viernes, 1 de febrero de 2013

5. ENTRENANDO

“No obstante, no existe nada más sencillo que ponerse el coulote elástico, el maillot y los guantes, atarse los zapatos, llenar una cantimplora – con lo primero que a uno se le ocurra -, hinchar los neumáticos a la presión adecuada, comprobar rápidamente que todo funciona y salir finalmente a la carretera, llueva, haga viento o luzca el sol, con el corazón lleno de alegría ante la idea de recorrer cien kilómetros. Y eso sigue siendo lo esencial”.
 
Bernard Hinault (gran campeón francés que usaba calapiés y cableado por fuera del manillar).
 
Hoy voy a hablar del entrenamiento, aunque me sonrío al teclear esta expresión, porque casualmente parte de mi dedicación profesional ha estado ligada al entrenamiento de ciclismo y de triatlón, así como a la formación de técnicos de ambas especialidades, e incluso (aunque suene algo pretencioso) a la investigación en este campo. Pero no os asustéis, no voy a daros la paliza con sistemas, planificaciones, series, umbrales y demás nomenclatura (y “tortura”) de entrenamiento. ¡Qué va! Ya lo veréis, un poco de paciencia.
La Challenge Retro 2013, o algunos de los eventos que la componen, es un reto personal, no es una actividad competitiva propiamente dicha. Reúne a gente de muy diferente condición, edad, dedicación, historia personal, antecedentes deportivos, etc. Por ello, tratar de medir su rendimiento en competición pura, sin una compensación de hándicap o rating (expresiones del golf y la vela respectivamente), sería un absurdo. Por otro lado cualquier intento de diseño de fórmulas compensatorias, se me antoja artificial, desvirtuado y casi con toda seguridad una fuente de controversias e injusticia. Por lo tanto, insisto, estamos ante un reto personal. Pero no nos engañemos, un reto en ocasiones muy duro. Toda esta introducción es importante para definir nuestro principal objetivo de entrenamiento, que no es otro que el de prepararnos para ser capaces de completar la Challenge o cada una de las pruebas en las que tomemos parte. No se trata de preparar ataques, o series para defendernos de escaramuzas ajenas, sino de adaptarnos a las largas distancias, y a los esfuerzos duros de los puertos o de los tramos más complicados o incómodos.

 
La primera buena noticia viene de parte del calendario, que sin duda ayuda mucho en la preparación. Una mirada pausada al mismo nos sugiere que es muy progresivo, va poco a poco. Los primeros eventos parecen asequibles por ser más cortos y sin puertos, o con algunos que no son largos (su dureza la desconozco). Hay algunos eventos a los que muchos de vosotros podríais asistir incluso sin entrenar. A medida que el calendario avanza, se van alargando las distancias, y a mitad de agosto aparece una prueba de fuego realmente dura: El Paso de la Vaca Pasiega. Antes ha habido tiempo para entrenar, y después aún queda margen para completar lo que falte hasta L’Eroica. Por otro lado, el calendario resulta atractivo por las fechas: comienza bien entrada la primavera, se dosifica en el verano y finaliza en los primeros días del otoño, todo ello parece sugerir buen tiempo. Tanto para participar, como para entrenar durante dicha “temporada”. Vamos, que en definitiva creo que se podría conseguir completar aunque sólo “toquemos” la bicicleta de mayo a octubre (el primero de estos meses incluido).
Total que precisamente, casualidades de la vida, nos encontramos ante un calendario muy “clásico”, ante el cual podemos plantear una planificación ciclista “retro”, con un periodo invernal dedicado a actividades variadas para cuando hace malo (pasear por la montaña, correr, nadar, esquiar, etc.) aunque no sean muy ciclistas; seguido de una preparación ciclista progresiva en la que el propio calendario de pruebas nos va poniendo las pilas poco a poco. Llegados al momento de coger la bici (aunque todos la podemos y solemos utilizar antes), dada la peculiar montura que vamos a utilizar, es recomendable que variemos bastante de tipo de ciclismo a la hora de ir acumulando kilómetros. Personalmente considero que lo mejor es alternar:
 
  • BTT: que en invierno es llevadera y aporta mucha resistencia a la fatiga postural al terreno bacheado y mucha fuerza-resistencia de piernas (por no hablar de la diversión). ¿Qué? ¡Excursiones y rutas, no os compliquéis la vida con sistemas de entrenamiento!
  • Carretera: es la mejor opción para acumular kilometraje. Mantenemos nuestra posición ideal (si es que es nuestra bici habitual) y nos facilita recorrer muchos kilómetros sin jugárnosla con el material o desgastar en exceso nuestra clásica. Nos procurará resistencia de larga duración y adaptación postural (lo que más falta hace para la Challenge). ¿Cómo? Pues haciendo kilómetros, nada de inventar. Cuántos más kilómetros acumules, mejor preparado irás (seguro que ninguno de nosotros se va a pasar de entrenamiento).
  • Movilidad sostenible: todo vale, ir a trabajar en bicicleta, a hacer algunos recados o a pasear, a lo tonto, nos mantiene activos, nos permite pequeñas dosis de fuerza de pedaleo en las piernas y nos mantiene el “recuerdo del asiento” adaptado por su frecuencia de uso.
  • Con nuestra bici clásica: también conviene utilizarla esporádicamente. Principalmente por dos razones. La primera para asegurarnos que probamos el material, que lo mantenemos funcionando y que podemos prever o tratar de adelantarnos a sus fallos. La segunda porque seguro que su posición de montura implica algunas pequeñas variaciones en talla o geometría, tipo de sillín, así como en el manejo de manetas y pedales. Total, que recomiendo darse algún garbeo medianamente largo de vez en cuando en ella.
Como veis, a poco que utilicemos cada una de ellas, vamos a ir entrenados. No hay nada que temer. Aún así os planteo lo que para mí, deberían de ser los principales objetivos de entrenamiento:
  • Adaptación a la posición y manejo de la bicicleta: se consigue alternando la bici clásica con la de carretera (salvo que sólo tengas la primera, en cuyo caso se consigue directamente con su uso).
  • “Familiarización” con el asiento: algunos sillines clásicos son de cuero algo rígido, otros con diseños algo antiguos. Personalmente no me suelen dar problemas, pero hay gente especialmente delicada con este tema, por ello conviene probarlo progresivamente alargando las salidas en esa bici (el calendario, tal y como he señalado antes ayuda mucho a ello si se participa en la mayor parte de la Challenge; los que no lo hagan, deberán conseguirlo por su cuenta).
  • Fiabilidad mecánica: una bicicleta vieja es fiable cuando se usa periódicamente, se la hace funcionar, se la repasa y se la observa. Otra cosa que conseguimos con la alternancia y los kilómetros.
  • Resistencia “horaria”: esta es la clave para los eventos largos (de 100 kilómetros o más), en los que se trata de aguantar pedaleando con una media discreta pero eficiente. Para ello no hay secretos ni sofisticaciones: cuántos más kilómetros en bicicleta lleves de bagaje, más garantías y resistencia conseguirás. Así que mi consejo es variar mucho de rutas e itinerarios cuando salgas de casa: para no aburrirte, para descubrir rincones y para variar la adaptación al esfuerzo y a la técnica de conducción por tramos diferentes.
  • Fuerza a las pendientes: en realidad este no es un objetivo clave, aunque va a resultar importante en dos eventos, L’Eroica y, sobre todo, La Vaca Pasiega. La manera de adquirirla es intercalando rutas de BTT o escogiendo itinerarios duros y con puertos de vez en cuando con la de carretera, pero ambas cosas son fáciles de realizar para los que vivimos por el norte…
Eso es todo, aunque lo mejor es no hacerme mucho caso a mí y seguir los consejos de Hinault: salir a la carretera con el corazón lleno de alegría ante la idea de hacer kilómetros.

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