“Decidí poner Specialized a mi empresa porque siempre he
admirado a las empresas italianas en que trabajan realmente como artesanos, o
‘artigiani’ como ellos se llaman, totalmente centrados en su hermosa labor. Y
en Italia dicen ‘Spe-ci-al-i-zed’, que significa estar metido hasta el fondo en
algo. Pensé que era un nombre adecuado”.
M. Sinyard (en “Ciclismo de
por vida” RM Wallak & B Katovsky)
Esta entrada va dedicada a las bicis que pretendo utilizar
para completar mi particular Challenge Retro 2013. Tener, tengo algunas más en
casa. Pero son de carretera, viaje, montaña, época… No creáis que soy un
consumista en esto de las bicicletas. Más bien todo lo contrario, me duran años
y años, y al final, cuando decido cambiar (la de carretera o la de montaña
exclusivamente), lo hago porque ya hay algún adelanto tecnológico
irreprochable: cambios “syncro”, horquilla delantera con suspensión o alguna
cosa así. Y claro, al cambiar tan de cuando en cuando (cada 20 años
aproximadamente) las bicicletas que “dejo” no son vendibles desde un punto de
vista crematístico, y como me niego a dejarlas morir, pues las restauro,
“tuneo” o transformo para algún otro uso menor (ciudad, viaje o época
preferentemente). Pero lo dicho, hoy tan sólo me voy a entretener escribiendo
sobre las que espero que tomen parte en la challenge.
Antes hay que aclarar que no es que haga falta más de una
¡nada de eso! Lo que pasa es que como tengo tres que cumplen con los requisitos
solicitados, pues me apetece usarlas todas, en función de las circunstancias
que rodeen mi participación en cada evento. Vamos pues a hacer las
presentaciones:
A) Razesa (no recuerdo el
modelo): “mi bici de toda la vida”. Se trata de mi primera (y hasta ahora
anteúltima bicicleta de carretera). Me la compré cuando estudiaba en Madrid, en
2º o 3º de carrera, allá por año 1983 u 84. La compré en Otero (una de las
tiendas de bicicletas más tradicionales de Madrid) en una operación de
descuento especial que dicha empresa nos hizo a los estudiantes del INEF que en
aquel momento participábamos en un Seminario de ciclismo dirigido por el
carismático José Luís Algarra. Precisamente la estrené en dos etapas
castellanas del Camino de Santiago, cuando éste estaba muy lejos de convertirse
en el imán de multitudes que es actualmente. La bicicleta era azul celeste
metalizado, 2 platos y 5 coronas, componentes Simplex y Weimann. Con ella
empecé a rodar (con mochila ligera sobre los hombros) por los puertos de
Cantabria, junto con mi hermano Guti, en rutas de tres días. Con ella hice igualmente
(ya con alforjas) sendos viajes de un mes de duración, para recorrer todo el
BENELUX (unos 2000 km) un verano; y todo Gales y parte de Inglaterra (otros
1200 km) al verano siguiente (saliendo de casa a pedales para coger el Ferry).
Buenos tiempos aquellos, sin duda. La juventud permitía subir todo con el 42-23
pese a cargar con las alforjas sobre el trasportín trasero. Durante años fue mi
bicicleta de entrenamiento, miles de kilómetros y muchos puertos de montaña.
Pasó a ser pintada de negro, la doté de pedales automáticos y hasta de acople
de triatlón en alguna época, hasta que en 1995 pudo descansar al ser sustituida
por mi actual bicicleta de carretera. Recientemente, en 2011, la restauré. No
la pinté ni nada (conserva sus heridas) pero si la limpié, renové el cableado,
conseguí gomas de manetas de freno, un sillín de cuero, cinta de manillar, unos
rastrales metálicos y pocos detalles más, hasta dejarla preparada y funcionando
para participar con garantías en eventos retro. De hecho la “re-estrené” el año
pasado en mi primera cita clásica, el GPCC 2012, donde se comportó
perfectamente, incluyendo el tortuoso pedaleo por los caminos de sirga del
Canal de Castilla. Al final he localizado un juego de seis coronas con un 28,
no es que la bicicleta lo necesitara, pero yo sí, al menos si pretendo subir
ciertos puertos de alguno de los recorridos propuestos en la challenge. Esta
bici no es la que mejor me va posturalmente, pero tiene desarrollos
“asumibles”, es robusta y de mecánica sencillísima. Y además, ¡va dotada de una
carga emocional tremenda! Es la que pretendo utilizar en aquellos eventos con
puertos duros, muchos tramos no asfaltados y en los que participe además en
“categoría individual” (ahora lo explico).
B) Tandem Dawes “super
galaxy”: un sueño romántico. Ya casado, en 1991 conseguimos por fin cumplir un
anhelo largamente suspirado: la compra de un tándem Dawes de cicloturismo. Y
ello fue gracias a que mi amigo Tonino vivía ese año en Edimburgo, y se ofreció
a gestionar el encargo, la compra y lo que realmente supuso una heroicidad: el
transporte por vía aérea y con escala en París hasta Biarritz, donde fuimos a
recogerlos (a él y a la bici). Realmente no ha tenido demasiado uso, más bien
se redujo a ocasiones muy especiales. Excursiones o rutas cortas, organizadas
por nosotros mismos o algún que otro evento. Los hijos, la aparatosidad de la
máquina, las dificultades de coordinación del tiempo libre, etc. siempre
dificultaron sacarle verdadero partido. Era un ejemplar de un verde muy claro,
equipado completamente al estilo cicloturista británico, con transportín,
guardabarros, frenos cantiléver (y uno auxiliar trasero de tambor), neumáticos
bastante gruesos, triple plato, etc. Además, por la época, palancas de cambio
en el cuadro y cableado exterior. Al ocupar tanto sitio pasó muchos años de
parón en un desván y en una cochera rústica, viéndose deteriorado por el óxido
en algunas partes. Gracias a esta vena restauradora que me ha dado estos
últimos años, en 2012 me puse manos a la obra, lo limpié, lo pinté (de un verde
botella elegante), cambié cables, cintas de manillar y demás retoques hasta
dejarlo funcionando plenamente. El año pasado lo utilizamos para una
concentración de tándems (la mayoría modernos) en el Penedés, y volvimos a
disfrutar a tope con él. La idea es poder usarlo en un par de citas nacionales,
a las que probablemente acudamos en pareja.
C) Alan “Super Record”. Esta
bicicleta fue un capricho. Gracias a la existencia del Grupo Deportivo Teka y
su afincamiento en Santander, en Cantabria pudimos disfrutar durante muchos
años de un equipo profesional de alto nivel, que además de participar temporada
tras temporada en la Vuelta, Giro y Tour, fue ubicación del desempeño
profesional de numerosos ciclistas locales, con algunos de los cuales, como es
el caso de Enrique Aja y Alfonso Gutiérrez, guardo cierto grado de amistad. El
caso es que metido en faena, en la búsqueda de piezas y complementos clásicos,
pasé un día por la tienda-taller de Gonzalo Aja (mítico corredor, 5º
clasificado en la general del Tour del 74 – tras una sospechosa embestida –
ganador en la cumbre del Mont Ventoux y miembro del KAS de la época gloriosa) y
me encontré con esta bici en bastante buen estado y a un precio asequible. No
lo dudé, y pensando en que mi hermano tiene una igual y del mismo probable
origen (ex – Teka) y que quizá podríamos algún día participar juntos en
l’Eroica con sendas bicicletas en plan homenaje al Teka, me la compré. El
proceso de puesta a punto fue sencillísimo: algo de cableado, gomas para las
manetas, cinta de manillar y tubulares nuevos. Desconozco si el origen Teka es
cierto o no, pero por la edad del modelo y el hecho de que las llantas sean de
tubulares y no de cubiertas, estoy casi seguro de que lo es. Lo malo es que mi
experiencia con tubulares es inexistente y no sé si me atreveré a llevarla a
según qué recorridos. La bicicleta está en un estado estupendo, es muy ligera y
me va fenomenal de talla y postura. En contra tiene nada más lo de los
tubulares (que pretendo mantener para que sea 100% original y para homenajear
el pasado de la época, en el que creo que todos corrían con tubulares) y unos
desarrollo que se me hacen duros cuando hay desniveles importantes. En
principio espero utilizarla en aquellos eventos internacionales en los que haya
medias o largas distancias pero perfiles asequibles.
Eso con respecto a mis
bicicletas. A medida que lo he ido escribiendo, he ido teniendo noticias de
otras bicicletas que algunos amigos han ido recuperando, consiguiendo o
reparando. Estoy deseando verlas a todas en acción. Por ahora sé de otra Alan,
una Gitane, una Torrot, una Orbea, dos GAC, una Dawes, etc. ¡Esto se anima! Uno
de los objetivos de la propia Challenge: promover un cierto movimiento de
recuperación y sostenibilidad de bicicletas usadas, ya parece irse
consiguiendo.
Hola,
ResponderEliminarNo tenía ni idea de que se planeaba hacer una marcha de bicis retro en Cantabria. estoy muy interesado en ese tipo de eventos para veteranos ciclistas como yo y que tenemos pasión por el material antiguo....me gustaría mucho estar informado. Entraré mas en este blog.
un saludo
pedro
Bizkaia