“Mendes alzó el vaso para observar el color del vino, lo
movió trazando leves círculos y estudió los finos rastros traslúcidos que
dejaba el líquido en el cristal al arremolinarse. Lo acercó a la nariz y cerró
los ojos. Bebió un sorbo, conservó el vino en la boca e inspiró con los labios
un poco entreabiertos para que el aire lo atravesara de camino a la garganta.
Luego se lo tragó y se quedó sentado con los ojos cerrados,
y el rostro pétreo y muy serio. Josep no podía adivinar casi nada por su
expresión.
Abrió los ojos y bebió otro trago. Sólo entonces miró a
Josep. – Ah, sí – dijo suavemente”.
Noah Gordon (“La
bodega”)
El domingo 19 de mayo, dentro de poco más de una semana, se
celebrará en San Martí Sarroca el segundo evento de ciclismo clásico al que
tengo programado asistir esta temporada, y el primero que se celebra en la
Península Ibérica. Aunque no está precisamente cerca de casa, el viaje es
asequible y relativamente cómodo en coche, ya que se dispone de autovía o
autopista prácticamente todo el trayecto. Así que allí estaré, y en esta
segunda “etapa” de la Challenge Retro, espero estar acompañado. No sólo por
algún miembro de mi familia, sino también con gran probabilidad por algunos
amigos con fuerte vinculación a aquella comarca.
La opinión que una parte aparentemente significativa (o al
menos ruidosa) de los españoles tiene de Cataluña y de los catalanes no es siempre positiva, lo
cual representa un buen ejemplo de un error común de nuestros días: juzgar a un
territorio y a sus gentes en función de su clase política (que no políticos con
clase) y de la supuesta Opinión Pública que ellos, las instituciones que
representan y los medios de comunicación (también habitualmente compinchados
con los primeros) pretenden hacernos creer que es la real entre los ciudadanos.
Líbreme Dios de caer en tal error, pues me sentiría muy desdichado si como
Montañés se me juzgara en función de la imagen pública que década tras década
han ido dejando tras de sí algunos de nuestros políticos más populistas y
esperpénticos. No soy un experto en Cataluña,
ni mucho menos, tan sólo he visitado algunos detalles de su geografía y contactado con habitántes anónimos de la misma, y sobre ello exclusivamente, voy a escribir hoy. Conozco un poco Barcelona, ciudad en la que he estado en varias
ocasiones muy espaciadas a lo largo de los años; Lérida, y algún tramo
emblemático de la costa Brava (Cadaqués, Tossa de Mar, Figueres… incluso Sitges);
recuerdo que incluso por allí llegué a salir en bicicleta de carretera, un
soleado día con uno de mis cuñados ciclistas (casualmente tengo muchos cuñados,
y varios de ellos son o han sido aficionados a la bicicleta, aunque abundan ya
los que la tienen más bien olvidada). También conozco algunas zonas del Pirineo
catalán (Viella, Puigcerdá, La Seu d’Urgell…), pues por mi anteriormente
comentada afición al esquí, he podido recrearme descendiendo por las laderas de
La Molina (en un mítico Campeonato de España Universitario Open, en el que
acudiendo yo con rol de técnico, mi amigo David consiguió una plaza para la
Universiada de Corea en la modalidad de slalom especial), Boí Taüll (excelentes
pendientes, calidad de nieve y sopa de ajo casera) y Baqueira Beret en
bastantes ocasiones (Escornacabres incluido, con nieve virgen por encima de la
rodilla y unos Dynamic VR27 de 2,10 m de largo, mano a mano con mi hermano
Guti). Finalmente también recuerdo algún recorrido en moto, pero no mucho más,
lo cual, tratándose de una tierra tan variada y amplia, se me antoja muy
escaso. Pero esto es algo que no se va a solucionar en un fin de semana de
pedaleo por la comarca del Penedés. De hecho, precisamente allí estuve hace
menos de un año, y también pedaleando.
Efectivamente, el mismo organizador de la Pedals de Clip
(Carles Soler) tuvo a bien convocar por el mismo territorio (y sospecho que
recorrido algo similar), una concentración de tándems. Y escaseando tanto las
posibilidades de poder asistir a tan extraño tipo de eventos (me refieros a los específicos para tándem), al final del
verano pasado nos fuimos a participar. Eso me da ahora la oportunidad de poder
hablar un poco del entorno que nos espera en unos días, y de recomendar
encarecidamente el viaje allí, para poder disfrutar de un enriquecedor fin de
semana de ciclismo y de turismo privado y relajado. En la pasada ocasión
aprovechamos la ida para conocer Montblanch (localidad amurallada bastante
interesante), en esta ocasión quizá nos detengamos en algún que otro paraje de
interés y fácil visita rápida. El Penedés, desde mi punto de vista, es por
encima de todo una tierra de vinos, payeses y
masías. Los viñedos, tapizando las lomas que apenas moldean suavemente
el paisaje, contrastando con algunas escarpaduras de fondo por aquí o por allá,
representan la verdadera esencia del panorama. Los payeses son el origen
autóctono de su población, su carácter social y su cultura; mientras que las
masías representan su arquitectura rural, su interpretación del desarrollo
agrícola sostenible y han sido el centro neurálgico de la vida y las sagas
familiares. Los vinos de por allí me los introdujo hace muchos años mi ya
fallecido (y nunca olvidado) entrañable amigo Manuel, que les tenía en gran
aprecio, lo mismo que al cava y… ¡aún sin pegar prácticamente nunca una
pedalada sobre una bicicleta! al ciclismo histórico, mítico y contemporáneo de
las Grandes Vueltas. Manuel se sabía bastante bien la historia del Tour de
Frnacia, bastante de la Vuelta y mucho del Giro. Manuel no pedaleaba jamás (el
era sobre todo de coche) pero seguía las tres grandes vueltas con atención y
experto interés desde niño. Si me pongo a hablar de caldos del Penedés me
centraré en las dos cuestiones que más me atraen del tema: por un lado, aparte
de la ligereza y “facilidad” de disfrute que siempre me han proporcionado
algunos tintos de esa tierra, quiero desde aquí rendir homenaje a ciertas
bodegas que, de unos años a esta parte, se han volcado en la recuperación y
utilización de la variedad de uva Syrah (la más antigua que se conoce, de
origen etrusco al parecer), una variedad que marida estupendamente con mis
preferencias personales. Tintos allí, los hay de muchas variedades y gran
calidad. En breve probaré una recomendación de garnacha, pero mi iniciación a
los caldos de esta comarca fue siempre con agradables y “tranquilos” Cabernet Sauvignon,
bastante comunes por allí. Pero insisto algunos de variedad Syrah me tienen
ahora mismo cautivado. La segunda cuestión es la del cava, bebida que estando
muy fría y si se trata de una versión muy seca, me agrada muchísimo como trago
social ocasional o incluso como riego de determinadas comidas. No seré yo quien
descubra aquí y ahora las bondades y maravillas de numerosos cavas de esta
comarca, pero si me sonrío al pensar que a día de hoy aún conservo algunas
botellas de cosecha familiar, artesana y no comercializada que mi amiga
ciclista Montse tuvo la gentileza de regalarnos. Dicho esto, resulta obvio que,
entre otras cosas, espero aprovechar esta escapada para disfrutar de algún buen
tinto local y varias copas de cava. Así que daros por brindados lectores.
El Penedés también disfruta de mucha costa: especialmente
conocido resulta Sitges así como Vilanova i la Geltrú. Ambas localidades son
buenos ejemplos de ello, pero costas he recorrido muchas a lo largo de mi vida,
en diferentes países, latitudes, mares u océanos, y precisamente ésta no es de
mis favoritas. De hecho allí, me tira mucho más la tierra (¡y sus viñedos
mediterráneos!) que la costa. Sin embargo ahí está para disfrutar de su arena,
sus baños y algunos de sus numerosos restaurantes con encanto más o menos
escondidos.
La última vez que estuvimos por allí, por el Penedés
quiero decir, fuimos excepcionalmente acogidos por una conocida y sus amigos
locales. El trato fue inmejorable, cercano y amabilísimo. Nos sentimos
plenamente agasajados y disfrutamos enormemente de nuestra estancia, breve pero
intensa. Eran las fiestas patronales de Vilafranca (en honor a Sant Félix), lo
cual implicaba un apretado, largo y potente programa de festejos y actividades,
claramente enraizados en la cultura popular de la comarca. Lamentablemente
llegamos un día después del concurso de “castellets”, que me hubiera encantado
haber podido seguir en vivo, pero a cambio nos explicaron detalladamente todo
lo relativo a esa manifestación acrobático-cultural y visitamos las zonas de
entrenamiento de algunos de los grupos (Collas) de la ciudad. Pero si que
vivimos una noche mágica de fuego, ruido, luces, colorido y olor a pólvora;
tanto por la calle siguiendo a la comitiva, como más tarde desde un balcón
estratégicamente situado ante la fachada de la Basílica de Santa María, donde
finaliza el “Correfoc”, en un auténtico espectáculo de fuegos artificiales y
gente entusiasmada.
Fotografía de: http://ridesabike.tumblr.com/
Arriba Glenn Ford y Rita Hayworth, debajo Myriam y yo,
en el tándem por el Penedés en la ocasión anterior
(Tanto Glen como yo felices y afortunados).
Respecto a lo puramente ciclista, puedo asegurar que
realizamos un recorrido de lo más agradable. Poco más de 60 kilómetros por
carreteras muy tranquilas y pistas de circulación laboral entre los campos.
Atravesamos alguna pequeña localidad, estuvimos al “amparo” casi permanente de
las viñas y en todo momento nos sentimos acogidos por el resto de ciclistas,
casi en su totalidad catalanes, y a ninguno de los cuales nos habíamos
encontrado previamente en toda nuestra vida. No sé exactamente cuánto de aquel
agradable recorrido coincidirá con el propuesto para esta edición de la Pedals
de Clip, aunque la zona es básicamente la misma, en cualquier caso se trata de
una zona bastante llana o con variaciones orográficas muy suaves y llevaderas.
Recuerdo algún que otro tramo corto de pista sin asfaltar pero con tierra muy
lisa y compactada, que no suponía amenaza mecánica o incomodidad ninguna. La
parada de descanso intermedia en aquella ocasión, fue una interesante
visita-degustación a una de las sedes de Bodegas Torres, donde pudimos conocer
su museo, recibir algunas explicaciones y probar varios de sus caldos. He visto
que en esta ocasión el punto de inicio y final ha variado, lo cual me alegra
porque nos dará la posibilidad de detenernos y conocer un poco otra de las
localidades atractivas de la zona: Sant Martí Sarroca, que tiene una pinta estupenda
en las fotografías que he buscado por Internet, con su castillo, su iglesia y
esa localización elevada que promete excelentes vistas. Eso sí, me parece que
del repecho final no nos librará nadie.
Y para “calentar” el ambiente un video promocional del
evento:
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