viernes, 17 de abril de 2015

16. PEUGEOT


 "León oteando". Jean-Léon Gérôme. (Museo de Arte de Cleveland)

Desde un punto de vista velocipédico, mi amigo Alejandro puede ser considerado como francófilo. Y a mí no me extraña, ya que esa postura suele ser un acierto. Y no me refiero a su admiración por la vertiente más agonística del deporte del pedal, con sus clásicas, su Tour de Francia y sus grandes campeones, sino por la forma que tienen, y han tenido siempre, de entender la práctica ciclista ciudadana. A mi amigo le gustan las bicicletas francesas (y todas las demás), su historia velocipédica y su cultura del pedal. En especial algunas formas de disfrutar de este sano deporte, entretenimiento o forma de viajar. Así pues, espero que a mi amigo le guste esta entrega, o al menos le pueda aportar alguna información, alguna pista o consiga arrancarle algún atisbo de sonrisa. Además, mi amigo Alejandro, entre sus bicicletas, tiene una Peugeot.

Portada de 1920 (Imagen: bikeboompeugeot)

En el siglo XIX, Jean Pequignot Peugeot era un constructor de molinos de agua que, con los beneficios obtenidos por su trabajo, amplió su negocio con una acería ubicada en Montbéliard (apenas a 13 km de la frontera con Suiza), asociándose para ello (allá por 1810) con sus dos hermanos y otra persona más: Jacques Maillard-Salins (de donde supongo que proviene el nombre del sistema de piñones utilizado en ocasiones por la marca).

“En 1847, Jules y Emile Peugeot decidieron hacer del león el emblema para su surtido de herramientas. La imagen, les pareció, reunía las cualidades de sus sierras: fuertes, flexibles y rápidas. En 1882, el león hizo su primera aparición en las bicicletas Peugeot y todos sus productos desde entonces. Como la organización que representa, el león ha podido cambiar con los tiempos, pero nunca cesando de simbolizar su intrínseca naturaleza felina”.
Portada 1898 (Imagen: cyclespeugeot)

Algunas fuentes otorgan la autoría del emblema a un grabador residente cerca de la factoría, llamado Justin Blazer, en el año 1858. Desde el año anterior, la producción se llevaba a cabo, en el recientemente adquirido molino de Belieu (en Mandeure, prácticamente la misma zona geográfica). Para entonces ya se dedicaban a la fabricación de cuchillos, sierras y maquinaria para molinos. Las primeras bicicletas vendidas con la marca Cycles Peugeot fueron comercializadas en 1882. La producción en serie de su mítico velocípedo “Le Grand Bi” se sitúa en el año 1886 (quizá antes, pues en 1985 contaban ya con 300 empleados). Esta máquina fue inicialmente fabricada por Armand Peugeot de forma manual.
"La Grand Bi" (Foto: página oficial de bicicletas Peugeot)

Enseguida la firma se hace un hueco importante dentro de la incipiente industria ciclista y en 1890 uno de sus modelos es utilizado por el ejército francés: se trata ya de una bicicleta de “seguridad” con freno delantero por presión superior a través de un taco de goma. La marca se toma muy en serio su participación en la Exposición Universal de 1899 de París, oportunidad que aprovechan para abrir una tienda en la capital francesa en el número 32 de la Avenue de la Grande-Armée.
Cartel publicitario de la tienda Peugeot en
París.

En 1900 la producción en Beaulieu (que está cerca de Basilea y Berna) incluía triciclos de adulto y bicicletas, y alcanzaba las 20.000 unidades. La localización resultó perfecta, algo demostrado por la proliferación de talleres y factorías en la zona. Muchas razones explican tan marcado desarrollo industrial en Mandeure: numerosos cursos de agua por los alrededores, grandes reservas naturales de mineral, población marcadamente emprendedora y la construcción temprana de un ferrocarril y el canal del Rhone al Rhin. Todo ello configuró un entorno muy propicio para la germinación de talleres, industrias y centros de formación profesional especializados en pleno siglo XIX.

En el plano deportivo, Peugeot se estrenaría pronto con la victoria de Trousselier en el Tour de Francia de 1905, significando la primera de las 10 victorias de Peugeot en la más grande de las carreras ciclistas. Anteriormente, en 1896, Paul Bourrillon ya se había erigido en campeón del mundo de velocidad con una bicicleta de la marca. Eran tiempos en los que los fabricantes más avanzados buscaban corredores a los que patrocinar a nivel individual.
Publicidad en folleto de 1898, a través de
corredores (Imagen: cyclespeugeot)

1926 se convierte en una fecha importante, un hito dentro de la historia de la marca, pues probablemente debido al enorme crecimiento de la empresa, se decide la creación de la Nueva Sociedad de Bicicletas Peugeot, con la intención de separar su actividad de la de los automóviles, ambas en pleno crecimiento y con grandes perspectivas de futuro. La sección de “las dos ruedas” incluía también la fabricación de ciclomotores, algo que para nada eclipsó el ritmo productivo de las bicicletas, que por ejemplo, en el año 1930 alcanzó la cifra de 162.000 unidades.
Revista Peugeot de los años 30. Siendo ya una
empresa independiente de la de automóviles, se
caracterizaba por una gran diversidad de productos.
Otro detalle del paralelismo industrial experimentado
en Eibar son las motocicletas y ¡las máquinas de coser!
(Imagen: bikeboompeugeot)

En lo que respecta a las bicicletas, Peugeot (al igual que innumerables ejemplos de la industria francesa en general) siempre se caracterizó por incluir, dentro de su actividad diseñadora e industrial, propuestas innovadoras y rompedoras. Si bien no siempre cuajaron como tendencia o resultaron acertadas, quien no lo intenta, nunca lo logra, y a la marca del león, en ese aspecto, no se le pueden poner objeciones. Por ejemplo, en 1941 se produce el lanzamiento de bicicleta futurista en lámina de aluminio prensado. Se trataba de un modelo con clara vocación ciudadana. Hay que resaltar que si bien la vinculación de Peugeot con el ciclismo de competición resulta históricamente abrumadora, quizá más aún lo sea su interés por dar servicio comercial a todo tipo de usuarios de la bicicleta: adultos, gente del campo, ciudadanos, turistas, aficionados a un ocio activo, etc. Estamos repasando la vida de una gran industria, una de las más importantes de la historia contemporánea de Francia, no una pequeña aventura romántica conducida por algún aficionado al ciclismo deportivo, sino un imperio industrial fundado por una familia de emprendedores del metal. Así pues parece lógico que la atención a un mercado, cuánto más extenso mejor, haya sido siempre una de sus señas de identidad. Y precisamente, gracias a ello, Peugeot siempre se haya encargado (junto con otros ilustres fabricantes mundiales, incluidos los de Eibar) de cubrir las necesidades de bicicletas “para todos/as”.

 Diseño revolucionario para una bicicleta en 1941, cuadro
fabricado en chapa de alumnio (Foto: página oficial de Peugeot)

Revista Peugeot de 1938: la propuesta "conceptual"
de cicloturismo es clara.
(Imagen: bikeboompeugeot)

Catálogo de 1951 y se vuelve a sugerir
"otro" ciclismo. (Imagen: bikeboompeugeot)

Con el paso de los años, en 1972 adquieren la planta de Romilly sur Seine (al este de París), la cual se convierte en el segundo lugar de producción de la firma. Precisamente en el año 1973 lidera el mercado francés con 500 modelos (supongo que el dato se refiere a modelos comercializados hasta esa fecha). Los años setenta resultan pues de lo más animados para nuestra marca protagonista. En 1977 Bernard Thévenet pone un bonito broche de oro al periodo al ganar el 10º Tour de Francia para Peugeot.

En varios textos anteriores he comentado reiteradamente que la década de los años ochenta se convirtió en la frontera entre el “clasicismo” y la “modernidad” ciclista, tanto desde un punto deportivo como de revolución tecnológica aplicada a la construcción de bicicletas, diseño de componentes y modernización de los materiales utilizados. Peugeot no vive ajena al proceso y en 1982 introduce la técnica de soldadura sin racores ni costuras aparentes, dicho proceso se transfiere rápidamente a toda su gama de bicicletas, y pronto es asumido igualmente por la mayor parte del resto de fabricantes. Inmediatamente en 1983 presenta su primera bicicleta de carbono (de tubos pegados), apuntándose cuanto antes a la carrera iniciada por Alan y seguida muy de cerca por los franceses de Vitus, colaboradores cercanos de Peugeot (y que tuvieron mucho que ver en aquella bicicleta). Tratándose de un importante referente industrial en el sector, su capacidad para trabajar en varios frentes simultáneamente le permitió igualmente convertirse en la primera marca francesa en fabricar una BTT en nuestro vecino país, en 1984 (hay que recordar que BH le ganó la partida de llevarse este mismo honor a nivel europeo).

Precisamente en el año 1992, ambas marcas, Peugeot y BH, se verían en cierta medida enlazadas, pues los franceses confiarían la fabricación y comercialización de sus bicicletas a Cycleurope (propiedad de BH), que después se convertiría en el propietario (temporal) de la totalidad de la herramienta de producción. El mercado vive en aquella época un nuevo ciclo ascendente con el éxito comercial de la bicicleta de montaña y derivadas (híbridas…), como ejemplo podemos señalar que en el año 1996, ese tipo de modelos representan el 56% de la producción de bicicletas de la marca Peugeot.

Con el cambio de milenio, en 2004, Peugeot recupera su marca como fabricante de bicicletas y con ello su actividad comercial ciclista a través de su red de concesionarios de automóviles. Su vocación innovadora se mantiene medianamente viva y en el 2009 lanza su primer modelo eléctrico, quizás atenta a lo que pueda estar convirtiéndose en una nueva revolución industrial y comercial dentro del mundo ciclista.
Una de las primeras formaciones del equipo Peugeot.
(Foto: página oficial de Peugeot)

“Los primeros coqueteos de Peugeot con la competición responden a los triunfos de Hippolyte Aucouturier, alias ‘El Terrible’, en la París-Roubaix y la Burdeos-París de 1903. Fue a partir de 1905 cuando el Peugeot surge como tal con las cuatro victorias en el ‘Tour de Francia’: 1905 con Louis Trousselier, 1906 con René Pottier y 1907 y 1908 con Lucien Petit Breton”.
 Petit-Breton (Foto: dewielersite)

 Petit-Breton en carrera en 1908.


La plantilla del equipo de 1914 me parece una auténtica exhibición de “galácticos” de la época: Philippe Thys, Henri Pelissier, Jean Alavoine, Oscar Egg, Emile Georget, Emile Engel, Francois Faber, Gustave Garrigou, Firmin Lambot, Louis Heusghem, Eugène Christophe y Marcel Baumler. Si alguien tiene la suficiente paciencia como para ir investigando lo que dieron de sí cada uno de ellos a lo largo de sus respectivas carreras deportivas, va a “alucinar”. Tras la Primera Guerra Mundial, la marca opta por la fórmula del co-patrocinio, asociándose a otros patrocinadores o delegando en una estructura de equipo las responsabilidades propias de la gestión competitiva. Aquel periodo lo inicia formando parte de “La Sportive” hasta 1922. En concreto, desde 1917 hasta 1924 patrocinan a Philippe Thys exclusivamente o acompañado de Jean Alavoine. La marca continúa presente en la competición durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial, aunque con algunas interrupciones.

A partir de 1946, el equipo reapareció con largas plantillas de corredores preferentemente franceses, equipos muy luchadores aunque con ausencia de grandes estrellas. Entre los corredores españoles que por allí pasaron figuraron Dalmacio Langarica y Julián Berrendero en 1949. De 1936 a 1955 el equipo se denominó Peugeot-Dunlop. Entre el 56 y el 75, BP se convertiría en el co-patrocinador más significativo de la escuadra. Si bien su palmarés no ofrece grandes reseñas en el Giro, su presencia en nuestro país se hizo patente con la victoria final en tres ediciones de la Vuelta: años 1948, 1969, 1971. Precisamente una de ellas a cargo de Roger Pingeon, quien perteneciendo a los mismos colores de Peugeot (aunque para la ronda francesa debiera entonces vestir el maillot nacional de Francia) lograría la victoria del Tour del 67, aventajando al magnífico Julio Jiménez (“El Relojero de Ávila”) en 3’ y 40”. De todas formas la prensa siempre se encargó, y aún lo sigue haciendo, de que el principal recuerdo que aquella edición fuera la dramática muerte de Tom Simpson (por los efectos del dopaje a través del consumo de múltiples sustancias estimulantes) en una tórrida ascensión al Mont Ventoux.

El diseño del maillot blanco con los cuadros de ajedrez se incorporó en el año 1963 ¡el de mi nacimiento! Reconozco que esta información me ha sobrevenido, me hace ilusión y me alegra que me sorprenda escribiendo esta especie de celebración al fabricante francés. Esa emblemática prenda se mantuvo hasta el final del equipo “como tal” en 1986.

Tanto Tom Simpson como Eddy Merckx dieron triunfos para el equipo en la Milán-San Remo (1964 y 1966+1967 respectivamente) y en el Campeonato del Mundo de Ruta (1965 y 1967). Bernard Thévenet, logaría sus dos triunfos del Tour de Francia en los años 1975 y 1977, convirtiéndose en la figura más emblemática de la marca durante la época del ciclismo “moderno”. Posteriormente el equipo se nutriría de la cantera desarrollada por el Athletic Club de Boulogne Billencourt (ACBB), y serviría de primer escalón profesional para un gran número de corredores de valía, muchos de ellos de procedencia anglosajona como Phil Anderson, Robert Millar, Stephen Roche, etc.
 Eddy Merckx corriendo para Peugeot en 1967.

Bernard Thévenet en el Tour de Francia con Peugeot.

La vida deportiva de la marca finaliza en 1989 con el Z-Peugeot (año en que G. Lemond gana su 2º Tour con ADR y un año antes de ganar su 3º con Z, pero ya sin Peugeot). Mirándolo con perspectiva no nos queda más que rendirnos a la evidencia de que estamos ante uno de los equipos más grandes de la historia del ciclismo, no sólo por sus triunfos o la excelente nómina de corredores que han pasado por sus filas, sino sobre todo, por la cantidad de años (¡décadas!) que se ha mantenido activo.

Colección de logotipos Peugeot de los tubos de dirección de
sus bicicletas a lo largo de la historia. (Imagen: de un
documento de la página oficial de Peugeot).

Para esto del coleccionismo y los caprichos personales, cada cual tenemos nuestras manías y nuestras predilecciones. En ello tiene mucho que ver lo emocional y la carga simbólica que cada cual ha ido dando a diferentes situaciones vitales pasadas y a recuerdos que caprichosamente se le quedan grabados en lo más profundo de su ser. Los puristas de Peugeot (al menos los forofos más entusiastas que personalmente he encontrado), se pirran por cualquier modelo Peugeot de carreras categorizado como PX10, lo que implica construcción con determinadas tuberías de acero (preferentemente Reynolds 531, aunque en algún caso Columbus SLX o Super Vitus 980), todo ello en función de las fechas de fabricación de este tope de gama de competición de la marca. Personalmente no me van por ahí los tiros. Puestos a soñar, eligiendo así, a ciegas, me quedaría con una Peugeot “La Sportive” de los años veinte, que resultando (a vista de catálogo) muy similar al coetáneo modelo “Tour de France”, algo mejor debía de ser pues era ligeramente más cara. Se trata de un excelente modelo de lo que yo vengo denominando “estilo pionero”.
Modelo "La Sportive" en el catálogo de
¿1919?. (Imagen: cyclespeugeot)

Pero en realidad tampoco es esa la Peugeot que más me gusta. De la marca siempre me han atraído algunos de los colores que fácilmente podemos vincular a la misma, y que sorprendentemente, han ido cambiando mucho a lo largo de los años: verdes y azules muy claritos, algún naranja, grises pálidos o posteriormente muy oscuros y azules intensos. Haber ha habido más, pero los citados son los únicos que me sugieren esa “reminiscencia” Peugeot. Bueno, los anteriores y ¡por supuesto! La que considero la decoración más atractiva de la firma: el cuadro blanco con detalles (e incluso dameros) en negro. Esa es sin duda la estética corporativa que más sugerente me resulta del fabricante galo. Y puestos a elegir modelo, en este caso deserto de mis preferencias más competitivas y me decanto por los modelos puramente “cicloturistas de estilo muy francés”, con sus guardabarros metálicos, sus trasportines trasero y delantero, frenos cantiléver, en algunos casos triple plato y algún que otro complemento que invite a la aventura viajera autónoma. En concreto, a lo largo la década de los años 70, la firma presentó ejemplares muy atractivos. De entre los que he podido ojear, el modelo PY 60 (incorporándole los portabultos), me parece una auténtica preciosidad: para mi particularísima concepción de lo que es una bicicleta Peugeot, la versión ideal. Me bastaría conseguir una preciosa y generosa alforja de manillar, y soy capaz de imaginarme recorriendo cordilleras galas o serpenteando junto a los cursos de sus ríos más frondosos. Eso sí, tal y como defiende también Alejandro, en recorridos líneales o circulares, jamás de ida y vuelta por la misma ruta.

Modelo de cicloturismo PY 60 P de 1976
(Imagen: bikeboompeugeot)

Modelo de cicloturismo PA60 de 1976
(catálogo para Holanda). (Imagen: peugeotshow)

Sin embargo, nunca tuve una Peugeot hasta hace un año, y ello fue como consecuencia de que me regalaran un ejemplar abandonado, descuidado y falto de algunas piezas. En cierta medida tuve suerte, pues el cuadro es de mi talla, la bicicleta salva el límite de lo clásico (es de 1984), era de gama alta (no el tope) y su color gris “grafito” está dentro de los que me satisfacen para este fabricante. Se trata de una PH11. La bicicleta, digan lo que digan los puristas, es “más Peugeot” que muchas otras y que lo que puedan ofrecer otros modelos más altos de gama. Me explico: todos sus componentes son franceses, con los característicos frenos CLB y desviador trasero Simplex; porta además unos pedales Atom CX 500 “aero” muy característicos de la época y unos platos y bielas Solida; pero lo que más representa su esencia de marca es el cuadro y el buje trasero. El primero es un Peugeot BBT (Brazed Butted Tubing = tubería soldada a tope), precisamente fabricado con la tecnología que ellos mismos habían lanzado al mercado apenas tres años antes (por cierto que en este caso con la peculiar “innovación” de que el diámetro del tope superior del tubo del sillín sea más estrecho que el propio tubo; un incómodo capricho para localizar tijas adecuadas). Respecto al eje trasero, resulta que se trata de un Maillard (¿recuerdan el apellido?) Helicomatic, otra auténtica rareza de la casa, incompatible con el resto de fabricantes de coronas y piñones… ¡Auténtico Peugeot!. En cualquier caso, la bicicleta me gusta y me siento cómodo con ella. A pesar de una ligera torcedura de alineamiento entre ambas ruedas, funciona perfectamente y me parece una máquina robusta, de esas con las que no te importa meterte en cualquier etapa que incluya duros tramos sin asfaltar. Me tomé algunas libertades en su restauración y me gusta su resultado estético. Otro homenaje puesto en marcha.
 Catálogo de la PH11 de 1984 para Holanda
(Imagen: peugeotshow)


Catálogo de la PH11 en francés, de 1984
(Imagen: bikeboompeugeot)


Catálogo de la PH11 de 1985 para Holanda
(Imagen: peugeotshow)

 Mi Peugeot PH11, restaurada.

 El sistema de buje trasero Maillard Helicomatic.

"Homenaje" personal a Peugeot.

Referencias muy especializadas (¡y estupendas!) sobre bicicletas Peugeot:

Una buena recopilación de catálogos escaneados:


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