¡Alguien nos ha hecho quedar mal!
Ante Europa y ante los aficionados al ciclismo retro que se hayan acercado a
este rincón del ciclismo. Alguien ha conseguido que los extranjeros que hayan
viajado hasta La Rioja con el objetivo de participar en este evento, así como
aquellos aficionados de nuestro país que lo hayan probado por primera vez, se
puedan haber quedado con una imagen errónea, falsa e incluso en algunos
detalles chapucera, de lo que el mundo retro puede y suele ofrecer. Y la culpa
no es de La Rioja, ni de sus maravillosos paisajes. Tampoco de sus magníficas
bodegas o de sus encantadores vecinos. No, la culpa es de los gestores (de aquí
y de allí), de personas que parecen pretender “hacerse de oro” a costa, casi
exclusivamente, de vender una “marca” de evento, que en este caso, ha tenido
muy poco detrás, y a un precio superior al del resto de citas.
Puedo estar sonando duro, pero
creo que estoy siendo realista. El desarrollo de la Eroica en España ha
resultado pobre y ruin en demasiados aspectos. La cita no ha estado a la altura
de su hermana mayor toscana, la cual, por cierto, tampoco lo está a la de otras
citas europeas, y desde luego muy alejada de su insuperable materialización
británica. Para mí el fin de semana transcurrido en La Rioja ha sido fenomenal,
tal y como en breves momentos espero saber expresar, pero ello no ha sido obra
del evento, sino de muchos otros factores ajenos a él. Me da la impresión de
que los propietarios de la franquicia se sienten algo superiores al resto de
las personas, quizá divinos. No sé si andan por ahí con muchas exigencias y
dando poco o nada a cambio. Pero tras haber vivido la experiencia en tres
países diferentes, puedo asegurar que los británicos lo han hecho a su modo y han
sabido hacerlo muy bien. Imagino que a la hora de hablar de libras esterlinas y
de negociar autonomía de decisión, el “Imperio” sigue ejerciendo como tal.
Aquí la participación se ha
quedado corta al no llegar a los 700 ciclistas. No me sorprende cuando,
considerándome un “experto” usuario del asunto del ciclismo retro, me ha dado
la impresión de que todo esto se ha ido montando de espaldas al mundillo
nacional del ciclismo vintage, además de muy tarde y con escasa difusión
mediática. Sus organizadores sabrán, a mí ni me va ni me viene, pero lo que no
me gusta es quedar mal, y creo que como referencia “hispana”, lo hemos hecho.
Que los organizadores hayan ahuyentado a los potenciales interesados (e
interesadas) en el ciclismo de época más moderado, aquel en el que la
vestimenta cobra mayor importancia que las monturas, y que se nutre en gran
medida de mujeres y pandillas de amigos con un interés lúdico, que no
deportivo, ha sido uno de los posibles errores causantes de unas cifras de
participación tan modestas. Haber preguntado o haber mirado a nuestro vecino
país al otro lado de los Pirineos. La propuesta del recorrido más corto era
demasiado larga de antemano y exageradamente dura una vez realizada. Ese y
otros detalles han confirmado algunas situaciones en las que lo prometido de
antemano o no se cumplió o no se correspondía con la posterior realidad, en
definitiva, que se produjeron una serie de mentiras, lo cual resulta bastante
grave a mi modo de pensar. Pero no voy a insistir más en el asunto, doy paso al
relato de mi vivencia que es lo único que me interesa y que, insisto, estuvo la
mar de bien.
Nosotros empezamos el viernes,
aprovechando todo el fin de semana y parcialmente en familia, pues por mi parte
viajé con Myriam y mi hija mayor Cristina. Fuimos huéspedes de la familia de
Javier: su mujer Isabel, sus hijas y su padre. Nos alojamos en su antigua casa
familiar de Treviana, grande, espaciosa y con sabor añejo a historias de otros
tiempos. Una concurrida cena familiar fue el primer acto de un fin de semana
cargado de humanidad y de relaciones personales. Lástima de grabadora o de
libreta de notas, porque el padre de Javier resultó ser un ameno anfitrión que
nos hizo disfrutar con sus viejas historias del pasado en las que las
bicicletas y el estraperlo constituyeron un eficaz binomio de supervivencia.
Aventuras dignas de ser narradas en algún texto de relatos de nuestro pasado
nacional. La velada se alargó lo adecuado hasta que decidimos, casi al unísono,
irnos todos a dormir.
El sábado nos levantamos sin
prisa, nos acicalamos y nos vestimos con nuestras galas de época de calle para
disfrutar de una jornada ociosa en Cenicero. En este aspecto, la organización
no mostró inquietud o interés alguno por cuidar el asunto, pues enseguida
pudimos comprobar que éramos excepción en querer vivir la filosofía retro hasta
en la víspera. Nos dio igual (siempre nos lo da), íbamos encantados de dar esa
imagen y numerosos fueron los vecinos que se mostraron algo sorprendidos,
agradecidos y comunicativos por vernos así. Además, como el planteamiento de
recorrido imponía, tanto a Myriam como a Cristina, la necesidad estratégica de
sustituir sus modelos de damas y bicicletas (de paseo) de época, por máquinas y
atuendos deportivos (retro), así el sábado nos serviría para paliar en cierta
medida las ganas de disfraz y elegancia.
Cristina, Myriam e Isabel disfrutando
de Cenicero.
En familia por las calles (tres generaciones).
Lo primero fue inscribirnos y
recoger la bolsa con los dorsales. Después callejear un poquito y sentarnos a
comer en un restaurante del centro en el que Javier, eficazmente, había
reservado de antemano. En Cenicero había ambiente, aunque por la mañana más
local que ciclista. Tras la sobremesa, nos dedicamos a pasear hasta encontrar
una terraza a la sombra porque el calor apretaba bastante. Dicho paseo me dio
una de las alegrías del día pues en un callejón me encontré con un amigo al que
hacía más de 20 años que no veía, el ex-futbolista Iván Helguera, uno de esos
escasos jugadores nacionales que puede presumir de haber conquistado alguna “Champions”.
En cuanto me reconoció nos abrazamos calurosamente y disfrutamos de un
encuentro emocionado tantos años después, desde la época en la que tuve el
honor de ejercer como preparador físico suyo y de otros grandes jugadores de la
cantera del Racing (cuando el club vivía otra situación bien diferente a la actual).
Allí estaba él, como un aficionado más dispuesto a darle caña al día siguiente
a una flamante Motobecane azul celeste.
La terraza ejerció de campamento
base, desde el que tanto Javier como yo nos desplazamos para visitar los
diferentes puestos del mercadillo. Había poco y parte de ello sin interés. Un
italiano muy carero y un francés con material interesante y buenos precios.
Personalmente aproveché el viaje y me traje algunas piezas que me hacían falta,
y gastándome poco dinero. Después disfruté de otro encuentro “de calidad” con
Xabigo, que había llevado otro puesto. La historia ya la contaré algún otro
día, pero el caso es que yo sabía mucho de él y de sus bicis y él resultó saber
bastante mí, de mis pasadas andanzas y de un libro que escribí. Inmediatamente
conectamos y nos pusimos al día de cierto amigo común. Pasé un agradable rato
de tertulia y me sentí muy a gusto con este re-conocimiento mutuo.
Llegó la hora del pregón que fue
breve pero nos sirvió para toparnos con otros conocidos, como los jóvenes
entusiastas madrileños que llegaban justo en ese momento, tras cubrir su
tercera etapa de viaje desde la capital y a cuyo “líder” conocí semanas antes
en la proyección de Retrovisión en Madrid. También nos encontramos por fin a
Pedro el de Valencia, con esos amigos a los que ha metido el gusanillo retro.
Fue un placer reencontrarme con él más de un año después de la Histórica del
año anterior. Del pregón nos fuimos a ver la exposición de pinturas ciclistas
de Miguel Soro . Me gustó y me pareció original. Básicamente era una serie de
cuadros de gran formato, que recreaban escenas bastante famosas de la historia
del ciclismo deportivo, pero con aspecto de blanco y negro, y todas ellas
compuestas con una técnica mixta y collage a base de muchos recortes de prensa
y material denso de pintura. Charlé un instante con el artista, lo felicité y
me regaló un catálogo que guardo y disfruto con admiración.
Los dos ciclistas son los "madrileños" recién llegados, a nuestro
lado los "valencianos" y de época Javier y yo.
Aunque ya pensábamos retirarnos,
cerramos la tarde con una tertulia sentados en una plaza, aprovechando la compañía
de nuestros amigos de Valencia (Pedro y compañía) e incluso después visitamos
una bodega que data del S. XVII y que aún mantiene sus modos de producción de
vino de la época. Está en pleno casco urbano de Cenicero y allí degustamos un
joven y rico tinto y un delicioso vermut de nombre Tirolés. Ambos nos
enamoraron, así que acabamos cargando con un par de cajas para repartirnos. El
viaje a la Rioja, estaba, desde luego, mereciendo la pena, habiendo o no
ciclismo de por medio.
Espectaculares cubas de las Bodegas Valentín Pascual.
De regreso al pueblo, rica cena,
amigable charla, preparación de enseres para el día siguiente y a la cama
relativamente pronto. Hoy el telediario con su sección de noticias
“antideportivas” me ha recordado que el sábado hubo final de la Champions… os
puedo prometer que no me acordé de ello hasta el irme a acostar y que a día de
hoy se quién ganó, pero ignoro el resultado. Lo dicho, un fantástico sábado.
El domingo a Javier y a mí nos
tocó madrugar. Salimos en un coche para Cenicero, y a las 7 menos 10 ya
estábamos preparados para la salida de la ruta larga, junto al resto de
valientes o desaprensivos que habíamos optado por dicho recorrido, que no
alcanzábamos la cifra de setenta. Sonó un cohete y nos pusimos en marcha,
abandonando enseguida el asfalto para apenas volverlo a pisar hasta la una o
las dos de la tarde. Eso no hubiera sido problema, nos gustan los trazados de
tierra, polvo o piedrillas compactadas, incluso los senderos ciclables, pero lo
malo fue que la mayor parte del trayecto estaba diseñado sobre pistas de
concentración parcelaria excesivamente agresivas, rotas o poco compatibles con
cualquier tipo de bicicleta de carretera por dura que esta sea. Una cosa son
las “strade bianche”, las sirgas, el pavés de Roubaix, los lechos de
ferrocarril británicos o los muros belgas; por todos ellos he disfrutado con
mis bicicletas; y otra bien distinta es que te obliguen a pedalear durante
horas y decenas de kilómetros por vías de servicio de vehículos de campo o
caminantes, que convierten la experiencia en un absurdo, cuando ésta constituye
el plato principal del recorrido. Tramos adecuados fueron los menos, la mayoría
del kilometraje hasta alcanzar los 90 km de ruta resultaron nefastos. En
concreto hubo un tramo de Camino de Santiago que fue como para mantener una
charla de despacho de tú a tú, con el diseñador de la ruta, sencillamente para
saber qué argumentos peregrinos pudiera llegar a esgrimir para defender tan
nefasta elección. Y hablando de peregrinos, los pobres debieron quedar algo
asustados con los adelantamientos, no del todo controlados, de los sorprendidos
ciclistas de época. Afortunadamente la mañana se presentaba fresca, nublada y
llena de ilusión por nuestra parte. Y no tardamos en disfrutar de San Millán de
la Cogolla y de fascinantes paisajes campestres riojanos. Lo malo es que el
trazado apenas permitía levantar la mirada del camino, por riesgo a verte caer
en alguna de las constantes trampas del recorrido.
Primera parada. San Millán de la Cogolla (Foto: Javier)
La gente tuvo muchas averías. La
mayoría pinchazos, algunos en demasía, lo cual me da que pensar que sigue
habiendo participantes que no acaban de tomar las precauciones básicas para
evitarlos, o al menos para que no se conviertan en una “enfermedad crónica” de sus
bicicletas. Nosotros no pinchamos ni una sola vez en los 198 km de agresivo
recorrido. Pero Javier sí que partió un radio por culpa de las piedras y lo
solucionó telefoneando a Isabel para que nos encontráramos en un cruce de
carretera, y nos diera la rueda trasera de otra bicicleta que tenía en el
pueblo. Fue una coordinación de “boxes” digna de los equipos más experimentados
de la Fórmula 1, pues no perdimos nada de tiempo en la operación.
Providencial aparición de Isabel para el cambio de rueda.
El paso por el castillo de
Sajazarra me trajo recuerdos de mi amigo Manuel, pues era un fan del tinto que
allí producen. El trayecto desde allí hasta Haro y posterior fue de lo más
agradable de la ruta, en cuanto a firme, perfil y paisaje. La zona matinal fue
muy bonita, pero el piso deslució mucho el avance. Los dos primeros
avituallamientos del recorrido largo fueron perfectos, con variedad de
productos tradicionales, generosidad y mucha bebida diferente disponible. Justo
lo contrario de lo que comprobaron, Myriam, Cristina y el grupo de Roberto en
los recorridos corto y medio, que cuando llegaron se quedaron con las ganas… de
todo. No sé si se quiso ahorrar o fue un problema de organización, pero si al
organizar algo te salen más las cuentas de previsión de ganancias, los menos
culpables de todo el chasco no son precisamente los que se te han apuntado. Por
nuestra parte, precisamente en la parada de Haro, junto a las bodegas CVNE,
hasta nos permitimos un blanquito fresco para acompañar al queso y los
embutidos. Por aquella zona nos sorprendieron, afortunadamente sin
consecuencias, dos trampas delicadas no advertidas (una de ellas un banco de
arena que casi nos hace caer a todos). La modalidad del evento me pareció la
ideal y eso quiero defenderlo a capa y espada. No me gustan los formatos
habituales en España en los que a todos los participantes nos meten en una
“cápsula blindada” con vehículo cabecero, coche escoba y cierre de cruces.
Prefiero carreteras abiertas, trayecto bien señalizado, carnet de sellado y que
cada cual vaya a su ritmo. Esa es la propuesta habitual de las “Eroicas” y en otros
eventos extranjeros y así se planteó (con acierto) aquí también. Además, la señalización,
salvo quizás en algún que otro punto muy concreto, estuvo bien dispuesta en los
tres recorridos.
Javier pedaleando entre Sajazarra y Haro.
Rodábamos junto al Ebro y todo
parecía maravilloso hasta que el calor empezó a intensificarse de modo
exagerado. Ya encontrábamos y adelantábamos a participantes de los otros
recorridos, cuando la orografía pasó a mostrar su lado más maléfico, en forma
de constantes ascensos y descensos, algunos de ellos de cierta brutalidad de
porcentaje. Precisamente al afrontar uno de ellos encontramos a Tomás y Jaume
duchándose con una manguera de alquitranar y, ni cortos ni perezosos, después
de los inevitables saludos afectuosos, nos unimos a ellos en la operación de
empaparnos de agua fresca. Poco a poco fuimos pudiendo con ello hasta llegar a
un control fantasma situado junto a una iglesia en lo alto de un cerro. Allí
saludamos al grupo de los miembros del Club Edoardo Bianchi de Zaragoza, con
nuestro amigo Ángel Giner entre ellos. Llegar hasta Laguardia se fue haciendo
más y más duro, en especial la rampa previa a su subida de carretera, la cual
estratégicamente opté por recorrer parcialmente a pié, previendo en lo que
acabaría convirtiéndose aquella jornada. Mi 42x28 se me quedaría corto en
algunos momentos del día, afortunado Javier que nunca jamás creo que habrá dado
tanto uso al triple plato de su Royal Condor como en este día.
Estampas de antaño (ciclismo de época): Javier
"duchándose" por el camino. El hombre defendía
la publicidad de patrocinadores locales de épocas
pasadas.
En el avituallamiento de allí
elegimos sombra y saludamos a bastante gente, pues era uno de los puntos de
reunión de los tres circuitos. Al personal se le veía bastante castigado independientemente
del recorrido elegido. Vimos algunas bicicletas retro ya descansando en las
bacas de algunos coches y participantes que optaban por regresar directamente
por la alternativa corta. Nos tomamos algo más de tiempo, comimos, bebimos, nos
mojamos en la fuente y de vuelta al “tajo”, a por el tramo más duro de toda la
etapa, un constante ascender cerros y descender a cursos de arroyos, alternando
asfalto con más caminos de tierra, aunque ahora el asfalto era ya mayoritario y
hacía rebotar el calor del sol abrasador. Nunca antes había visto a Javier
tirando tanto de tercer plato, y aún así zigzagueaba en algunas rampas. Yo
alternaba dos técnicas: o pedaleo ralentizado al máximo, sobreviviendo, o
directamente echando a andar. Él siempre algo por delante y dándome ánimos pues
en esa zona yo iba muerto. Pasamos por algunos tramos irracionales, con rampas
de hormigón o excesos de pendiente que se habían buscado eludiendo la opción
inmediata más natural de la carretera sin tráfico de al lado. A veces incluso
metiéndonos por panoramas más feos. Parecía una alevosa obsesión por castigar
sin sentido ni estética. No me considero quejica, pero los absurdos los encajo
mal. Las durezas tienen su personalidad y su cultura: los muros belgas, el
pavés de Roubaix, los puertos de los Alpes… todo lo he probado y disfrutado,
pero aquí se introdujeron algunos tramos sin personalidad y de dureza gratuita
que no aportaron nada y tenían mejor alternativa. Durante toda esta parte sufrí
muchísimo (demasiado en mi opinión) y paré a tomarme un café en un bar y un
“reconstituyente” de esos modernos que me pasó Javier. Ambos, poco a poco, me
fueron haciendo efecto, pude recuperarme algo, volver a ascender y hasta conectamos
con un grupo de andaluces que avanzaban también de forma lenta. Eran del
recorrido intermedio y dos de ellos, caprichos de la afición, iban enfundados
en maillots del Teka.
Desfallecido pero ya muy cerca del final.
Por fin alcanzamos el último
avituallamiento del día en Labraza: bebida, comida, melocotones, sombra,
empapar la cabeza en la fuente… todo el mundo se manifestaba derrumbado aunque
el buen humor estaba muy presente. Allí nos reunimos con Roberto, un chico
local y una joven francesa con los que estaba haciendo la ruta. Al reanudar la
marcha rodamos con ellos varios kilómetros. Eran de descenso, la moza iba
derrapando en el asfalto por algún problema con los frenos. Al final se fueron
quedando atrás y seguimos por la tierra hasta alcanzar Logroño. La ciudad
estaba desierta y la cruzamos por sus calles coincidiendo con algunos otros
participantes. Parecíamos recuperados, hasta que, un nuevo cerro abrasador y en
línea recta nos machacó de nuevo a todos, con un mazazo de cansancio y calor
espantoso. Personalmente lo pasé fatal y lo superé caminando un rato para
espabilar mis pies entumecidos, liberarme de la postura y avanzar con algo de
sensación diferente. Mi velocidad a pié apenas se diferenciaba de la de los que
pedaleaban. Aquello era subir un alto y bajar a otro, a veces ascendiendo por
asfalto y descendiendo por tierra (para reducir aún más la media de avance).
Salimos de aquello como buenamente pudimos. Al final volví a “recuperarme” por
alguna extraña razón, mientras que mi amigo pareció hundirse más y más. Los
últimos kilómetros fueron llanos al discurrir paralelos al Ebro y a las vías
del tren. Y juntos, tras más de 12 horas de dura jornada, cruzamos bajo la
pancarta de llegada, agotados pero satisfechos de haber sido capaces de superar
tan duro reto. Saludos, felicitaciones de algunos conocidos, la cartilla del
recorrido largo completamente sellada (no sé cuántos finalmente habrán podido
decir lo mismo) y un pan debajo del brazo como “premio prometido” por los
organizadores. Aunque parezca poco, la verdad es que el pan está buenísimo.
"Carnet de ruta" completado (el hueco corresponde a un sello
de los recorridos corto y medio).
Y al final hasta sonriendo, con el pan y con una "batallita" más
que poder contar.
Yo “estrenaba” bicicleta, una
flamante VIPCH (cántabra) que había acabado de poner a punto una semana antes.
Con fama de delicadas, la máquina se comportó de maravilla, sin fallos ni
roturas. Disfruté muchísimo con ella, aún a pesar de quedarme un poquito corto
con el desarrollo más blando. En uno de los últimos descensos fuertes, al
detenerme a preguntar una duda geográfica, se me desalojó la pera del cable de
freno delantero de la maneta. Con lo poco que quedaba ni me preocupé de
arreglarlo, aunque hubiera podido hacerlo. Así que en cuanto al material, salí
muy satisfecho y contento de esta máquina a la que en el futuro espero poder
seguir dando uso.
Ahora daba igual todo, beber,
charlar, tomar una coca-cola fría con Pedro y sus amigos, que ya estaban aseados
y, poco a poco, regresar al mundo real. Nos duchamos por allí, nos despedimos
de la gente y regresamos al Treviana para recoger todos los bártulos del fin de
semana, cenar y contrastar las vivencias con nuestras chicas. Myriam y Cristina
estaban contentas. Muy críticas con la organización, de la que pronto decidieron
prescindir. Disfrutaron de sus atuendos, bicicletas y contacto con la gente en
la salida. El trayecto les pareció duro, peligroso y extremadamente lento, por
lo que al llegar al primer y alejado avituallamiento, y comprobar que
prácticamente no quedaba nada allí, optaron por retirarse. Consiguieron que las
acercaran a Cenicero para recuperar el coche. Regresaron en él a por las bicis
y aprovecharon para visitar la bodega de Vivanco y comprar más vino, que nunca
ha de faltar en una casa como la nuestra, donde las visitas son frecuentes. El
resto del día lo pasaron con Isabel, con calma y disfrutando de los encantos de
la Rioja. Eso es saber entender el sentido de la vida y el ocio.
Myriam y Cristina preparadas para tomar la salida.
¡Y con gorras!
Las dos con sus bicicletas por el camino.
Entre los viñedos (Foto: Cristina)
Nos llegó el momento de las
despedidas y de regresar a casa, afortunadamente poco viaje hasta Cantabria. Si
no me he expresado mal el balance del conjunto del viaje fue estupendo. Un fin
de semana pleno de encuentros y de disfrute en la inmejorable compañía de la
familia y los amigos. Una buena inmersión en el paisaje riojano, su cultura,
sus bodegas y sus historias del pasado rural. Además mucho ciclismo,
kilometraje paisajístico, esfuerzo y buen tiempo. Comimos y bebimos bien, y
hasta mercamos algunas piezas. Rellenamos las existencias de la bodega de casa
y admiramos unas pinturas temáticas originales y con valor estético y
artístico.
Las quejas o críticas aquí
vertidas, al comienzo y en algún caso durante la crónica, tienen su sentido y
explicación. La gente, aficionados al ciclismo retro o vintage incluidos,
comete el error de confundir calidad de evento con marca concreta del mismo. Es
un tipo de error muy común en los tiempos que corren, nos pasa con los coches,
la ropa, la tecnología, etc. No todas las “Eroicas” consiguen el mismo nivel de
calidad o de participación. Es una pena que existiendo muchas otras
alternativas de marchas retro, pasen desapercibidas y se vean condenadas a
cierto anonimato por no tener acceso o ser suficientemente atendidas por los
medios de la prensa especializada. Digo que es una pena porque algunas ofrecen
eventos de excelente calidad. Lamentablemente el periodismo especializado (que
tantos años lleva llorando, antes y durante la crisis económica), ahora es
víctima de sí mismo y su avaricia, y está pagando el haber abandonado su
función informadora, investigadora y comentadora independiente, y hace mucho
que simplemente se dedica a venderse a las firmas comerciales y a hacer de
altavoz de repetición o folleto publicitario de los ecos de los poderosos
(marcas y famosos), eso para mí no es otra cosa que marketing encubierto, o
peor aún, en ocasiones… ¡propaganda!
Quiero animar a todos los
responsables de la organización del resto de eventos nacionales (especialmente
a los integrados en la “challenge” Retroibérica) a que sigan trabajando en sus
eventos, pues visto lo visto, ofrecen la mayoría de ellos propuestas muy
interesantes, divertidas y con una elevada relación calidad/precio.
A la Eroica Hispania le dejo mi
recado, con lo bueno y con lo malo, a modo de resumen, por si a algún
responsable le llega la onda, y además tiene talante para saber encajar la
crítica constructiva y así mejorar para futuras ediciones:
- A la gente hay que darla más servicio, atención y/o detalles por el dinero que paga. No ha habido ni una gorra, o “musette” o distintivo alguno. Si alguien quiere tener un recuerdo “eroico” con el que presumir en otras citas tiene que pasar por caja (otra vez) a por un maillot (bastante caro por cierto). Bien por el calendario de regalo, acorde al asunto, y por la botella de vino, pero esas cosas también las regalan marchas supuestamente mucho más modestas y baratas en la inscripción.
- Agradecimientos a todo el personal de avituallamientos y ambulancia, amables y serviciales. Que faltaran existencias en algún que otro punto imagino que no fuera culpa de ellos. El servicio de atención mecánica en los puntos determinados brilló por su ausencia en muchos de ellos. Personalmente soy autosuficiente (salvo avería muy gorda), por lo que el tema me preocupa poco o nada. Pero es que estaba “prometido” por escrito.
- También estaba confirmado por escrito en el recorrido corto: “Esta ruta comprende un recorrido muy accesible para todo tipo de público cicloturista”. Algo más que discutible. Al siguiente fin de semana se celebra en la comarca del Loira la Anjou Velo Vintage, cita que el año anterior rondó los 3000-3500 participantes con unas 1400 mujeres de todas las edades y tipos de bicicletas antiguas. Plantean recorridos que van desde los 20 km hasta los 90 e incluso los 160 el año pasado. Casualidades de la vida… el primero que ha completado el tope de inscripción para la edición de 2015 ha sido el más corto. Como usuario prefiero las marchas con poca gente y largas, de hecho creo que ha sido una suerte que a la larga en Cenicero saliéramos menos de 70, pues así hemos rodado desahogados y los avituallamientos estaban bien nutridos, pero si lo que se busca es triunfar como negocio y participación, recomiendo una visitilla a la mencionada cita gala.
- El trazado me ha parecido demasiado agresivo para las bicicletas de corredor. Me encanta encontrarme con kilometraje no asfaltado, incluso recuerdo fascinantes tramos “trialeros” en la Britania, pero éstos eran cortitos, anecdóticos y justificados por la preciosidad de entorno que cruzaban. Demasiados de los kilómetros planteados aquí fueron poco aptos para compatibilizar una mirada admiradora del paisaje y ralentizaban la marcha muchísimo durante decenas de kilómetros, haciendo que se disparasen las horas de permanencia en la ruta. Las “strade bianche” toscanas o los lechos de ferrocarril británicos, apenas hacen bajar las medias al rodar porque su firme es muy diferente. No me quejo de la dureza, que esa la asumo, sino de una “ciclabilidad” mal ajustada.
- El prestigio de marca del evento requiere mucho más esfuerzo que asegure la presencia de más puestos de piezas, venta de productos, talleres, cultura ciclista, servicios de época no necesariamente ciclistas, etc. Para ello hay que trabajar mucho más el ambiente y agenda pre-evento, que a la postre es el que más impacto beneficioso dejaría en la comarca y localidad. En algunos otros lugares he visto puestos de ropa de época, de “belleza”, de artesanía vinculada, etc. Aquí la oferta ha sido muy pobre (la culpa no es de los pocos que acudieron, sino de que acudieron pocos). Un detalle más: recomendaría situar la zona de tránsito y esparcimiento comercial y cultural en zonas peatonales y no en mitad de una calle abierta al tráfico.
- Una cuestión muy positiva es que la comarca me parece una elección fantástica para este tipo de evento. Un acierto absoluto. Por paisaje, por el carácter de la población y por todo el componente cultural y gastronómico que integra.
- La señalización de la ruta ha sido muy buena. Los despistes iniciales son muy difíciles de evitar, pues la experiencia me dice que el propio participante suele tardar algunos kilómetros en adaptarse al estilo “psicológico” de cada marcador, pero pronto uno se acostumbra a él y todo transcurre bien. Aquí se ha marcado bastante bien. Buen trabajo en ese aspecto.
- Es una excelente noticia saber que los circuitos van a quedarse de forma permanente para disfrute de cualquier visitante. Espero que los tracks para GPS descargables de la red estén actualizados, pues el trazado final estuvo sufriendo variaciones hasta última hora. Son circuitos muy recomendables. No para disfrutarlos con una bicicleta de carreras (antigua o moderna) pero sí para recorrer la zona en plan de cicloturismo (del de verdad) en varias etapas y visitando bodegas y pueblos. Si a alguno le tienta una opción más deportiva y cañera, la ruta larga es ideal para acometerla con una bicicleta de tipo de ciclo-cross “cicloturista” (o “gravel bike” que llaman algunos), la cual me parece la máquina ideal para este trazado, que no considero como específicamente acorde para una BTT pura.
- Al invento “Eroica” le debemos mucho. Especialmente el nacimiento de este fenómeno del ciclismo retro que muchos disfrutamos a tope. También su continuidad y su efecto catalizador sobre otros eventos que han ido surgiendo apoyándose en su visión. Incluso la difusión multiplicadora de su franquicia por diferentes países del mundo. Pero dicho crecimiento no debería hacerse de cualquier modo y a costa de defraudar a sus admiradores. Espero pues que el evento continúe en el futuro, siempre y cuando sus responsables sean capaces de analizar lo que ha pasado, lo que habría que corregir y lo que debería, además, mejorarse. Cancha hay para ello, ¿ganas por su parte? No lo sé.
Se puede decir mas alto, pero mas claro...imposible.
ResponderEliminarAl finalizar hablé con uno de los organizadores y sin tanto detalle como en tu articulo, le comenté algunos de los aspectos que mencionas. Me atendió, se quedó pensativo, y pienso que tomó nota.
No sé.
A ver si recogen el guante y se esmeran en la próxima edición.
TCFCPP
Hola,
ResponderEliminarYo realicé la ruta larga también, y, aunque pienso que es verdad que la organización debe mejorar algunos aspectos (algunos los comparto, otros no), la verdad es que felicito a la organización porque haya podido traer aqui la Eroica. Poco a poco irá mejorando.
He participado en la Eroica Italiana. De esta me encantó los primeros tramos a las 5:30 de la mañana, subiendo al castillo de Broglio en total oscuridad, iluminado solo por las velas en el camino. O el amanecer en plena ruta por las colinas de la toscana. Sin embargo, aunque esta Eroica Hispania ha sido más agreste, creo que me ha dado la oportunidad de acercarme a las gestas de ese ciclismo de locos de primeros de siglo, que es precisiamente lo que buscaba. Todo el aparato y la parafernalia vintagio/retro me parece interesante, hasta cierto punto, pero me gusta sobretodo si es para acercarse a esa experiencia de ciclismo ultraduro de los primeros tours. En ese sentido la Eroica Hispania me permitio conocerlo mucho mas que la Eroica de Gaiole, que está más enlatada y sabe mucho más comercial.
No pinché ni una sola vez, también tome muchas precauciones, tanto en la puesta a punto, como en la conducción. Sin embargo, me perdí 6 veces (no se cuantos Km haría al final ¡¡). La ultima vez después de Logroño y ya con muy pocas fuerzas. Eché mucho de menos más comida, más variada y más calórica en todos los avituallamientos. Alguna de las pájaras que pillé la habría llevado mucho mejor si nos hubiesen dado algo para comer, tipo un plato de pasta o arroz. En Giole asi era.
Llegue anocheciendo, casi sin ver nada por la oscuridad, pero con la alegria de haber conseguido acabar un trazado autenticamente duro, como en esos primeros esbozos de las competiciones de bicicleta. Como cuando llegaban los ciclistas de la ruta y, tirando la bicicileta soltaban un "Asesinos!!!".
Seguramente la Eroica de otros años mejorará en muchas cosas, pero esta primera ha sido una experiencia histórica, sin azucares añadidos. Muy muy contento de haberla disfrutado.
Por tu comentario me parece que lo hemos visto bastante parecido y nos gustan similares experiencias. La visión "algo demasiado comercial" de la de Gaiole la comparto igualmente. Si alguna vez te quieres dar un gustazo (a cuenta de algunos gastos de dinero y tiempo) personalmente te recomiendo la Britania que es una virguería de recorrido y organización.
ResponderEliminarBuscando dureza pionera, cada cual a su estilo, también recomiendo la In Velo Veritas (en Austria); resulta que no la conoce casi nadie, pero es dura (cada año un itinerario diferente), preciosa y con un servicio hacia el participante intachable. Y otra experiencia interesante (más llevadera pero más icónica) es la Retro Ronde, o lo que es lo mismo el Tour de Flandes Retro, en el que se suben muchos de los muros de pavés de la clásica. Cuando me he permitido ser crítico en algunos aspectos del evento de Cenicero, lo he hecho desde una perspectiva personal (no tiene porqué ser compartida) y fundamentada en cierta experiencia como participante en eventos retro a lo largo de los últimos tres años (unos 25 eventos en 6 países). No me arrepiento lo más mínimo haber participado en este, estoy contigo con que, efectivamente ha resultado histórico, el caluroso día también contribuyó a endurecerlo mucho. Pero si que hay una cosa que insisto en recalcar: tendemos a rendir pleitesía a lo famoso y a ignorar o menospreciar propuestas que pueden estar funcionando tan bien o mejor que las que se llevan la fama. No insisto más en ello.
Imagino tu final en Cenicero, tardío, machacado... y orgulloso de lograrlo. Estoy contigo en que esos momentos son los que más nos ayudan a evocar las gestas más épicas de la historia del ciclismo (y con el lujo de ser nosotros los protagonistas). Así nos pasó el año pasado en el GP Canal de Castilla (al que algunos poquitos acudimos con nuestro material retro) y en la rústica parte final nos cayó una tormenta que convirtió la experiencia en una edición probablemente exclusiva.
Mi enhorabuena por buscar lo que buscas en la bicicleta, de seguro que esa filosofía te va a aportar muchas satisfacciones. Y muchas gracias por tu tiempo dedicado a la lectura del relato.
Hola José:
ResponderEliminarDespués de meses devolviendo a la vida una vieja Macario desahuciada y recién inscrito a la edición de este año, me encuentro con tu publicación. Que asustadito me dejas ¿Sabes si hay algún cambio previsto para este año después de las críticas de la primera edición? Vivo y entreno en Gran Canaria, todos los años planeo un viaje con la familia para hacer alguna cicloturista, en 2015 tocó la Purito andorrana. Está será mi primera retro no tengo nada con lo que comparar la dureza de estas pruebas y los condicionantes del recorrido y del material. ¿Existe algún foro de ciclismo retro donde poder consultar dudas o contactar con gente que vaya a hacer la edición 2016? por ejemplo ahora estoy buscando cubiertas y no sé a que atenerme, igual me pasa con el material que debo llevar, en las cicloturistas me gusta llevar lo mínimo.
Un abrazo desde las afortunadas y muchas gracias por la información.
José Manuel
Hola José Manuel, no te asustes y disfrútala, tengo algún amigo que repetirá y otras de Italia que vendrán expresamente. Yo de hecho no me arrepiento de haberla hecho. En el fondo mis críticas tienen más que ver con el desequilibrio entre los méritos reales de su organización y el "novel de marca" que dice tener la franquicia. También critico que los Medios nacionales se deshagan en elogios y propaganda de esta prueba "importada" y no hagan apenas caso a otras nacionales bastante mejor organizadas y más baratas.
ResponderEliminarDicho esto: foros específicos retro solamente conozco uno y es privado, pero blogs y comentarios retro hay cada vez más por internet. A mi me tienes en jose.delmer@gmail.com para lo que necesites.
En cuanto al material:
- Cubiertas normales salvo que llueva raudales la semana anterior (entonces te puedes plantear tipo ciclo-cross). Ancho de 23 (normal) o 25 mm, puede que incluso 28 si caben en tu bici.
- Yo no pinché pero llevaría 2 0 3 cubiertas por si acaso (salvo que vayas con tubulares cosa que no te recomiendo.
- Desarrollo: esto es muy personal y depende de la forma de cada cual. Yo con 42x28 de mínimo subí todas las rampas excepto dos o tres (las últimas ya por cansancio y ahorro de energía).
- Si vas a hacer la más larga, madruga para salir a la hora, dosifica pero para lo mínimo (en todos los lugares donde den algo de comer y beber), llévate "energía portátil" muy ligera y eficaz para los momentos de mayor crisis, pero se puede completar sin problemas si vas entrenado.
- El esfuerzo es diferente a una etapa de grandes puertos, porque no hay esfuerzos tan sostenidos, sino muchos pequeños y constantemente. Se hace muy larga porque el kilometraje engaña pues muchos de los tramos no asfaltados son tremendamente lentos.
- En esa época te bastará con el recambio de cámara, algún gel o barritas y quizá un cortavientos matinal, no te hace falta cargar con material.
- El enemigo es la pérdida de tiempo absurda así que ojo para no perderte, cuidado para evitar averías y no entretenerse mucho en las paradas. Aún así nos sobraron algunas horas de luz.
- ¿Qué si habrá cambios el próximo año? lo ignoro, ante las múltiples críticas vertidas en su Face-book (mucho más duras que las mías) los organizadores prometieron mejorar muchas cosas para la 2ª edición, confío en que mejoren.
- En cualquier caso el entorno es fantástico para pasar un buen día de ciclismo diferente, y mejor aún para aprovechar allí unos días de vacaciones familiares, visitando localidades, pueblos, bodegas y parajes; vete informado que hay mucho que ver. se come fenomenal y se bebe mejor.
- No estaré por allí, no soy mucho de repetir eventos, además este año coincide con otro plan que tengo previsto.
Mucha suerte y mucho ánimo.
PD: ¡Qué bien, una Macario! haber hay muchas, pero hay algunas que me encantan, es una marca que a caballo entre los 70 y 80 hacía una bicicletas que me encantaban.
Pufff yo también ,me e apuntado'.
ResponderEliminarNo sabia q tuviera tanto camino,pero creo q le da honor a su nombre,
A ver q tal se porta la zeus alfa q he rescatado de un sucio trastero. se agrafecen vuestras opiniones .
Si alguno podría poner el perfil.
Un saludo y buena ruta