sábado, 16 de marzo de 2013

11. UN CICLISTA DE LARGO RECORRIDO

“No ignoramos que cada pierna de un ciclista descansa e incluso disfruta de un masaje automático, y tan reparador como cualquier embrocación, mientras la otra actúa… […] Puede usted juzgar los efectos del ‘Perpetual-Motion-Food’ sin someterse a la molestia de probarlo, y mediante la mera contemplación de actuaciones físicas. Pasado mañana comienza una carrera en la que un equipo de ciclistas se alimentará en exclusiva de él. […] Ah… ¿y será larga? Diez mil millas. Dieciséis mil noventa y tres kilómetros y doscientos metros. Semejantes números pierden su significado. Es una distancia mayor que la que hay desde París hasta al mar de Japón”.
 
Alfred Jarry ("Ubú en bicicleta"; 1898 aproximadamente)
 
Nunca se sabe dónde o cómo consecuencia de qué pliegues del destino llegas a cruzarte en el camino con determinadas personas. O como en este caso, con algún ciclista singular. A mí me ha vuelto a suceder hace muy pocos días. Mi afición a la lectura y al ciclismo me han aportado muchas recompensas por separado y alguna que otra conjuntamente. Y no me refiero exclusivamente al disfrute que supone leer sobre una actividad o un deporte que me entusiasma, sino que precisamente esa extraña combinación ha provocado en algunas ocasiones que mi librera habitual me haya solicitado hacer de introductor o moderador del autor de algún libro sobre ciclismo.
Hace poco me encargaron presentar a Diego Ballesteros en un acto de ese tipo, en la librería Gil de Santander. Él andaba de gira presentando su libro “12.822 km” y recalaba en Santander. Acepté el reto, pese a desconocer tanto al autor como su obra. Al fin y al cabo mi papel se iba a reducir a introducirle un poco en la sala y avisar a algunos de mis contactos por si tenían interés en asistir. Y la verdad es que acerté en aceptar porque tal y como he señalado al principio, me vi recompensado con el encuentro con un ciclista singular.
Diego es bastante más joven que yo, aragonés (de Barbastro) y pese a la diferencia de edad y de arraigo geográfico, tenemos algunos puntos en común. Por ejemplo la afición por una amplia variedad de modalidades deportivas (podríamos calificarlo como diversidad practicante) y la atracción por la bicicleta como medio de transporte ideal para los viajes de larga duración, carácter nómada y en los que la inmersión en el paisaje humano de los destinos se convierte en uno de los valores más importantes del periplo. Cuando además le escuchas y ves que también comparte cierta manía y tenacidad documental (como el mantenimiento contra viento y marea de su diario de viaje y sus fotos), y que no le supone pega alguna viajar en solitario, te das cuenta de que podrías estar hablando con él largo y tendido, pues a ambos nos unen más características comunes.
Ni que decir tiene que gestas viajeras como su trayecto desde Zaragoza a Pekín, en tres meses y pico y a lo largo de más de 12800 kms, no están ni de lejos entre mis experiencias. Sin embargo comparto mucha de su filosofía y su planteamiento de realización personal a través de proyectos propios. Pero no voy a compararme más. Paso a describir algunos de los puntos de interés de su persona que me animan a considerarlo como “ciclista de largo recorrido”.
Ya me he referido a su viaje más largo. Y no pretendo contar más del mismo, ya que para eso está su libro. Pero si quiero recalcar que se trata de un buen ejemplo de esa esencia del ciclismo que quizá sea la que más me gusta de todas las que practico… el cicloturismo viajero de “alforjas” (aunque en aquel caso él optara por un remolque como recurso de carga de equipaje). Un ciclismo que integra la esencia del viaje, la aventura, el mundo de la bicicleta, el deporte más puro, etc.
Con posterioridad a dicho viaje, esta vez en equipo, y con amplio despliegue organizativo, se embarcó en otra actividad de largo recorrido: la “Race Across America”. En este caso se trataba también de un viaje, aunque con otras connotaciones más deportivas y de rendimiento. Y sobre todo de reto. Reto que siempre me llamó la atención y que más de una vez ha figurado dentro de ese informal ranking de sueños personales que todos tenemos, aunque sin llegar a consolidarse nunca como parte de la categoría de proyectos (del sueño al proyecto hay ciertos componentes decisivos). La cuestión es que en este caso, su vida se vio transformada por causas ajenas a sí mismo. Un coche, no entraré en detalles, se lo llevó por delante a mitad de recorrido, a consecuencia de lo cual desde entonces no tiene movilidad ni control de su cuerpo desde el pecho para abajo.
Para este tipo de situaciones se suele emplear la frase de que aquello le cambia la vida a una persona. En este caso también pudiera ser así, es él el único indicado para valorarlo. Sin embargo, desde cierto punto de vista, y pese a habernos conocido solo un poquito, me atrevo a decir que en cierto sentido no le ha cambiado en absoluto… ¡sigue siendo un ciclista de largo recorrido!
La charla en la librería fue muy bien, daba gusto escucharle, nos encantó su video documental y todo su carisma al responder a las numerosas preguntas que los asistentes (entre 30 y 50 personas) le hicieron con interés y curiosidad. Pero para mí luego vino lo mejor, al irnos a tomar una caña en grupo reducido y después guiarle hasta un tranquilo lugar en el que pudiera pernoctar, además de charlar con él largo y tendido a la mañana siguiente (el tiempo desapacible nos privó de poder salir a rodar juntos). Precisamente el perdernos esa sesión de entrenamiento ciclista nos permitió hablar mucho más, con más confianza y de temas que nos interesaban a los dos.
Lo primero que me chocó fue que a pesar de su actual situación personal, sigue siendo un nómada. Anda de aquí para allá, conduciendo una auto-caravana enorme adaptada a sus necesidades. Demostrándome que su modelo de vida (sus proyectos) no ha cambiado desde un punto de vista esencial. Vamos, que sigue realizando largos recorridos y que por lo que cuenta, le queda mucho ¡pero que mucho! “recorrido”. Ya ha acometido algunos retos como completar Madrid – Londres en hand-bike y algunos otros le dan vueltas en la cabeza, mientras van tomando forma poco a poco.
Más tarde ya no pudimos parar de hablar. Está volcado en su entrenamiento personal ya que ha empezado a competir en hand-bike y es una deportista ambicioso (desde un punto de vista positivo). Tiene planes competitivos y quiere desarrollar al máximo su potencial de rendimiento. Allí anduvimos cambiando impresiones sobre las características o cualidades deportivas más necesarias para rendir en el modelo de rendimiento que caracteriza a sus competiciones. Departimos sobre el entrenamiento de fuerza, las pruebas de campo, las adaptaciones necesarias, el umbral anaeróbico y muchas cosas más. Durante un buen rato quedaron atrás los libros, los viajes, la auto-caravana, la historia previa de cada cual y cualquier otra circunstancia ajena a la pura reflexión técnica compartida sobre el deportista concreto y la modalidad deportiva a la que se enfrenta. Vamos, lo que ocurre siempre cuando te encuentras con alguien “enchufado” en su proceso de entrenamiento. En esa situación, da igual estar hablando con un triatleta olímpico, un futbolista cadete o un montañero veterano que nunca ha alcanzado aún un 4000 pero va a intentarlo en breve. Debates sobre el reto, el proceso y todo lo que tiene que ver con el logro, mientras lo demás sólo es decorado prescindible… no sé si me explico bien.
Desde entonces el contacto ha quedado, nos hemos escrito, nos hemos enviado referencias de interés mutuo y esperamos vernos más, coincidir en algún evento, proyecto o situación; y en cualquier caso, mantener un recorrido vitar largo.

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