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viernes, 10 de mayo de 2013

19. EL PENEDÉS

“Mendes alzó el vaso para observar el color del vino, lo movió trazando leves círculos y estudió los finos rastros traslúcidos que dejaba el líquido en el cristal al arremolinarse. Lo acercó a la nariz y cerró los ojos. Bebió un sorbo, conservó el vino en la boca e inspiró con los labios un poco entreabiertos para que el aire lo atravesara de camino a la garganta.
Luego se lo tragó y se quedó sentado con los ojos cerrados, y el rostro pétreo y muy serio. Josep no podía adivinar casi nada por su expresión.
Abrió los ojos y bebió otro trago. Sólo entonces miró a Josep. – Ah, sí – dijo suavemente”.

Noah Gordon (“La bodega”)

El domingo 19 de mayo, dentro de poco más de una semana, se celebrará en San Martí Sarroca el segundo evento de ciclismo clásico al que tengo programado asistir esta temporada, y el primero que se celebra en la Península Ibérica. Aunque no está precisamente cerca de casa, el viaje es asequible y relativamente cómodo en coche, ya que se dispone de autovía o autopista prácticamente todo el trayecto. Así que allí estaré, y en esta segunda “etapa” de la Challenge Retro, espero estar acompañado. No sólo por algún miembro de mi familia, sino también con gran probabilidad por algunos amigos con fuerte vinculación a aquella comarca.
La opinión que una parte aparentemente significativa (o al menos ruidosa) de los españoles tiene de Cataluña y de los catalanes no es siempre positiva, lo cual representa un buen ejemplo de un error común de nuestros días: juzgar a un territorio y a sus gentes en función de su clase política (que no políticos con clase) y de la supuesta Opinión Pública que ellos, las instituciones que representan y los medios de comunicación (también habitualmente compinchados con los primeros) pretenden hacernos creer que es la real entre los ciudadanos. Líbreme Dios de caer en tal error, pues me sentiría muy desdichado si como Montañés se me juzgara en función de la imagen pública que década tras década han ido dejando tras de sí algunos de nuestros políticos más populistas y esperpénticos.  No soy un experto en Cataluña, ni mucho menos, tan sólo he visitado algunos detalles de su geografía y contactado con habitántes anónimos de la misma, y sobre ello exclusivamente, voy a escribir hoy. Conozco un poco Barcelona, ciudad en la que he estado en varias ocasiones muy espaciadas a lo largo de los años; Lérida, y algún tramo emblemático de la costa Brava (Cadaqués, Tossa de Mar, Figueres… incluso Sitges); recuerdo que incluso por allí llegué a salir en bicicleta de carretera, un soleado día con uno de mis cuñados ciclistas (casualmente tengo muchos cuñados, y varios de ellos son o han sido aficionados a la bicicleta, aunque abundan ya los que la tienen más bien olvidada). También conozco algunas zonas del Pirineo catalán (Viella, Puigcerdá, La Seu d’Urgell…), pues por mi anteriormente comentada afición al esquí, he podido recrearme descendiendo por las laderas de La Molina (en un mítico Campeonato de España Universitario Open, en el que acudiendo yo con rol de técnico, mi amigo David consiguió una plaza para la Universiada de Corea en la modalidad de slalom especial), Boí Taüll (excelentes pendientes, calidad de nieve y sopa de ajo casera) y Baqueira Beret en bastantes ocasiones (Escornacabres incluido, con nieve virgen por encima de la rodilla y unos Dynamic VR27 de 2,10 m de largo, mano a mano con mi hermano Guti). Finalmente también recuerdo algún recorrido en moto, pero no mucho más, lo cual, tratándose de una tierra tan variada y amplia, se me antoja muy escaso. Pero esto es algo que no se va a solucionar en un fin de semana de pedaleo por la comarca del Penedés. De hecho, precisamente allí estuve hace menos de un año, y también pedaleando.
Efectivamente, el mismo organizador de la Pedals de Clip (Carles Soler) tuvo a bien convocar por el mismo territorio (y sospecho que recorrido algo similar), una concentración de tándems. Y escaseando tanto las posibilidades de poder asistir a tan extraño tipo de eventos (me refieros a los específicos para tándem), al final del verano pasado nos fuimos a participar. Eso me da ahora la oportunidad de poder hablar un poco del entorno que nos espera en unos días, y de recomendar encarecidamente el viaje allí, para poder disfrutar de un enriquecedor fin de semana de ciclismo y de turismo privado y relajado. En la pasada ocasión aprovechamos la ida para conocer Montblanch (localidad amurallada bastante interesante), en esta ocasión quizá nos detengamos en algún que otro paraje de interés y fácil visita rápida. El Penedés, desde mi punto de vista, es por encima de todo una tierra de vinos, payeses y  masías. Los viñedos, tapizando las lomas que apenas moldean suavemente el paisaje, contrastando con algunas escarpaduras de fondo por aquí o por allá, representan la verdadera esencia del panorama. Los payeses son el origen autóctono de su población, su carácter social y su cultura; mientras que las masías representan su arquitectura rural, su interpretación del desarrollo agrícola sostenible y han sido el centro neurálgico de la vida y las sagas familiares. Los vinos de por allí me los introdujo hace muchos años mi ya fallecido (y nunca olvidado) entrañable amigo Manuel, que les tenía en gran aprecio, lo mismo que al cava y… ¡aún sin pegar prácticamente nunca una pedalada sobre una bicicleta! al ciclismo histórico, mítico y contemporáneo de las Grandes Vueltas. Manuel se sabía bastante bien la historia del Tour de Frnacia, bastante de la Vuelta y mucho del Giro. Manuel no pedaleaba jamás (el era sobre todo de coche) pero seguía las tres grandes vueltas con atención y experto interés desde niño. Si me pongo a hablar de caldos del Penedés me centraré en las dos cuestiones que más me atraen del tema: por un lado, aparte de la ligereza y “facilidad” de disfrute que siempre me han proporcionado algunos tintos de esa tierra, quiero desde aquí rendir homenaje a ciertas bodegas que, de unos años a esta parte, se han volcado en la recuperación y utilización de la variedad de uva Syrah (la más antigua que se conoce, de origen etrusco al parecer), una variedad que marida estupendamente con mis preferencias personales. Tintos allí, los hay de muchas variedades y gran calidad. En breve probaré una recomendación de garnacha, pero mi iniciación a los caldos de esta comarca fue siempre con agradables y “tranquilos” Cabernet Sauvignon, bastante comunes por allí. Pero insisto algunos de variedad Syrah me tienen ahora mismo cautivado. La segunda cuestión es la del cava, bebida que estando muy fría y si se trata de una versión muy seca, me agrada muchísimo como trago social ocasional o incluso como riego de determinadas comidas. No seré yo quien descubra aquí y ahora las bondades y maravillas de numerosos cavas de esta comarca, pero si me sonrío al pensar que a día de hoy aún conservo algunas botellas de cosecha familiar, artesana y no comercializada que mi amiga ciclista Montse tuvo la gentileza de regalarnos. Dicho esto, resulta obvio que, entre otras cosas, espero aprovechar esta escapada para disfrutar de algún buen tinto local y varias copas de cava. Así que daros por brindados lectores.
El Penedés también disfruta de mucha costa: especialmente conocido resulta Sitges así como Vilanova i la Geltrú. Ambas localidades son buenos ejemplos de ello, pero costas he recorrido muchas a lo largo de mi vida, en diferentes países, latitudes, mares u océanos, y precisamente ésta no es de mis favoritas. De hecho allí, me tira mucho más la tierra (¡y sus viñedos mediterráneos!) que la costa. Sin embargo ahí está para disfrutar de su arena, sus baños y algunos de sus numerosos restaurantes con encanto más o menos escondidos.
La última vez que estuvimos por allí, por el Penedés quiero decir, fuimos excepcionalmente acogidos por una conocida y sus amigos locales. El trato fue inmejorable, cercano y amabilísimo. Nos sentimos plenamente agasajados y disfrutamos enormemente de nuestra estancia, breve pero intensa. Eran las fiestas patronales de Vilafranca (en honor a Sant Félix), lo cual implicaba un apretado, largo y potente programa de festejos y actividades, claramente enraizados en la cultura popular de la comarca. Lamentablemente llegamos un día después del concurso de “castellets”, que me hubiera encantado haber podido seguir en vivo, pero a cambio nos explicaron detalladamente todo lo relativo a esa manifestación acrobático-cultural y visitamos las zonas de entrenamiento de algunos de los grupos (Collas) de la ciudad. Pero si que vivimos una noche mágica de fuego, ruido, luces, colorido y olor a pólvora; tanto por la calle siguiendo a la comitiva, como más tarde desde un balcón estratégicamente situado ante la fachada de la Basílica de Santa María, donde finaliza el “Correfoc”, en un auténtico espectáculo de fuegos artificiales y gente entusiasmada.
 
 
Arriba Glenn Ford y Rita Hayworth, debajo Myriam y yo,
 en el tándem por el Penedés en la ocasión anterior
(Tanto Glen como yo felices y afortunados).
 

Respecto a lo puramente ciclista, puedo asegurar que realizamos un recorrido de lo más agradable. Poco más de 60 kilómetros por carreteras muy tranquilas y pistas de circulación laboral entre los campos. Atravesamos alguna pequeña localidad, estuvimos al “amparo” casi permanente de las viñas y en todo momento nos sentimos acogidos por el resto de ciclistas, casi en su totalidad catalanes, y a ninguno de los cuales nos habíamos encontrado previamente en toda nuestra vida. No sé exactamente cuánto de aquel agradable recorrido coincidirá con el propuesto para esta edición de la Pedals de Clip, aunque la zona es básicamente la misma, en cualquier caso se trata de una zona bastante llana o con variaciones orográficas muy suaves y llevaderas. Recuerdo algún que otro tramo corto de pista sin asfaltar pero con tierra muy lisa y compactada, que no suponía amenaza mecánica o incomodidad ninguna. La parada de descanso intermedia en aquella ocasión, fue una interesante visita-degustación a una de las sedes de Bodegas Torres, donde pudimos conocer su museo, recibir algunas explicaciones y probar varios de sus caldos. He visto que en esta ocasión el punto de inicio y final ha variado, lo cual me alegra porque nos dará la posibilidad de detenernos y conocer un poco otra de las localidades atractivas de la zona: Sant Martí Sarroca, que tiene una pinta estupenda en las fotografías que he buscado por Internet, con su castillo, su iglesia y esa localización elevada que promete excelentes vistas. Eso sí, me parece que del repecho final no nos librará nadie.
Y para “calentar” el ambiente un video promocional del evento:
 
 

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