“Composición con rojo, Amarillo,
negro, gris y azul”
Piet Mondrian (Collection Gemeentemuseum, La Haya).
Piet Mondrian (Collection Gemeentemuseum, La Haya).
Piet Mondrian fue un pintor
holandés cuya vida transcurrió entre los siglos XIX y XX. El cambio de siglo le
sorprendió a punto de cumplir la treintena, así pues le tocó vivir una
auténtica época de transformación y continua búsqueda de nuevos caminos en lo
que al arte se refiere. De él se dice que fue co-fundador del grupo De
Stijl y posteriormente se unió a otras agrupaciones
credoras como "Cercle et carré" y, en 1931, a “
Abstraction-Création”. La mayor parte de su vida artística se desarrolló en
París, ciudad que entonces se había convertido en el epicentro de la modernidad
en muchos aspectos de la vida, pero muy especialmente en lo que a la producción
artística se refiere. La evolución de estilo del pintor, a lo largo de toda su
vida, es una muestra evidente de lo que, a lo largo de aquellas épocas, estaba
ocurriendo en el mundo del arte, y muy especialmente en el de la pintura: una
constante y turbulenta sucesión de estilos y tendencias, la mayoría de ellos
asociados a fundamentaciones conceptuales, y además, muchas ganas de innovar,
revolucionar y diferenciarse de lo anterior. A Mondrian se le conocieron diversas
fases. Comenzó siendo considerado como impresionista, pero su búsqueda de un
estilo personal le hizo dar muestras de puntillismo y hasta fovismo. A partir
de ahí siguió pintando muchos temas naturales pero simplificando cada vez más
las formas y, sobre todo, los colores, apoyándose cada vez más en los
primarios, y este proceso le fue llevando irremediablemente hacia la
abstracción. Deambuló de París a Ámsterdam y viceversa, y se dejó influenciar
por otras tendencias pictóricas paralelas de la época, en especial la
“Revolución Cubista”. Sus obras más conocidas podrían calificarse como de
abstracción geométrica, concepto que desarrolló buscando la estructura básica
del universo a través de la “retícula cósmica”, la cual creó ajustando
rectángulos blancos (“no color” compuesto por todos los colores) y negros (“no
color” ausencia de todos los colores), encajados entre otros, pintados en los
colores más primarios: azul, rojo, amarillo y gris. Destacaba la ausencia del
verde que, según decían, tenía prohibido en su propia casa. Las explicaciones
aludidas para justificar su obra se apoyaban en teorías filosóficas y
espirituales que él mismo desarrollaba a partir de la influencia de otras
personas a las que de alguna manera seguía como corrientes de pensamiento. El
resultado fue una obra pictórica muy chocante para la época, verdaderamente
innovadora, pero a la vez de gran vistosidad. Ya desde el principio, tales
atributos provocaron que su obra causara gran efecto inspirador en algunos
sectores productivos, que sin llegar a ser considerados como artísticos, muestran
cierta a querencia a dejarse inspirar en sus diseños, por la modernidad
artística vigente o reciente. Nos referimos a la moda, los muebles, la
tecnología, etc. Cualquiera que eche un vistazo a sus “retículas” y evoque
objetos o decoraciones de uso cotidiano que pueda encontrar en su hogar o lugar
de trabajo, es fácil que encuentre la inspiración de Mondrian en los elementos
más insospechados.
En respuesta general a la
pregunta de ¿qué se proponen estas obras? (las de Klee, Mondrian, Calder y
tantos otros), Gombrich nos responde lo siguiente[1]:
“La respuesta es más fácil de
sentir que de dar, pues cualesquiera explicaciones degeneran fácilmente en
falsa profundidad o en franco absurdo. Sin embargo, si así puede decirse,
supongo que la verdadera respuesta se halla en que el artista moderno quiere,
simplemente, crear. El acento es cargado en la creación y sobre las cosas. El
artista quiere experimentar que ha hecho algo que no poseía existencia con
anterioridad. No precisamente una copia de un objeto real, por hábil que fuere,
no un fragmento de decoración, por diestramente que se lo realizase, sino algo
más importante y duradero, algo que el artista considera que posee mayor
realidad que los objetos vulgares de nuestra monótona existencia. Si queremos
comprender esta situación espiritual, debemos retroceder a nuestra infancia,
cuando convertíamos el palo de una escoba en una varita mágica, y unas cuantas
piedras en un castillo encantado”.
La empresa Look nació en Nevers (casi
el centro geográfico de Francia) en 1951. Desde el principio se dedicó al
diseño y fabricación de fijaciones de seguridad “automáticas” para esquí
alpino. De hecho, se la considera una auténtica pionera en dicho campo, al
disputarse con la empresa Marker el mercado de las primeras fijaciones modernas
que, poco a poco, fueron haciendo desaparecer del mercado los antiguos modelos
de cables. Sus productos adquirieron enorme relevancia y se caracterizaron por
ofrecer una constante evolución, materializada en forma de mejoras técnicas y
sucesivas renovaciones estéticas. Incluyendo un fugaz paso por los estribos de
equitación (suponemos que más como un guiño al mundo de la moda y a la
histórica relación de la firma Hermés con la obra de Mondrian), la empresa Look
pronto se abrió camino en otro ámbito deportivo relacionado con los pies de los
deportistas: el ciclismo. En 1984 revoluciona este deporte sacando al mercado
los primeros pedales automáticos de la historia. Un germen que originaría un
cambio radical de material en dicho elemento tan vital para la práctica del
pedaleo. Aquello supuso una auténtica revolución, tanto en el seno del pelotón
profesional como en el del mundo del resto de los usuarios de bicicletas de
ocio deportivo. Dicho cambio no fue repentino, sino progresivo, llevándose a
cabo a lo largo de unos pocos años que fueron desde el 84 hasta el final de la
década. En aquella “prodigiosa” década pasaron más cosas desde el punto de
vista del material ciclista. Especialmente que los fabricantes japoneses de
componentes (Shimano y Suntour), revolucionaron igualmente otro aspecto de las
bicicletas con la creación de los cambios de marchas indexados, más conocidos
comúnmente como sincronizados. Así pues, no es de extrañar que los
organizadores de eventos de ciclismo retro no se pongan de acuerdo en cuanto a
qué fecha fijar como límite de separación entre las bicicletas consideradas
clásicas y las modernas. Para los más puristas el año límite es 1984
(probablemente por la irrupción de los pedales automáticos) mientras que para
la mayoría 1987 (con la normalización del cambio sincronizado y otros detalles
de montaje como los cables de freno pegados al manillar). El caso es que sí que
coinciden a la hora de describir qué detalles caracterizan a una verdadera clásica
y cuáles no, en lo que respecta a pedales, cambios y cables.
Puntera de una fijación Look de esquí alpino en un modelo de alta
gama de los 80. En aquella época la marca hacía suya la estética
reticular de Mondrian para sus productos.
Pedal automático Look. Este probablemente es de la segunda
versión (aún en los años 80).
Pero volvamos a Look, que durante
los años ochenta desarrolló una gran actividad paralela en la fabricación de
componentes de ciclismo y esquí alpino. Y es precisamente entonces cuando la
firma decide inspirarse en la obra de Mondrian para el desarrollo estético de
todos sus productos, así como para el fortalecimiento de su imagen corporativa.
Aún desconociendo las motivaciones originales, no nos cabe la menor duda de
que, además de la vistosa y colorista estética de la “retícula”, el carisma
innovador del artista y su obra, fueran algo que los responsables de Look
quisieran incorporar a su imagen de marca innovadora y tecnológicamente
revolucionaria. Fruto de tal decisión veríamos desfilar, por los vertiginosos
descensos de las diferentes modalidades del esquí alpino, a los miembros del
equipo nacional francés, enfundados en los rectángulos de colores de Mondrian.
La esquiadora gala Perrine Pelen, una competidora muy versatil,
que consiguió varios triunfos para Francia y mostraba un estilo
especialmente agresivo y atractivo especialmente en los slaloms
gigante y especial
F. Piccard otro valuarte francés en una época difícil en la que
nuestro país vecino añoraba los ya por aquel entonces lejanos
triunfos del mítico JC Killy
En aquella época la empresa era
además adquirida por el grupo Tapie, algo que acabaría teniendo importantes
consecuencias para el ciclismo deportivo internacional, como enseguida veremos.
En el ámbito de la producción, poco a poco el ciclismo iba absorbiendo una
dedicación cada vez una mayor de la empresa. La innovación se abría camino en todos
los frentes: la incorporación del carbono y una permanente obsesión por el
diseño como fuente de inspiración, auguraban importantes avances. Y como
consecuencia lógica de ello, se sucedieron varios modelos de pedales y acabaron
llegando los cuadros de carbono. El primero en 1986 (el KG86), una combinación
de carbono con kevlar, que se materializó en los llamados tubos TVT, que pronto
se utilizarían por parte de muchos otros fabricantes de bicicletas de
competición ultraligeras para la época. En el 88 apareció el KG96, construido completamente
en carbono hecho a mano. Personalmente siempre lo he considerado como una
auténtica preciosidad, uno de los cuadros más bonitos de la historia moderna
del ciclismo. Y ya más adelante, para estrenar la década de los noventa, en
1990, Look volvió a dar otro paso adelante con la aparición del primer
monocasco, el KG169, que puede ser considerado como el adelanto de la presente
proliferación de cuadros de carbono monocasco. Mondrian, como fuente de
inspiración, aparecía permanentemente reflejado en toda esta productividad
tecnológica, distinguida por la versátil utilización de su “retícula cósmica”.
Anuncio de productos ciclistas Look en las revistas
del sector. Este es de 1989 con pedal de segunda
hornada, zapatillas, cuadro de carbono y un B. Hinault
ya retirado del ciclismo activo.
A nivel deportivo-ciclista, los años 80 también se caracterizaron por una gran revolución. Bernard Tapie, nuevo propietario de la empresa Look, decidía fundar el equipo ciclista La Vie Claire. El cual se convertía en el estandarte de batalla y en el escaparate de productos y avances de Look. La escuadra representaba los valores de la innovación y del vínculo con el diseño contemporáneo, y lo hacía a través de la integración de unos cuantos componentes revolucionarios para el ciclismo de la época. Algunos visibles y evidentes, aunque otros mucho más sutiles o intangibles:
- El maillot del equipo, si bien fue sufriendo algunas variaciones a lo largo de las diferentes temporadas durante las que el equipo está activo, siempre lo hacía sobre la base de diseños de “retículas” de Mondrian. Esto lo hizo inconfundible, además de rompedor con respecto a cierto clasicismo en los diseños hasta esa época.
- Para bien o para mal, el grupo deportivo surgió por la iniciativa de un gerente de “nueva generación”: Bernard Tapie. Se trata de un excéntrico millonario, empresario, actor, controvertido personaje público y político, que rompió con los moldes habituales hasta ese momento en la gerencia de los equipos profesionales de ciclismo. Su permanencia fue breve pero intensa, y finalizó por decisión propia, cuando, tras haber ganado dos Tours de Francia seguidos (85 con B. Hinault y 86 con G. Lemond) y después de despedirse de sus astros, se fue encaprichando progresivamente del mundo del fútbol, en el cual irrumpiría con similar virulencia, a través del Olympique de Marseille, club al que conseguiría dotar, casi por igual, de grandes escándalos y éxitos deportivos. Entre los últimos que destacan sus dos únicas finales en la “Champions”, de las cuales salió vencedor en la segunda, en 1993.
Tarjetas oficiales de La Vie Claire para la temporada 1986.Antes de aquel Tour todo eran sonrisas. Se ve el detalle deque calzan pedales automáticos y vestimenta con los motivosde la retícula de Mondrian. Sin embargo aún no habían aparecidoni sus zapatillas ni sus cuadros de carbono. - De la mano de tal dirigente, la Vie Claire se constituyó como un claro ejemplo de la introducción de la versión contemporánea de la política de fichajes en el ciclismo. El esquema, que posteriormente ha proliferado en demasía hasta nuestros días, es sencillo de resumir. Alguien pone el dinero (mucho), ficha a una gran figura (cuando más indiscutiblemente favorita mejor) y monta toda una estructura de equipo a su alrededor. Tanto a nivel de “staff” como de plantilla de corredores a su exclusivo servicio. Todo ello surgió aprovechando los desencuentros entre Bernard Hinault y su director deportivo Cyrille Guimard, precisamente cuando Fignon despuntaba como nueva gran opción de triunfo. De esta forma se crean equipos de golpe y porrazo, a costa de talonarios y sin base de formación o labor de cantera ninguna.
- La escuadra se convirtió además en el escenario en el que por primera vez en Europa irrumpía una gran figura norteamericana del ciclismo, que no era otro que Greg Lemond. Se trataba de un ciclista americano que en realidad se formó haciendo carrera neo y profesional en Europa, bajo la supervisión de equipos europeos. Ello hace que su particular historia sea diferente de la que en su día conté con respecto al 7-Eleven. Lemond demuestró ser un joven valor de excelente calidad y a partir de ahí surgieron las tensiones y luchas intestinas, las cuales, en el 86, por mucho que el equipo las quisiera maquillar o teatralizar en forma de camaradería, llegaron a consolidarse como algunas de las páginas de batallas, en el seno de un mismo equipo, más encarnizadas de la historia del ciclismo.
Los rostros lo dicen todo, Tour de Francia de 1985,la disciplina de equipo estaba clara y se respetó,otra cosar sería lo que cada cual sentiría dentrode sí y pensaría al respecto. Interesante el detallede la toalla que cuelga del cuello de Hinault, siMondrian levantara la cabeza...
- Otro aspecto destacado como aportación de esta entidad al ciclismo moderno fue la incorporación de un director deportivo pionero en lo que respecta a su perfil “científico”: Paul Köchli. De quién hablaron maravillas tanto Hinault como Lemond, de quién se comenta que dejó el ciclismo por no querer ser espectador ni parte del la era de la EPO, y de quién hasta el propio C. Guimard (que “reparte” críticas para casi todos sus coetáneos) apenas puede decir nada malo, e incluso alaba su gran conocimiento técnico del deporte del ciclismo. Después de Köchli, vendrían algunos directores más de este perfil a diferentes equipos. Aún hoy en día no son mayoría, pero al menos existen.
- En sus años “dorados”, por la Vie Claire también pasaron fugazmente algunos corredores con papel protagonista en la “década de los grandes cambios”: el norteamericano Andy Hampsten, fue el convidado de piedra, en la pugna entre los dos grandes astros durante el Tour del 86. Era uno de los brillantes fichajes del equipo para fortalecer a su líder (¿a cuál…?). Aquel ambiente no le debió gustar nada de nada, porque se aferró sin dudarlo a la oportunidad que le brindó el 7-eleven para regresar a sus colores para la temporada siguiente. Steve Bauer, canadiense, fue otro de los corredores que pasaron por allí (85 y 86), y que igualmente acabaría recalando en el “7-Eleven”. Y en cuanto al final… poco después de desaparecer todos los protagonistas que han sido mencionados aquí, el grupo deportivo cambió radicalmente de diseño de maillot, Toshiba se convirtió en la imagen prepondérate, y pese a la captura de futuros ilustres entre los que podemos destacar como ejemplos a Tony Rominger o Lauren Jalabert, la escuadra desapareció en el 92. Los ochenta habían pasado, la genialidad de Mondrian ya no aparecía exhibida y el polvorín que aquel grupo deportivo fue en su día, dejó hueco para otros equipos, de otra época.
Imagen del Tour del 86 (acertadamente colgada en el Facebook
del GPCC), aparte de la "nómina" de corredores queaparecen
en la foto, hay detalles que sugieren que nos encontramos en
mitad del proceso de transformación tecnológica del ciclismo:
del GPCC), aparte de la "nómina" de corredores queaparecen
en la foto, hay detalles que sugieren que nos encontramos en
mitad del proceso de transformación tecnológica del ciclismo:
7 de las 10 bicicletas que se pueden observar en la foto llevan los cables
de freno por fuera del manillar; 7 corredores con calapiés contra 4 con
pedales automáticos; la presencia norteamericana se materializa; los
ciclistas colombianos también se incoporan con protagonismo al pelotón
internacional; el equipo Reynols empieza a dar pistas de lo que en seguida
llegaría a ser; se hace patente el final de uno de los más grandes: B. Hinault;
último año en el que Peugeot (el más clásico de todos los equipos de
la historia) corre con su colores (duraría dos años más, pero ya
co-patrocinado por Z).
último año en el que Peugeot (el más clásico de todos los equipos de
la historia) corre con su colores (duraría dos años más, pero ya
co-patrocinado por Z).
Los años 80 representaron, por
infinidad de razones, el paso del ecuador del ciclismo clásico al moderno. A lo
largo de aquellas temporadas de pedaleo sucedieron muchas cosas importantes. En
su día vimos como el equipo 7-Eleven fue un actor clave provocando la
integración de los EEUU en el ciclismo europeo. Por otro lado, tal y como hemos
explicado hoy, la empresa Look, de la mano de la Vie Claire, fue uno de los catalizadores
más influyentes para provocar el cambio hacia la modernidad ciclista a través
de sus pedales, del empleo del carbono, de la implantación de una disciplina de
equipo llevada a extremos corporativos, de la irrupción del cientifismo en el
entrenamiento, y de la aparición de un estilo capitalista-agresivo en la
gerencia. Y todo ello alrededor de la gran carrera que siempre termina en
París, donde artistas como Mondrian anticiparon, mucho antes, profundas
transformaciones en la manera en que las personas iban configurar y dar forma a
sus ideas.
Maillot de homenaje a Mondrian. Aunque alguien poco iniciado
pueda pensar que es de la Vie Claire, se equivoca. Se trata de un maillot
sin publicidad, inspirado en las retículas del pintor. El mencionado equipo
no llego a considerarlo entre mis favoritos, pero tiene muchos adeptos en
el universo retro europeo.