viernes, 31 de julio de 2015

31. GPCC 2015

"La máquina de Marly". Alfred Sisley
(Ny Carlsberg Glyptotek, Copenhagen, Dinamarca)



Las siglas GPCC me evocan excelentes sensaciones de ciclismo clásico desde que en el año 2012 tomé parte en ese fin de semana tan completo, variado y atractivo para los amantes del ciclismo. Cada año configuro mi participación de un modo diferente, de forma que ya he probado las tres ofertas de sus organizadores: el GPCC de cicloturismo, la marcha retro y el tweed-ride (las dos últimas incluso ya en un par de ocasiones). El acrónimo responde al nombre completo de Gran Premio Canal de Castilla, una denominación sugerente, elegante y que rezuma solera. Sin embargo, tras tres años de asistencia, me considero lo suficientemente conocedor del evento como para poder asegurar que las mismas letras, idénticamente ordenadas, pueden perfectamente responder a una lectura alternativa y divergente que interprete: “Gran Plan de Cultura y Ciclismo”. De hecho, mientras que la oferta puramente ciclista se mantiene estable en las sucesivas ediciones de la cita, el programa cultural paralelo va variando año tras año, permitiendo al asistente interesado en ello, disfrutar de un enriquecimiento simultáneo verdaderamente interesante, que en mi modesta opinión, revaloriza (cada año más) el fin de semana y me aporta una nueva razón para plantearme acudir a una marcha ya conocida. Cada año, sus organizadores tratan de incorporar nuevas opciones de turismo complementario para que los acompañantes, o los propios participantes, puedan tener dónde escoger a la hora de optar por actividades añadidas. Pero lo más importante y diferenciador es que, integrado en el propio programa de actividades deportivas, y perfectamente ordenado, de forma que pueda resultar compatible con las mismas, la organización propone un programa cultural renovado cada nueva edición. Sé que para demasiada gente que sólo piensa en bicicletas, marcas de material, kilometrajes o presiones de inflado, tener a su disposición películas, documentales, conciertos, visitas o exposiciones de ámbito cultural, puede no aportarles nada de nada. Pero ese no es mi caso, para mí una buena oferta cultural da verdadero valor añadido a una cita, la enriquece, y tras el regreso, me deja un retrogusto mucho más sabroso, potente y pleno.

El GPCC consigue esto trabajando varios frentes de forma directa. Uno es incluyendo siempre una conferencia cultural relacionada con el propio Canal de Castilla, otra es intentando proponer una exposición de temática ciclista histórica y otra más es escogiendo a un personaje interesante al que homenajear. De todo ello iré, poco a poco, dando cuenta en esta entrada. De ello, de mi vivencia personal durante la participación como ciclista y de mi experiencia viajera, a la que este año dediqué gran parte del fin de semana, sacrificando algo de ciclismo por un cambio de hábito que no me defraudó en absoluto.

Todo ello empieza con la cena del viernes en Medina de Rioseco, en un pequeño y algo retranqueado mesón, de cuyo nombre no me da la gana de acordarme (porque se llena enseguida), donde en pareja, disfrutamos de una deliciosa cena a base de raciones de gastronomía local, regada toda ella con buen tinto básico de la casa. Momento localizado en un patio que sin ser fresco, conseguía eficazmente hacer olvidar el calor. Tras la cena vino el paseo por la calle principal de acogedores soportales, excelente ambiente castellano de verano y numerosas terrazas. Allí nos encontramos con una importante multitud de amigos, “cofrades” en su mayoría y, por lo que me cuentan, con gran mérito en el éxito del evento, por el empeño colaborador que mostraron en su organización durante los días previos. Disfrutamos de su compañía mientras ellos cenaban y nosotros rematábamos la velada con alguna bebida fría. Allí estaba toda la cuadrilla asturiana, media plantilla del Bicio Racing Team, una pareja de amigos cántabros y la ilustre representación del Club Ciclista Edoardo Bianchi. Buena charla nocturna garantizada.

El sábado nos propusimos un plan turista o viajero, eludiendo en su mayor parte la mismísima localidad de Medina de Rioseco (ya disfrutada en ocasiones previas), para centrarnos más en algunos de sus sugerentes alrededores. ¡Pinceladas de Tierra de Campos! O campos góticos que también los llaman. Tras evitar madrugar, por querer sentir que verdaderamente estábamos de vacaciones, nos trasladamos algunos kilómetros en coche hasta Becerril de Campos, donde quedamos con Isabel, esposa de mi habitual compañero de andanzas ciclistas Javier. Él repetía participación en el GPCC, así que nosotros tres, nos diseñamos un plan cultural alternativo. La elección de Becerril venía marcada porque es allí donde veranean ellos y por tanto, donde debíamos recoger a Isabel. Pero también por los incontables parabienes que la pareja nos cuenta frecuentemente sobre la localidad. Tras el encuentro y una brevísima presentación de respetos familiares, acometimos dos importantes gestiones de compras. Primero un queso de oveja que conocíamos hacía tiempo, y que elabora y vende, un familiar de Isabel de 84 años de edad. Después una rápida cata de cerveza artesanal y la adquisición de algunas botellas en la fábrica local Bresañ. Unas rubias y su clásica tostada Maricantana. Una vez resueltos los recados premeditados, nos acercamos a aplicar nuestra modesta evaluación sobre en qué se habían empleado los dineros públicos (el 1% cultural) del presupuesto de construcción del AVE que pasa (aunque no para) bien cerca de la localidad. Y lo hicimos visitando el centro cultural San Pedro Cultural, una propuesta atrevida y realmente original. Se trata de un centro construido sobre la base de un templo en estado de cierta ruina, al que le faltaba todo el tejado. Para empezar, la propuesta arquitectónica nos encantó a los tres. Respetando completamente el legado superviviente de la Iglesia, lo nuevo, lo incorporado, arreglado, añadido o resuelto, se ha solucionado con propuestas contemporáneas muy bien incorporadas. Gusto y técnica, con mesura, acierto y sensibilidad estética. ¡Nuestras felicitaciones! Pero todo ello no queda ahí. De obras sabemos bastante todos en este país, quizá incluso demasiado, lleno está este de ellas, muchas de las cuales después se han quedado sin contenido de valor que las justifique o sin dinamización social que las revalorice. Lo mejor de nuestra visita estaba aún por llegar. Resulta que el inmueble se ha diseñado de forma que acoja una temática expositiva relacionada con la divulgación de la astronomía. Precisamente al llegar, coincidimos con el comienzo de una de las actividades que en dicha línea se programan allí con bastante frecuencia. En el soportal exterior unos técnicos montaban un telescopio portátil con el que nos invitaron a observar el sol, el cual nos dejó ver algunas manchas, un atractivo color anaranjado y algunas de sus protuberancias, que como pelusas caprichosas, aparecían en parte de su borde.

 Exterior de San Pedro Cultural en Becerril de Campos.

 Isabel admirando el Sol.

Ya dentro del lugar, pudimos recorrerlo con una visita libre. Si por fuera nos había ya convencido, por dentro nos encantó. Sus diseñadores han convertido la cubierta en un mapa estelar nocturno del cielo, tal y como este se observaría desde ese punto en una noche clara. La combinación de muros pasados, con ese velo nocturno artificial y una delicada iluminación acertadísima, convierten al atractivo espacio diáfano en un lugar de lo más agradable y diferente. Entre los escasos elementos allí dispuestos, había una especie de muestra de figuras sobre El Principito a las que no hicimos mucho caso, y un magnífico péndulo de Foucault. También algunos finos orificios, estratégicamente ubicados en un par de ventanas, cuya función tenía mucho que ver con el comportamiento interactivo de nuestro planeta y su astro. Uno de ellos, según nos explicaron, permite que un rayo del sol poniente, ilumine un hueco original del ábside del antiguo templo, en uno de los solsticios del año. El hueco, precisamente, muestra una discreta policromía de estrellas de origen antiguo como revoco. El otro, sirve de “canalización” de otro rayo solar que a diario, siempre que el día este despejado, recorre una mediana que ha sido diseñada y estéticamente construida sobre el suelo de la gran sala. Al mediodía solar el rayo hizo su aparición, nos dio la hora y nos indició el día del calendario anual y su zodiaco correspondiente. Lo vimos desplazarse lentamente de oriente a poniente y hasta desaparecer momentáneamente cuando una nube filtró su luz. La visita quedó completa con una conferencia divulgativa sobre astronomía, en la que se nos mostró el cielo local a través de la proyección de una aplicación informática de simulación. Y llegada la mitad de la jornada, salimos de Becerril, más que satisfechos de entretenimientos y con ganas de comer.

 El sorprendente interior de San Pedro Cultural.

 El rayo de sol atravesando la mediana.

La comida fue un trámite solventado en Medina de Rioseco, pues la localidad nos quedaba de camino hacia nuestro destino. Con el coche, y el aire acondicionado trabajando, cruzamos algunos kilómetros de llanura castellana, con largas rectas, apenas curvas, castillos como horizonte y atravesando alguna que otra localidad añeja, con sus ruinas y palomares, hasta iniciar la ascensión al cerro sobre el que está ubicado el pueblo de Urueña. La localidad ha adquirido recientemente una rápida fama, por motivos quizá algo artificiales, al haberse beneficiado de un plan de acción subvencionado que ha tratado de convertirla en la Villa del Libro. Nuestra opinión al respecto vendrá en seguida, pero antes queremos destacar que el pueblo por sí mismo, libros y proyectos institucionales aparte, merece mucho la pena. Es una atractiva localidad castellana, muy bien conservada y encerrada toda ella dentro de una magnífica muralla, y asentada sobre el cerro, lo cual le garantiza unas espectaculares vistas de la Meseta y sus infinitos horizontes casi desde cualquier punto del gran muro, el cual es además accesible para pasear. Pese al encanto del lugar, nuestra visita se vio algo mediatizada por el calor y la hora. Julio despejado en Castilla y a la hora de la siesta. Así que encontramos poco (o nada) de ambiente por las calles, y arrastrábamos escaso ánimo para indagaciones y visitas por nuestra parte. Aún así disfrutamos de la localidad y supimos valorarla. Ningún arrepentimiento al respecto. Lo que sin embargo nos defraudó, fue el asunto librero. No entramos a sus museos por cansancio, pero si recorrimos las calles y fisgoneamos en algunas de sus librerías. Sin ponerles pegas, encontramos poca o nula especialización en las mismas. Parecían librerías agradables, pero de las que cualquiera de nosotros podemos encontrar casi prácticamente en cualquier ciudad o localidad medianamente grande. Varias, pero no muchísimas. En cuanto a espacios complementarios, tan sólo vimos un taller artesano de encuadernación. Aunque no llegamos a visitarlo por dentro, tenía buena pinta y vimos a alguien trabajando allí. Hubiera estado bien pasar un rato observando dentro, de haber estado menos fatigados. Pero echamos de menos más enjundia, más locales, mayor variedad, diversidad, especialización y gremios relacionados. El paraje (natural, urbanístico e histórico) se lo merece, y si encima tenemos en cuenta que lo promocionan como “Villa del libro”, no digamos.

 Plenitud castellana desde la muralla de Urueña.

Tocaba regresar a Medina de Rioseco e integrarnos en el mundo ciclista de nuestros amigos. A algunos los encontramos finalizando el GPCC, acalorados, polvorientos y castigados por el viento. Otros atendiendo sus carpas de libros o material a la venta, y alguno (como a Carlos) ensimismado mirando su flamante Peugeot P10 impecable. La verdad es que la bicicleta provoca cierta reacción de admiración al detalle. Tras los saludos de rigor y después de recoger los dorsales para el día siguiente, las mujeres reposaron en la hierba del parque a la sombra, aprovechando la brisa y quizá cierto frescor húmedo desprendido por la superficie de la Dársena del Canal. Entretanto yo me fui hacia el centro de interpretación del Canal para disfrutar de una de las propuestas culturales a las que antes he hecho alusión. El centro tiene una excelente sala de usos múltiples construida con buen gusto mediante la recuperación de viejos espacios de servicio del propio Canal. Allí tuvo lugar una singular ponencia sobre los rostros olvidados del Canal de Castilla, a cargo de Virginia Asensio. La disertación resultó amena e interesante. A mí me sirvió para ampliar la visión que poco a poco, algunas visitas, recorridos y unas cuantas lecturas, me han ido dando sobre el tema. Confieso cierta atracción y capricho por los canales, me gusta verlos, saber de ellos y, muy especialmente, recorrerlos viajando, ya sea por sus sirgas en bicicleta, como sobre todo, por su cauce en piragua o viviendo en una barcaza. Envidio la explotación turística que de ellos se hace en otros países europeos, y lamento el olvido que sufren en nuestro país (por no hablar de la escasez de kilometraje existente). La charla nos facilitó conocimientos sobre los presos utilizados para su construcción, el impacto de su presencia en la ciudad, los diferentes oficios asociados, anécdotas sobre su explotación, etc. Ya el año anterior hubo otra conferencia con el Canal como tema, así pues, hasta ahora, los organizadores se esfuerzan por traer un contenido novedoso, construyendo, poco a poco, la cultura específica del Canal para los visitantes.

Casi de inmediato caminamos hacia un bar de la calle principal, pues allí estaba programada la proyección de mi documental Retrovisión. Y con esta son ya unas cuantas las realizadas ante público. Yo me la sé ya casi de memoria, así que durante la misma me entretengo más mirando las reacciones de la gente. El bar se llenó bastante, el público pareció estar entretenido y al final recibí unas cuantas felicitaciones, por lo cual me encuentro más que satisfecho, de que más gente aún haya podido disfrutarla y, sobre todo, de haber puesto mi pequeño granito de arena (muy pequeño) en la oferta y funcionamiento de esta edición del GPCC. Tras la película tuvimos otra cena callejera y bastante nutrida de amistades, hasta que nos retiramos a descansar. La alternativa cultural nos había satisfecho completamente, fue todo un acierto optar por ella en esta ocasión.

 En plena proyección de "Retrovisión"

Por cuestiones de logística el domingo salí en bicicleta pronto desde nuestro alojamiento situado en Valdenebro de los Valles. Como Myriam optaba por el Tweed-ride se quedaba allí con el coche pues no tenía que madrugar. Yo me preparé, me vestí de ciclista retro con los colores de Delmer Bikes y un culote de punto del Chianti y agarré la Super Cil de los años sesenta que estrenaba acabado de su época con cinta de manillar de tela y un sillín de cuero Ideal. Los 7 kilómetros que me separaban de Rioseco fueron una auténtica delicia, rodando en solitario, por la mañana aún fresquita y con una luz suave, de esas que junto con la de la tarde, siempre suelen preferir y buscar los fotógrafos. El momento se me quedó grabado y el enlace, se convirtió en uno de los instantes mágicos del fin de semana. En Medina me tomé un somero desayuno en un bar, para después acercarme poco a poco hasta la dársena. Por el camino me encontré con Ángel Giner y Adolfo, ya pertrechados con sus colores y máquinas Bianchi, así como a Carles Soler, con quien estuve charlando un rato. Más encuentros, saludos y conversaciones se fueron sucediendo en los prolegómenos de la salida, pues el pelotón, a la postre, lo formaba una enorme cantidad de conocidos.

Salimos pausadamente y los primeros kilómetros, por carreteras tranquilas y encapsulados por los motoristas de la guardia civil, fueron una excelente oportunidad para hacer vida social sobre los pedales. Pegué la hebra con Alejandro, con Roberto y con bastante más gente que resultaría tedioso enumerar aquí. El día era soleado y, aunque caluroso, menos tórrido que los precedentes. La cosa se llevaba bastante bien. Nos detuvieron un par de veces para reagruparnos, circunstancias que sirvieron para reconfigurar las tertulias rodadas. Me sentí especialmente satisfecho cuando acometimos un duro repecho de tierra para alcanzar una cota en la que estaban situados unos molinos de viento, ya que conseguí superar la dificultad con aquella bicicleta, cuyos platos y coronas apenas suponen diferencias entre sí, ofreciendo un desarrollo mínimo de subida excesivamente duro.

Adolfo ¡ejemplaridad pública ciclista! Toda una larga vida
sobre los pedales. Ilustre miembro del Club Edoardo Bianchi.

La parada central de la jornada se hizo en los soportales del centro de Ampudia y el avituallamiento, como siempre lo es allí, resultó generoso, tradicional y entretenido. Un poco de clarete de Cigales animó aún más la mañana y estuvimos posando, conversando y admirando bicicletas. Entre lo que por allí había circulando, me gustaron varias máquinas. Aparte de la antigua BSA de Javier que es una joya destacada y de la mencionada P10 de Carlos, encontré a una chica con un cuadro Peugeot magnífico. El montaje de componentes era algo caótico y bastante contemporáneo, pero el cuadro me encandiló. Hubo varias Razesa metalizadas, algunas Zeus y una preciosa bicicleta azul celeste con aspecto de nueva firmada por Raphael Geminiani. También vi una bici bastante antigua con único plato y un cambio trasero a base de palanca vertical larga y tensor simple de cadena. Olvido máquinas y personas, pero no es cuestión de inventariar aquí la participación. El pelotón tenía el honor de compartir experiencia con algunos ciclistas profesionales de la época del gran despegue internacional definitivo de nuestro ciclismo (los años ochenta). Allí estaban Alfonso Gutiérrez, Guillermo Arenas, Iñaki Gastón y Enrique Aja. Estos simpáticos caballeros parecen estarse convirtiendo en unos asiduos del asunto retro. Me alegro por ello y espero que su simpatía y carisma consiga que algunos otros se acaben animando a ello. Sobre ellos quiero destacar algo que siempre me llama la atención, y que en esta ocasión, una vez más, quedó manifiestamente subrayado. No pararon de posar son sincera simpatía, paciente amabilidad y excelente talante, ante todos los que quisimos hacernos fotos con ellos, así como  de atender en la conversación a cualquiera que con ellos la iniciara. Esta casta de ciclistas aguerridos y sacrificados, además de darlo todo por las carreteras, aprendieron desde muy jóvenes que aquello no era suficiente para sobrevivir profesionalmente, que además el trabajo incorporaba otras labores, muchas de ellas relacionadas con el saber estar y rendir atenciones hacia los medios de comunicación y el público general, a la postre, motor económico indirecto de sus patrocinadores y patronos. Aquella generación lo asumió como parte de su esencia y quienes de ellos lo aprendieron bien, aún lo conservan, mostrando una incuestionable buena educación en ese sentido, algo que alguna que otra estrella de la época (ya casi la podríamos calificar como de fugaz, al ritmo que van los éxitos y leyendas deportivas en los tiempos actuales) debería recordar, pues viviendo aún de la inercia de los laureles meritoriamente conseguidos hace décadas, parece no ser tan amable, tolerante y paciente como nuestros amigos y reconocidos profesionales. Un buen ejemplo, muchas gracias caballeros, que ustedes lo son de verdad.

 Un magnífico cuadro Peugeot de cicloturismo clásico.
Obsérvese el detalle de la boquilla que sale del racor inferior:
se trata de un orificio para llave para bloquear la dirección
como antirrobo.

 Dos amigos asturianos posan con nuestros admirados
y respetados ex-ciclistas.

La segunda parte de la ruta incorporaba toda su esencia de tramos no asfaltados, los cuales presentan tres tipos de firme diferentes, en una supuesta clasificación de características. Primero se van sucediendo los de concentración parcelaria. De esos hay dos tipologías diferenciadas. Algunos resultan muy pedregosos, en mi opinión quizá un poco demasiado. Uno de ellos dispone de una polvorienta orilla muy cómoda y ciclable a la que acabamos todos arrimados, pero los otros son francamente rudos, no aportan mucho y para algunos participantes supone más un contratiempo que un verdadero disfrute. Este año pinché en uno de ellos, probablemente un llantazo. Y una segunda vez de forma idéntica, pocos minutos después, seguramente por presión insuficiente tras el inflado con bomba de mano. Gracias a Roberto, que me cedió una segunda cámara, acabé la ruta sin más percances. No cuestiono estos tramos por mis pinchazos, dos veces en ya casi tres temporadas hiperactivas de ciclismo retro es un balance fantástico del que no puedo quejarme, simplemente hago un poco de eco de algunos comentarios que escuché en algún que otro momento, aunque todo hay que decirlo, para otros muchos, la aparición de tramos de este estilo, suponen un estímulo y hasta un espoleo para el cambio de marcha y el pedaleo. Otros tramos de concentración (más largos y numerosos) van tendiendo a acumular tierra o arena y formar algunos bancos que exigen una conducción fina y delicada, corrigiendo los extraños de las ruedas. Los tramos aún están aptos y no son nada abrasivos, pero me da la impresión de que su transformación hacia esos bancos de polvo va acentuándose año tras año, quizá por causa de la erosión, la circulación o el viento, y de seguir así, con el tiempo podrán resultar muy difíciles. Su complicación puede evitarse de dos formas, una dependiente de los caprichos atmosféricos y otra, voluntad de cada cual. La primera es que si ha habido lluvias relativamente recientes, la tierra, más húmeda, conserva cierto apelmazamiento y hace al firme mucho más apto para circular sobre él. La otra consiste en utilizar cubiertas algo más gruesas y con dibujo bastante marcado. El tiempo dirá cómo evoluciona el trazado de esta marcha, tanto en cuanto a recorrido, como al estado de sus tramos más exigentes.

Mi amigo  Carlos Cobo, Iñaki Gastón y yo.

Tras mis pinchazos, y escoltado por varios amigos como Edu, Carlos (Gijón), Carlos (Cobo), Carlos (Peugeot), Javier y mi benefactor Roberto, continuamos dando cuenta de algunos kilómetros de concentración, hasta que finalmente llegamos a las sirgas del Canal, las cuales para mí resultan irrenunciables, porque además de ser entretenidas, diferenciadoras y con sombra, marcan la esencia del evento, se erigen en su característica principal, y casi-casi en su razón de ser. No me preguntéis porqué pues no sabría explicarlo, pero algún magnetismo no detectado debe darse por allí, pues el caso es que cada vez que he llegado a ese tramo, haya sido en la modalidad de marcha que haya sido (cicloturista o retro), siempre acabamos circulando por las sirgas a todo meter, rodando embalados y moviendo desarrollo como si jugáramos a ciclistas del pavés atlántico. Esta vez fue más de lo mismo, nos agarramos al manillar, perfilamos una fila india y pedaleamos como posesos sorteando baches y algunas piedras más gordas que las demás. Ni siquiera los cambios de ritmo obligados por la superación de puentes, o algunos giros delicados, redujeron nuestro afán, de forma que acelerados alcanzamos la dársena en la que ya nos esperaban las elegantísimas damas, galantemente acompañadas por algún que otro distinguido caballero.

Precisamente sobre el asunto del Tweed-ride, se me antoja hacer un apunte. Por coincidencias extrañas y comportamientos colectivos más inexplicables aún, el caso es que la presente edición la cita se vio muy reducida en cuanto a número de participantes. Al parecer, aquello no tuvo un desenlace negativo, sino en cierto modo, puede que hasta positivo, se echaron de menos algunos agradables participantes habituales, aunque se vivió con alivio la ausencia de determinados personajes que, a modo de “machos-alfa”, casi siempre intentan ejercer de protagonistas o líderes nada naturales del grupo de época. Precisamente por ello, la concentración no fue tan escandalosa y ruidosa como en las últimas ocasiones, en las que había momentos en los que más que una amistosa reunión de apasionados por las bicicletas y las prendas de otras épocas, aquello parecía una cacerolada reivindicativa. Esta vez, la mayoría de los participantes eran parejas o acompañantes de ciclistas retro, personas que en algunos casos se acercaba por primera vez a este tipo de reuniones, gente que cumplió con discreción y buen humor con su papel y que, según parece, quedó bastantemente satisfecha y dispuesta a repetir. Hasta ahora solía darse cierto divorcio entre un grupo y el otro, pero si el ciclismo retro crece, paralelamente puede hacerlo el de época y nutrirse de allegados de participantes del primero, o incluso permitir un esporádico trasvase de inscritos entre ambos. Es algo sobre lo que quizá deban reflexionar, poco a poco y sin prisas, algunos organizadores. El “Efecto” y éxito de “Anjou” reside en ello, y al final, las culturas francesa y española no son tan diferentes como aparentemente pudieran parecer, especialmente en cuestiones de ocio y de pasarlo bien. De producirse este cambio, la cultura Tweed-ride nacional puede verse favorecida, generando cierto cambio de actitud, ampliando, renovando y diversificando su grueso de practicantes, y erradicando ciertas tendencias, poco solidarias, que parecen estar más pendientes del “postureo” y de la rapiña gorrona que del disfrute social, la apertura popular y el goce de un pedaleo paisajístico, pero pedaleo al fin y al cabo.

Tras las duchas de rigor, y ya guardadas las bicicletas (por cierto, enormemente satisfecho del funcionamiento de la Super Cil), vinieron los mutuos cambios de impresiones entre los participantes de uno y otro “bando”. Primero tomando unas cañas y después gozando de una comida integradora e idealmente organizada para fomentar la confraternización. Y precisamente en ese momento tuvo lugar otra de estas actividades programadas por la organización para complementar lo deportivo con lo cultural, pues se procedió al homenaje de una personalidad vinculada al ciclismo de hace años. Si el año pasado la elección recayó sobre mi admirada Dori Ruano, en esta ocasión la organización del GPCC dio toda una lección de reconocimiento y agradecimiento cívico, al seleccionar al periodista Ángel Mª de Pablos como protagonista del homenaje. Autor de un interesantísimo libro de ciclismo que en breve será re-editado por La Biciteca, de Pablos desarrolló un estilo personal inimitable en la retransmisión televisiva de las Grandes Vueltas. Fue un reportero con carisma, muy querido por la sociedad española y, simultáneamente, tremendamente respetado y también querido por toda aquella generación de ciclistas a los que ayudó a darse a conocer. A de Pablos nos lo arrebataron con nocturnidad y alevosía. Ignoramos las razones, pero algún directivo de la TVE de entonces actuó con cobardía y ocultismo. Al menos, los que estuvimos en la comida de despedida del GPCC, pudimos disfrutar de un momento entrañable y salpicado de anécdotas ciclistas de entonces, aportadas por el homenajeado y varios de los personajes que lo arroparon en el acto, entre los que por supuesto estuvieron los ex-ciclistas que anteriormente ya mencioné. Así pues, además de un acto con cierto aire institucional, el momento nos aportó información añeja, chascarrillos de la memoria de los protagonistas y en definitiva, pinceladas añadidas de la cultura ciclista del pasado.

Quiero felicitar a todos los organizadores del GPCC (con mi amigo Víctor a la cabeza), por todo lo realizado, y muy especialmente por esa atención que siempre prestan al componente cultural añadido a su evento. Me consta que es algo que pudiera parecer accesorio para gran parte de los participantes, pero no para mí. Sin ello, el evento no sería lo mismo, y en lo que a mí respecta perdería bastante valor y no se diferenciaría tanto de otros muchos. Prefiero los planes de fin de semana que las pruebas “de día” (en esto me pasa justo al revés que con los hospitales). Y prefiero disfrutar de experiencias integrales que de actividades monotemáticas, aunque participe en algunas de ellas de vez en cuando. Desde aquí les deseo mucha suerte y continuidad para el futuro.

viernes, 24 de julio de 2015

30. MIS PROPUESTAS CICLISTAS 2015

"Los Picos de Europa" Carlos de Haes
(Museo del Prado)
Cada temporada, desde que puse en marcha el proyecto “randoneur”, he lanzado alguna propuesta de actividad de ciclismo retro en forma de quedada. En 2013 fue la primera edición de la reunión “La Montañesa”. El año siguiente su redición y un añadido separado al que denominé el “Paso de la Vaca Pasiega”. Esta tercera temporada mi idea es lanzar una nueva convocatoria de ambas, y enriquecer la propuesta con una actividad excepcional (sin ánimo de que vuelva a repetirse), que consistirá en “2 kilómetros verticales retro”. A continuación empezaré a explicar todo el paquete poco a poco, por orden y tratando de ser claro y exponer la verdadera filosofía del asunto.

Nunca me cansaré de repetirlo y dejarlo claro, por escrito y para que conste a todos los efectos oportunos: ¡esto son quedadas!, es decir, citas de amigos o conocidos, sin acuerdos comerciales u organizativos de por medio, y por lo tanto, sin responsabilidad recíproca entre mi persona y quienes se animen a acompañarme. Vamos, que de antemano aviso de que no ejerzo ni convoco como organizador de nada, que simplemente aviso a mis amigos y posibles espontáneos de que vamos a quedar para montar en bicicleta por unos recorridos que me ha apetecido diseñar y en los que deberemos todos ser responsables de nuestros propios comportamientos, seguridad, autonomía, alimentación, resolución de problemas, averías, regreso, etc. ¿Qué pasa? ¿Que cada uno va a lo suyo? Todo lo contrario, siempre se caracterizan por ser citas muy amigables y distendidas, en las que disfrutamos de los recorridos y compañía mutua, pero me gusta advertir todo lo anterior, para evitar que aparezca algún iluminado, de esos que a veces andan sueltos por ahí, que en caso de desgracia, mala suerte o irresponsabilidad, siempre intentan sacar tajada de un tercero. Aquí no hay tercero, si lo hubiera, sería porque me habría lanzado a organizar un evento en toda regla, cosa que nunca he tenido la menor intención ni ganas de hacer.

Aclarado lo anterior, paso a refrescar algunas de las ideas que definen nuestros encuentros. En este caso yo propongo itinerario, agenda aproximada de horarios y actividades, recomendaciones de logística y algunas claves de “estilo” (si es retro o no, etc.). Por supuesto no hay inscripciones, aunque sí un lógico aviso de participación, para que no empecemos cada excursión sin alguien que se haya retrasado un poco. Procuramos ser puntuales en la salida pues de ello depende todo lo demás, y en cuestiones ciclistas, siempre conviene disponer de cierto margen de tiempo para imprevistos. Hacemos paradas, pero suelen de ser de muy breve duración, para disfrutar de algún punto de interés (normalmente paisajístico), solucionar alguna avería, replantearnos la ropa, reagruparnos en la cumbre de un puerto, o ante algún desvío conflictivo. En ciertas ocasiones la parada para comer la hemos realizado poco antes de completar la ruta, en tal caso dicho descanso puede ser largo, de cuchara y tenedor, a mesa puesta y dejando poquitos kilómetros para la sobremesa. En tales casos, cada cual se paga su menú. No hay dorsales, regalos, carnets de ruta… nada de nada salvo recuerdos, fotos, conversación, sano esfuerzo sobre los pedales e itinerarios siempre nuevos que tratan de buscar carreteras de poco tráfico y bellos paisajes por la provincia de Cantabria.

El Paso de la Vaca Pasiega II

Esta quedada tiene un carácter deportivo exigente. No en el sentido competitivo, ya que no lo es en absoluto, si no en la búsqueda de la superación personal de un recorrido muy duro, caracterizado por el ascenso de varios puertos de gran entidad. La estrené el año anterior con un puerto terrible, acompañado por varios más cortos, pero también bastante exigentes algunos de ellos, y que acabaron generando un duro conjunto por acumulación. Entonces tan sólo participamos dos amigos, completamos el recorrido, disfrutamos enormemente de él y pasamos un excelente día de ciclismo turístico en su versión de grandes desafíos personales. La cita del Paso de la Vaca… tiene su origen en un capricho propio de buscar una disculpa para ponerme un día a ascender un puerto durísimo que conocí yendo de excursión de senderismo a un monte y posteriormente reconocí en moto. Como allí hay emplazado un monumento dedicado a la vaca pasiega, el nombre quedó acuñado de inmediato. Lo que pasa es que al gustarme dar variedad a mis recorridos y actividades, pronto pensé que sería bueno proponer cada año un recorrido diferente, con un “paso” (puerto) de ganado distinto, aprovechando que en Cantabria las posibilidades son enormes. En ocasiones las vacas no serán pasiegas, pero en esta segunda edición, aún nos mantendremos por esa zona, aunque variando casi completamente el itinerario. Una de las características del recorrido es que este intenta rondar (o apenas superar un poquito) las 100 millas de longitud, de forma que constituya, junto con otro par de retos más, una especie de “Triple Corona Ciclista” que me sirve de disculpa para obligarme a mantenerme medianamente en forma cada año. La mencionada “Triple Corona” ha de incluir pues tres quedadas o eventos oficiales de bicicleta en los que tener que superar recorridos de 100 o más millas (ciento sesenta y un kilómetros). En el 2015 ya he dado cuenta de dos: la rememorativa de la Salamanca – Madrid (225 km) y la Eroica Hispania larga (198 km), así que espero celebrar “El Paso de la Vaca Pasiega II” sin contratiempos, y acumular mi segunda “Triple Corona Ciclista” (en el 2014 la formaron L’Eroica Britannia, el GPCC y la “Vaca” correspondiente). Ni que decir tiene que pese a lo que acabo de explicar la quedada tiene sentido en sí misma, y quienes a ella asistan no tienen porqué tener nada que ver con las otras dos actividades.

Este año he diseñado un recorrido completamente asfaltado que incluye cuatro puertos de cierta entidad (no sé bien si son de segunda o de primera categoría) y otro más largo que pudiera considerarse de primera o quizás de categoría especial. Eso es lo de menos, todo suma y el conjunto se convierte en una ruta muy exigente, solo apta para personas medianamente preparadas, capaces de tolerar la fatiga y el esfuerzo, con las bicicletas en buena disposición de funcionamiento y a ser posible con desarrollos suficientemente livianos. El recorrido discurrirá por paisajes espectaculares de costa, media y alta montaña, dada su variedad orográfica resulta imprescindible portar un cortavientos por si las nubes se encaraman en los altos y convierten los descensos en sesiones de “adaptación al frío”. También es recomendable llevar recambios mecánicos básicos, algo de dinero por si acaso (y para comer) y el móvil. No hay apenas limitaciones caprichosas en cuanto a la vestimenta o las máquinas a utilizar. Pueden ser modernas o antiguas a voluntad, cada cual que lleve lo que más le convenga. La primera de las mencionadas limitaciones es que no hacemos extensiva la invitación a las BTT, para evitar que pudieran establecerse ritmos de llaneo muy diferentes y para darle cierto carácter de reto de ciclismo de carretera a la reunión. La segunda un capricho personal de tipo conceptual: los cambios eléctricos no son bienvenidos… ya sé que parece una chorrada, pero es una cuestión de pataleta filosófica, ya que uno de los atributos que más me ha atraído siempre de la bicicleta es su independencia de las fuentes energéticas de pago, hasta ahora del petróleo. Así pues, llevo fatal (conceptualmente, insisto) que ahora nos propongan tener que estar pendientes de un cambio o recarga de baterías para que el artilugio funcione correctamente, y todo ello para evitar que a la persona, que quizás se proponga pedalear algunos cientos de kilómetros y vencer bastantes metros de desnivel, se le cansen los dedos al cambiar de marcha… Sin comentarios (con ello quiero adelantar que tampoco me voy a molestar a contestar si alguien pretende discutir sobre esto). Ya lo he anticipado, es un capricho, personal, quizá senil, pero innegociable.

La ruta tendrá lugar el sábado 25 de julio, aunque estaremos atentos a posibles cambios por cuestiones de predicción meteorológica. La salida y la llegada tendrán lugar en la iglesia de Galizano, la primera de ellas a las 8,30 de la mañana, la segunda, ya veremos.
Perfil aproximado: unos 4500 m de desnivel acumulado.

Fin de semana “retro” en Cantabria

Por experiencia me consta que, en septiembre, la actividad de ciclismo retro suele llegar a su fin. Está empezando a hacerse característica su estacionalidad, la cual acumula las citas oficiales tanto a lo largo de la primavera, como al final del verano o principio del otoño. Los organizadores (no todos) suelen respetar las vacaciones estivales y procuran huir del invierno. Como a mí siempre me da un poco de pena, y algo de pereza, mirar hacia el inmediato panorama del regreso al trabajo, intento aferrarme al verano procurándome algunas actividades de intensidad emocional durante los últimos días vacacionales, o cuando los fines de semana aún se mantienen en un difuso espacio temporal situado a caballo entre lo laboral y lo ocioso. Además, en septiembre es cuando mi amigo Enrique Aja organiza su marcha retro “La Retrovisor”, por lo que yo, para no afectar negativamente en su inscripción, e incluso para provocar que a algún aficionado foráneo le merezca más la pena acercarse a participar en él mismo, planteo “La Montañesa” el día anterior. En este caso, por algunas razones que no merece la pena señalar, he decidido organizarme un fin de semana retro bastante ambicioso y que invito a compartir, a aquellas personas que conozcan y simpaticen con mi filosofía, y asuman las características expuestas, en cierta medida, en este texto. Mi plan es de tres días: sábado, domingo y lunes; de los que cada cual puede escoger todos, dos, uno o ninguno, según sus apetencias o posibilidades. Los enumero y después explico cada uno un poco más: sábado, quedada “La Montañesa” (3ª edición); domingo, participar en “La Retrovisor” y posterior reunión de la Cofradía Velocipédica; lunes, “Etapa Vuelta 2 km Vertical”.

El fin de semana empezaría el viernes o sábado (a voluntad). Para quienes, por viajar desde fuera o querer madrugar menos, se acercaran a la comarca el viernes por la tarde o noche, organizaríamos una cena sencilla con alguna actividad de tipo cultural. Eso está por ver, y en cualquier caso sería sorpresa, y desde luego encaminada a pasarlo bien juntos y crear ambiente.

La Montañesa III

¡Atención! También se trata de una quedada, no un evento oficial, por lo que me remito a párrafos anteriores. Otros años hemos participado entre 6 y 8 personas, siempre con trazados diferentes, en torno a los 100 km de recorrido, y aunque con puertos moderados o sin ellos, con un perfil orográfico típico de Cantabria, a saber, en constante ascenso y descenso. El ritmo es suave, de espera a los rezagados y con comida final o casi final. Las recomendaciones son las mismas que para “El paso de la Vaca…” pero bastante más relajadas en cuanto a lo de estar en buena forma, desarrollos, etc. Eso sí, en este caso resulta imperativo presentarse con bicicleta retro (según las habituales especificaciones de los reglamentos de la mayor parte de las marchas) e indumentaria clásica o réplica de lo clásico. Es una buena oportunidad para dar uso a alguna bicicleta que esta temporada apenas hayas utilizado, si es que tienes varias retro, o disfrutar una vez más de la que con tanto cariño mimas. Cada cual tendrá sus motivaciones, pero dispone de una jornada más para enriquecer el fin de semana y para disfrutar de otras carreteras y paisajes en “petit” comité. El recorrido de este año es costero y con mucha carretera frondosa de baja montaña. Un itinerario muy turístico, que aún a riesgo de incluir algunos tramos con cierta dosis de tráfico de coches, por lo general será tranquilo y de reconocida belleza paisajística y de localidades. La ruta presentará una constante, y casi infinita, sucesión de subidas y bajadas de pequeños altos y colinas, así como de tramos repletos de curvas. Entre la comida posterior (o poco antes del final) y el regreso al alojamiento, la tarde se nos irá echando encima, y para ocuparla, antes incluso de que regresemos en coche para asearnos, haremos una parada sorpresa para disfrutar de una actividad de cultura ciclista que merecerá verdaderamente la pena (no está asegurado pero lo intentaré). Después quedaremos para cenar juntos.

La cita para este año se ubica en Santillana del Mar (en el aparcamiento grande), la excursión es circular y la hora de partida las 9,30 de la mañana.
Perfil aproximado.

 “La Retrovisor”

El domingo 13 de septiembre está convocada la marcha cicloturista retro “La Retrovisor”. Será su 2ª edición. La del año 2014 resultó muy laureada por todos los participantes, por lo que es de esperar que para este año se vea incrementada la participación y el evento vuelva a satisfacer a los ciclistas que en él tomen parte. Como se trata de una convocatoria oficial me limito a remitir a los lectores a sus páginas web: http://www.laretrovisor.com o https://www.facebook.com/pages/La-Retrovisor/346135965552817 .

Reunión de la Cofradía Velocipédica

La CV es una entidad sin identidad pública reconocida, pero con importante actividad clandestina. Su misión y razón de ser tienen que ver con avivar la afición al ciclismo retro de sus miembros, investigar sobre el pasado del mismo y proponer algunas escaramuzas practicantes que nos sirvan para “quitar carbonilla” al “armamento” velocipédico personal. Lo normal es que a la quedada del sábado y al evento formal del día siguiente acudan algunos cofrades (no todos porque no es habitual que lo hagan y además suele resultar imposible), así pues me ha parecido un buen momento para convocar a los potenciales asistentes para reunirnos y debatir algunos de los temas habituales u otros que pudieran surgir. De este tipo de reuniones siempre acostumbran a germinar ideas, proyectos, tomas de decisión… o en cualquier caso, risas y muy buenos ratos de camaradería. La CV no tiene asambleas, reglas de funcionamiento escritas, ni aparato burocrático o normativo, por lo que si faltan muchos miembros no pasa nada, nos reuniremos los que estemos y si por ahí pulula algún ciclista retro, compartiendo el fin de semana con nosotros, de seguro que será bien recibido en la reunión. Personalmente me responsabilizaré de establecer un orden del día y ejercer de moderador del encuentro.

“Etapa Vuelta 2km Vertical”

Son muchos los aficionados que han oído hablar de la marcha cicloturista de la Etapa del Tour. En la Volta a Portugal también organizan algo al respecto. Así que este año aprovechando la coyuntura de que la Vuelta a España tiene un final de etapa en el collado de la Fuente del Chivo (en la estación de esquí de Alto Campoo), se me ha ocurrido empalmar una quedada más, para cerrar este ambicioso fin de semana retro en Cantabria. Así pues, de nuevo asumimos el “chip” de quedada y nos olvidamos del concepto de evento organizado, y a los que nos apetezca el reto, nos plantamos en Santander, a orillas del mar Cantábrico, y a lo largo de una etapa en línea de unos 110 km, superamos 2 km (1996 m) de desnivel positivo (algo más acumulado) para ascender hasta el mencionado collado. El recorrido estará completamente asfaltado, y aunque tan sólo tiene un puerto, todo el trayecto se muestra como ascendente (a veces de forma evidente y continua). Las carreteras son buenas por lo general, quizás con algo de tráfico en algunos tramos. El puerto final es largo, no demasiado duro (salvo en condiciones de viento), pero los tres últimos kilómetros sí que se vuelven repentinamente empinados y exigentes. La idea es organizar un operativo de regreso en función de los asistentes y los vehículos o acompañantes disponibles, para finalizar en Reinosa (descenso), comer, despedirnos y que cada cual regrese a su casa con un montón de equipaje sentimental en forma de recuerdos y vivencias. Para este último plan rigen las cuestiones retro válidas para “La Montañesa” en cuanto a tipo de bicicleta y atuendo.
Perfil aproximado.

El envite ya está hecho, ahora es cuestión de cada uno decidir darle respuesta. Tras un par de años de ininterrumpida participación en eventos de ciclismo retro, al finalizar la temporada pasada llegué a la conclusión de que, habiendo vivido tantos, ahora me apetecía más embarcarme en planes no oficiales, con amigos y con retos o propuestas singulares y, desde luego, cambiantes. No voy a decir que lo descubriera recientemente, porque siempre me he organizado así, pero los planes de sendos ascensos retro al Aubisque y a Larrau la pasada temporada, fueron de lo mejor de la misma. Este año ya participé en la quedada rememorativa de la Salamanca – Madrid, y en el periodo de transición entre temporadas avisé de que me decantaría por buscar más posibilidades de actividades de “libre configuración”, o al margen de convocatorias oficiales. Aquí va un lote de ellas, una separada y exigente, y las demás concentradas en lo que puede convertirse en un fin de semana de ciclismo retro de lo más interesante. Que nadie se sienta responsable ni comprometido con algún “deber moral” de asistir, cada amigo tendrá sus quehaceres e impedimentos, quien me conoce bien sabe de sobra que, con o sin nutrida compañía, los planes los llevaré a cabo y los disfrutaré. La propuesta es variada en cuanto a zonas y paisajes, presenta una buena colección de ascensiones memorables y la belleza territorial está garantizada. Sobre la compañía, nada se puede asegurar en el momento de lanzar las propuestas, pero la experiencia me dice que suele ser reducida pero de excelente calidad humana, así que muy recomendable.

Aquí dejo un resumen “técnico” en formato de fichas de recuerdo.

El Paso de la Vaca Pasiega II
LOCALIZACIÓN
Galizano (Ayuntamiento de Ribamontán al Mar, Cantabria, 39160)
PUNTO DE SALIDA
El parque que hay junto a la iglesia del pueblo
HORA DE ENCUENTRO
8,15 de la mañana
HORA DE SALIDA
8,30 de la mañana
FECHA
Sábado 25 de julio
DURACIÓN APROXIMADA DEL RECORRIDO
162 km (aproximadamente) incluyendo cuatro puertos de montaña (1 muy largo). 8 horas sin paradas o averías; total unas 9 horas
COMIDA
Por el camino, una vez superados tres o los cuatro puertos, precio y lugar improvisados en función de cómo se vaya desarrollando la jornada. Buscaremos algo económico.
CONTACTO
jose.delmer@gmail.com


La Montañesa 2015
LOCALIZACIÓN
Santillana del Mar (Cantabria)
PUNTO DE SALIDA
Aparcamiento grande situado en la mano sur de la carretera que cruza el pueblo (a la izquierda si se circula en el sentido Torrelavega – Comillas.
HORA DE ENCUENTRO
9,20 de la mañana
HORA DE SALIDA
9,30 de la mañana
FECHA
Sábado 12 de septiembre
DURACIÓN APROXIMADA DEL RECORRIDO
100 km preferentemente llanos o “rompepiernas” suave, pero sin parar de subir y bajar pequeños altos costeros. 4,5 horas sin paradas o averías; total unas 6 horas
COMIDA
Probablemente muy poco antes de acabar. Precio y lugar pendiente de tener una aproximación de cuántos seremos. Buscaremos algo económico.
CONTACTO
jose.delmer@gmail.com


Etapa Vuelta 2015 (2km vertical)
LOCALIZACIÓN
Santander (Palacio de la Magdalena)
PUNTO DE SALIDA
Aparcamiento situado a la entrada frente al club deportivo RS de Tenis de la Magdalena. Finalizamos en Reinosa.
HORA DE ENCUENTRO
9,20 de la mañana
HORA DE SALIDA
9,30 de la mañana
FECHA
Lunes 14 de septiembre
DURACIÓN APROXIMADA DEL RECORRIDO
100 km + 25 de descenso Los primeros 25 de “rompepiernas” o toboganes, los siguientes 50 de suave pero ininterrumpido ascenso, 10 más llanos y el resto de puerto con 3 km finales muy duros. 5 horas sin paradas o averías más otros 45 minutos para el descenso (total unas 6 horas)
COMIDA
En algún punto del descenso a precio económico.
CONTACTO
jose.delmer@gmail.com