que la fecha, pero es compatible por ser en agosto y se ubica a unas 4 horas en coche, en una zona que he visitado varias veces y me encanta (allí estaré… ¡más viñedos!). Y para terminar (y calentar para la Eroica) tenemos la Patrimonie a mediados de septiembre, cerquita de París, con vuelo fácil y directo desde Santander (excelente disculpa para fin de semana de cara a empezar el curso con ganas). Así pues el calendario francés parece que quedará completado. Nota de cata [Val de Loire (Anjou-Saumur); Bourdeaux; Champagne (no muy lejos)].
 
Por ahí en medio (de fechas y de nacionalidades) apareció la Veloveritas. En Austria nada menos. Pero curiosa coincidencia, muy cerquita de Viena. La propuesta es muy apetecible por la zona, el paisaje y la longitud de la ruta. Además en Viena tengo yo asuntos pendientes. Lo que me da pereza es no disponer de vuelos directos (transbordos con la bici a cuestas…), pero creo que me lanzaré y voy a intentar plantarme allí ¡un año es un año! Seguro que después no me arrepiento. Recientemente he descubierto además otra ruta en Suiza. En realidad empieza y finaliza en una localidad francesa fronteriza, para discurrir por Suiza y Alemania. Pero la página informativa parece estar en alemán y ser suizos sus organizadores. Se hace llamar Tour de Trois y aunque a priori la tengo descartada, siendo el último fin de semana de junio, lo mismo me lío la manta a la cabeza y conduzco con alguien hasta allí para pedalear con los compatriotas de Alex Zulle y Ullrich. Nota de cata [Rhine Riesling; Alsacia].
 
Y así, país por país nos plantamos en Italia, la culpable de todo este lío. El primer desaguisado se presenta con el sistema de inscripción de la Eroica. A ver si va a resultar que después de montar toda esta parafernalia me voy a quedar fuera por un simple sorteo. Sería una desgracia (por no llamarlo de otra manera más vulgar), sin embargo, para evitar males mayores y bajones anímicos me he preparado un antídoto. Si todo va bien, iremos a la Eroica (tengo coequipier), y será casi con total seguridad nuestra única participación en Italia (no por no desear ir con más frecuencia, sino por ser el destino menos asequible). En caso de quedar fuera, al menos yo, adelantaré la fecha, me haré el recorrido largo por mi cuenta, utilizando el “pasaporte” de controles que ellos disponen y aprovecharé seguramente para poder asistir a algún otro evento italiano aprovechando el viaje (la Vacamora sería una buena opción). Nota de cata [Brunello de Montalcino].
 
Hasta aquí pensaba que había acabado de narrar una especie de quimera de calendario. Sin embargo, a última hora he descubierto otra propuesta en Inglaterra, más concretamente al norte de Manchester. Es la Pendle Witches. Puede ser una ruta algo terrible con el clima que se gastan por allí, y más aún estando prevista para final de marzo, pero entre el idioma, los pubs, el “countryside” y la tradición sport británica ¿quién se resiste? …pues seguramente todos nosotros, aunque eso no quita para que personalmente me haya puesto en contacto con uno de los organizadores para ver si me ayuda un poco con una potencial logística. Nota de cata [Nada de vino; buenas pintas de cerveza, lager please.
Total que finalmente queda un calendario completísimo, aunque imperfecto, con riesgos emocionales, pero muy internacional y apetecible. Me consta que seré el único que asista al mismo por entero, pero también tengo asegurada compañía (de muy diversa índole) para muchas de las citas. Así pues, tan sólo queda prepararse pedaleando, tener las bicis a punto, reservar vuelos e inscripciones con anticipación y disfrutar de los paisajes y las culturas que la Challenge plantea.


viernes, 1 de febrero de 2013

5. ENTRENANDO

“No obstante, no existe nada más sencillo que ponerse el coulote elástico, el maillot y los guantes, atarse los zapatos, llenar una cantimplora – con lo primero que a uno se le ocurra -, hinchar los neumáticos a la presión adecuada, comprobar rápidamente que todo funciona y salir finalmente a la carretera, llueva, haga viento o luzca el sol, con el corazón lleno de alegría ante la idea de recorrer cien kilómetros. Y eso sigue siendo lo esencial”.
 
Bernard Hinault (gran campeón francés que usaba calapiés y cableado por fuera del manillar).
 
Hoy voy a hablar del entrenamiento, aunque me sonrío al teclear esta expresión, porque casualmente parte de mi dedicación profesional ha estado ligada al entrenamiento de ciclismo y de triatlón, así como a la formación de técnicos de ambas especialidades, e incluso (aunque suene algo pretencioso) a la investigación en este campo. Pero no os asustéis, no voy a daros la paliza con sistemas, planificaciones, series, umbrales y demás nomenclatura (y “tortura”) de entrenamiento. ¡Qué va! Ya lo veréis, un poco de paciencia.
La Challenge Retro 2013, o algunos de los eventos que la componen, es un reto personal, no es una actividad competitiva propiamente dicha. Reúne a gente de muy diferente condición, edad, dedicación, historia personal, antecedentes deportivos, etc. Por ello, tratar de medir su rendimiento en competición pura, sin una compensación de hándicap o rating (expresiones del golf y la vela respectivamente), sería un absurdo. Por otro lado cualquier intento de diseño de fórmulas compensatorias, se me antoja artificial, desvirtuado y casi con toda seguridad una fuente de controversias e injusticia. Por lo tanto, insisto, estamos ante un reto personal. Pero no nos engañemos, un reto en ocasiones muy duro. Toda esta introducción es importante para definir nuestro principal objetivo de entrenamiento, que no es otro que el de prepararnos para ser capaces de completar la Challenge o cada una de las pruebas en las que tomemos parte. No se trata de preparar ataques, o series para defendernos de escaramuzas ajenas, sino de adaptarnos a las largas distancias, y a los esfuerzos duros de los puertos o de los tramos más complicados o incómodos.

 
La primera buena noticia viene de parte del calendario, que sin duda ayuda mucho en la preparación. Una mirada pausada al mismo nos sugiere que es muy progresivo, va poco a poco. Los primeros eventos parecen asequibles por ser más cortos y sin puertos, o con algunos que no son largos (su dureza la desconozco). Hay algunos eventos a los que muchos de vosotros podríais asistir incluso sin entrenar. A medida que el calendario avanza, se van alargando las distancias, y a mitad de agosto aparece una prueba de fuego realmente dura: El Paso de la Vaca Pasiega. Antes ha habido tiempo para entrenar, y después aún queda margen para completar lo que falte hasta L’Eroica. Por otro lado, el calendario resulta atractivo por las fechas: comienza bien entrada la primavera, se dosifica en el verano y finaliza en los primeros días del otoño, todo ello parece sugerir buen tiempo. Tanto para participar, como para entrenar durante dicha “temporada”. Vamos, que en definitiva creo que se podría conseguir completar aunque sólo “toquemos” la bicicleta de mayo a octubre (el primero de estos meses incluido).
Total que precisamente, casualidades de la vida, nos encontramos ante un calendario muy “clásico”, ante el cual podemos plantear una planificación ciclista “retro”, con un periodo invernal dedicado a actividades variadas para cuando hace malo (pasear por la montaña, correr, nadar, esquiar, etc.) aunque no sean muy ciclistas; seguido de una preparación ciclista progresiva en la que el propio calendario de pruebas nos va poniendo las pilas poco a poco. Llegados al momento de coger la bici (aunque todos la podemos y solemos utilizar antes), dada la peculiar montura que vamos a utilizar, es recomendable que variemos bastante de tipo de ciclismo a la hora de ir acumulando kilómetros. Personalmente considero que lo mejor es alternar:
 
  • BTT: que en invierno es llevadera y aporta mucha resistencia a la fatiga postural al terreno bacheado y mucha fuerza-resistencia de piernas (por no hablar de la diversión). ¿Qué? ¡Excursiones y rutas, no os compliquéis la vida con sistemas de entrenamiento!
  • Carretera: es la mejor opción para acumular kilometraje. Mantenemos nuestra posición ideal (si es que es nuestra bici habitual) y nos facilita recorrer muchos kilómetros sin jugárnosla con el material o desgastar en exceso nuestra clásica. Nos procurará resistencia de larga duración y adaptación postural (lo que más falta hace para la Challenge). ¿Cómo? Pues haciendo kilómetros, nada de inventar. Cuántos más kilómetros acumules, mejor preparado irás (seguro que ninguno de nosotros se va a pasar de entrenamiento).
  • Movilidad sostenible: todo vale, ir a trabajar en bicicleta, a hacer algunos recados o a pasear, a lo tonto, nos mantiene activos, nos permite pequeñas dosis de fuerza de pedaleo en las piernas y nos mantiene el “recuerdo del asiento” adaptado por su frecuencia de uso.
  • Con nuestra bici clásica: también conviene utilizarla esporádicamente. Principalmente por dos razones. La primera para asegurarnos que probamos el material, que lo mantenemos funcionando y que podemos prever o tratar de adelantarnos a sus fallos. La segunda porque seguro que su posición de montura implica algunas pequeñas variaciones en talla o geometría, tipo de sillín, así como en el manejo de manetas y pedales. Total, que recomiendo darse algún garbeo medianamente largo de vez en cuando en ella.
Como veis, a poco que utilicemos cada una de ellas, vamos a ir entrenados. No hay nada que temer. Aún así os planteo lo que para mí, deberían de ser los principales objetivos de entrenamiento:
  • Adaptación a la posición y manejo de la bicicleta: se consigue alternando la bici clásica con la de carretera (salvo que sólo tengas la primera, en cuyo caso se consigue directamente con su uso).
  • “Familiarización” con el asiento: algunos sillines clásicos son de cuero algo rígido, otros con diseños algo antiguos. Personalmente no me suelen dar problemas, pero hay gente especialmente delicada con este tema, por ello conviene probarlo progresivamente alargando las salidas en esa bici (el calendario, tal y como he señalado antes ayuda mucho a ello si se participa en la mayor parte de la Challenge; los que no lo hagan, deberán conseguirlo por su cuenta).
  • Fiabilidad mecánica: una bicicleta vieja es fiable cuando se usa periódicamente, se la hace funcionar, se la repasa y se la observa. Otra cosa que conseguimos con la alternancia y los kilómetros.
  • Resistencia “horaria”: esta es la clave para los eventos largos (de 100 kilómetros o más), en los que se trata de aguantar pedaleando con una media discreta pero eficiente. Para ello no hay secretos ni sofisticaciones: cuántos más kilómetros en bicicleta lleves de bagaje, más garantías y resistencia conseguirás. Así que mi consejo es variar mucho de rutas e itinerarios cuando salgas de casa: para no aburrirte, para descubrir rincones y para variar la adaptación al esfuerzo y a la técnica de conducción por tramos diferentes.
  • Fuerza a las pendientes: en realidad este no es un objetivo clave, aunque va a resultar importante en dos eventos, L’Eroica y, sobre todo, La Vaca Pasiega. La manera de adquirirla es intercalando rutas de BTT o escogiendo itinerarios duros y con puertos de vez en cuando con la de carretera, pero ambas cosas son fáciles de realizar para los que vivimos por el norte…
Eso es todo, aunque lo mejor es no hacerme mucho caso a mí y seguir los consejos de Hinault: salir a la carretera con el corazón lleno de alegría ante la idea de hacer kilómetros.