lunes, 15 de mayo de 2017

9. GIMNASIA



Soy profesor de gimnasia. Y a mucha honra. Sin embargo, si cualquier colega profesional lee esta afirmación, probablemente se le caigan los anillos, ponga el grito en el cielo y movilice toda una “cruzada laica” (método de rabiosa actualidad en los tiempos que actualmente vivimos) para descalificarme, desprestigiarme y someterme al escarnio público. Tal arrebato se explicaría por cierta tendencia profesional que se implantó de forma mayoritaria en el gremio de los docentes de la Educación Física allá por la década de los setenta y que cobró cada vez más fuerza e intensidad durante los ochenta y los noventa, para quedarse ya completamente asumida en la actualidad. El concepto y la denominación de gimnasia estaban mal vistos, asociados a tiempos pasados, a la dictadura y a otras ambiguas cuestiones. Un síntoma evidente de ello es que en varios países europeos en los que no hubo dictadura, y sí una diferente evolución social, el término gimnasia se ve y utiliza con total naturalidad, tal y como en realidad hace, aún en pleno siglo XXI, gran parte de la población escolar y ciudadana, por mucho que ello corroa la susceptibilidad de la mayoría de mis colegas.

En realidad, la denominación de gimnasia se queda corta para abarcar la amplitud del concepto de la Educación Física, el cual, además de agrupar varias modalidades educativas gimnásticas, integra a una enorme variedad de deportes, juegos motrices, disciplinas de expresión corporal, educación psicomotriz, etc. Así pues, en parte tienen razón mis colegas al protestar por el inadecuado uso del término, pero si sus reticencias estuvieran únicamente motivadas por tan vana cuestión, su cabreo no sería seguramente tan manifiesto como acostumbra a serlo. Lo que pasa es que además hay trasfondo. Por un lado está ese pretendido alejamiento de la imagen histórica y trasnochada del profesorado que impartía la asignatura en épocas pasadas. En mi opinión se trata de un típico error de reduccionismo en el que a una representación caricaturizada de un nefasto profesor de antaño, se la otorga el poder representativo de todo el colectivo. En lo que a mi respecta, por ejemplo, cursando estudios primarios y secundarios en las décadas de los sesenta y setenta, considero que tuve buenos profesores de EF. El otro componente del mencionado trasfondo tiene que ver con un cada vez más evidente abandono de la impartición de contenidos propiamente gimnásticos por una amplia porción del actual colectivo de profesores de EF. Muchos de estos docentes especializados evitan, eluden o incluso huyen de incluir contenidos gimnásticos en la formación escolar, y lo hacen, en general, por tres causas preferentes: una, considerarlos (enorme error) contenidos obsoletos; dos, no conocerlos ni dominarlos metodológicamente lo suficiente; y tres, no estar dispuestos a asumir los riesgos que algunas de estas prácticas tienen, con respecto a las posibilidades de lesión o accidente del alumnado. Únicamente la tercera causa me parece aceptable, aunque por esa regla de tres, habría que evitar cualquier actividad con un mínimo riesgo potencial de lesión, lo cual reduciría enormemente el desarrollo motor del alumnado (y por ende el psicológico), la diversión discente, la calidad (la real) educativa, etc. Reforzaríamos, sin duda, la tendencia que hace que los centros educativos se conviertan en lugares aburridos en los que no se vive nada interesante, alejados de la realidad y del mundo que realmente atrae al alumnado. Pero todo hay que decirlo, la culpa de ésta tercera causa no la tienen los docentes sino esta sociedad proteccionista que poco a poco va haciendo crecer el grado de inutilidad motriz y de  falta de responsabilidad de la población.

Soy defensor de la gimnasia educativa. Y para que no se me acuse de interesado confesaré que: si bien en el colegio, las actividades programadas dentro de los contenidos gimnásticos escolares de la asignatura (ahora materia) de EF se me daban bastante bien, en la universidad era una de las facetas que mayores dificultades me planteó en las diferentes asignaturas (varias) en que de una u otra forma era trabajada la gimnasia (deportiva, sistemática del ejercicio, etc.). Pese a ello, aprendí mucho con su estudio teórico y práctico y llegué a la conclusión de que sus ventajas y bondades para una educación integral de la persona son enormes.


En la mayoría de las biografías de Eddy Merckx se comenta que fue un auténtico portento polideportivo a lo largo de su infancia y juventud. Un campeón de abrumador palmarés, en un deporte en el que se participa sentado, como es el caso de Sébastien Loeb, nueve veces Campeón del Mundo de Rally, declaraba que de chaval había practicado la Gimnasia Deportiva, y que está convencido que gran parte de sus competencias como piloto provienen del impacto de desarrollo psicomotor que tal proceso produjo en su aprendizaje. Futbolistas de la más alta calidad que celebran sus goles a base de diagonales en las que reúnen algunas figuras comunes de la Gimnasia Deportiva tenemos vistos unos cuantos. Hugo Sánchez fue de los precursores, pero ha habido, y siguen haciéndolo, muchos más. Algo que no son capaces de hacer algunos otros jugadores que, especializados de forma unilateral desde su más tierna infancia, son capaces de dar espectáculo en un metro cuadrado pero, sin el balón en los pies, algunos no saben ni caminar con naturalidad por la calle.

Así que, por unas cosas o por otras, hace tiempo que decidí que tenía ganas de escribir algunos párrafos de homenaje a las gimnasias. A las precursoras, a las pioneras, a las originales. Muchas de las cuales actualmente están sufriendo una corriente de usurpaciones capitalistas que, más o menos, con pequeñas variaciones, muestran el siguiente ciclo: alguien rebusca entre corrientes pasadas elaboradas y fundamentadas, quita de allí y añade de allá, les confiere un “maquillaje” a la moda actual, les dota de denominación y nomenclatura habitualmente anglosajona y se dedica a toda una campaña de marketing y publicidad buscando convertirlas en tendencia. A partir de ahí: registrar la marca, vender formación especializada, diseñar, fabricar y comercializar materiales nuevos que copian los originales, etc. Lo malo es que en demasiadas ocasiones llevan a cabo todo este proceso produciendo tres errores importantes: hacen desaparecer una parte básica de la filosofía y los fundamentos originales; pretenden aislar esa modalidad del resto de actividad física, convirtiéndolo prácticamente en una forma o estilo de vida (mentalidad de secta), cuando en su origen no era así; y se apropian de ideas ajenas y las comercializan a ultranza hasta quemarlas. Ejemplos de todo esto hay muchos y los seguirá habiendo, y la gente pica y pica sucesivamente, afectados por esa enfermedad psicosocial tan extendida actualmente que a la llamamos consumismo.

En realidad las gimnasias nacen a mitad del siglo XIX. Anteriormente hubo ejercicio físico más allá del puramente utilitario. Especialmente en la cultura griega y espartana, y en menor medida en otros momentos de la historia, pero las gimnasias como métodos de trabajo físico fueron una creación bastante tardía.

A nivel de educación, fue Rousseau, quién en su “Emilio o de la Educación” (1762) proponía que las actividades al aire libre, los juegos, el ejercicio físico variado, etc. debían ser considerados como una parte importante de la educación de los jóvenes. El fue precisamente uno de los primeros filósofos de importancia en echar abajo la dualidad cuerpo-alma que había venido marcando el pensamiento durante siglos.

“La razón sensitiva, resultado de la práctica gimnástica iniciada tempranamente, constituye la base y el soporte indispensable de la razón intelectual”.

Y precisamente Rousseau fue una de las fuentes en las que se inspiró Johann Heinrich Pestalozzi, padre de la pedagogía moderna, cuando se lanzó en pos de poner en práctica toda una serie de ideas innovadoras sobre la educación. Lo hizo ya bastante mayor, más que cumplidos los cincuenta años (58) y tras una larga e importante carrera previa en las esferas políticas y filosóficas. En 1804, la municipalidad de Yverdon (Suiza) le ofreció instalarse allí, ofreciéndole gratis un castillo en el que ubicar un instituto educativo. Brindándole la posibilidad de hacer realidad uno de sus sueños. Su papel fue más bien directivo e ideológico que propiamente docente, pero durante veinte años tuvo tiempo de dejar su impronta, y aunque las cosas finalmente tuvieran un desenlace convulso dentro de la comunidad docente de los centros que allí fundó (masculino, femenino, sordo-mudos…), aquella experiencia marcó profundamente la futura evolución de la educación en Europa y en el mundo. En lo que aquí interesa me permito mostrar el siguiente párrafo extraído de un autor especializado en él:

"Las excursiones a pie de los alumnos ocupaban un puesto importante en la vida del Instituto. No había vacaciones, pero las excursiones a pie a menudo duraban semanas y les llevaban a los alumnos a los Alpes y al extranjero circundante. Todas estas excursiones estaban al servicio de la observación directa y eran consideradas como parte de la enseñanza de la naturaleza y de la geografía. Antes de las salidas se solía leer descripciones de lugares y viajes, se estudiaban mapas y se hablaba sobre el equipo a llevar para la excursión. […] El juego y el deporte formaban parte de la vida cotidiana en Yverdon: se bañaban regularmente en el cercano lago y todos los alumnos aprendían a nadar. En invierno se construían castillos de nieve y, cuando el lago se helaba, todos iban a patinar”.

Dr. Arthur Brühlmeier

 
Vista actual del palacio de Yverdon en el que estuvo ubicado el instituto de Pestalozzi. (Imagen: myswitzerland.com).

Algunos autores mencionan la programación de dos horas diarias dedicadas a la AF a través de juegos y deportes. Se consideran como “ejercicios”: la carrera, los saltos, lanzamientos, trepas, equilibrios, etc. Se hablaba de una “Gimnasia elemental” (una especie de ejercitación articular de tipo abstracto, es decir, sin buscar utilidad concreta en los movimientos) y se procuraba mucho contacto con la naturaleza.

 
Pintura que muestra a Pestalozzi rodeado de alumnado. (Imagen: fineartamerica; autor: Granger).

Como consecuencia de aquello, y probablemente de otros muchos factores, se acuña (o mejor dicho se acaba implantando e imponiendo) el término “gimnasia” en Europa. Y es tal su desarrollo y crecimiento, que abarca muy diferentes escuelas e interpretaciones, las cuales evolucionan hasta las concepciones actuales: deportivas, rehabilitadoras, de entrenamiento, escolares, rítmicas, etc.

Los expertos describen todo aquel desarrollo estableciendo dos grandes periodos históricos. El primero de ellos se ubica entre los años 1800 y 1900, y se manifiesta en la evolución y consolidación de cuatro grandes escuelas que avanzan de forma más o menos paralela en el viejo continente.

La primera a la que hay que referirse es la inglesa, la cual, precisamente, no puede en realidad considerarse como un movimiento gimnástico sino deportivo. Es más, de hecho, fue el origen de la concepción del deporte moderno. Su sentido principal fue considerar la práctica deportiva (de modalidades regladas) al servicio de la educación y la formación del carácter de los jóvenes. Partía de los fundamentos de Thomas Arnold (1795-1842), manifestando una concepción de la actividad física educativa de corte claramente deportivo. El atletismo, los juegos reglados, los deportes colectivos, etc. fueron muestras notorias de sus contenidos. El colegio de Rugby, y lo que generó con el nacimiento de dicha disciplina deportiva, es un buen ejemplo de aquel concepto. Para dar una mejor dimensión al efecto que aquella corriente tuvo sobre la sociedad occidental, habría que hablar del Barón Pierre de Coubertain, ideólogo de la fundación de los Juegos Olímpicos modernos (protocolos, cartas, idearios, etc. incluidos). El aristócrata francés en realidad pasó largas temporadas de su juventud educándose en entidades británicas, respirando aquella atmósfera de desarrollo deportivo amateur pionero, y quedándose prendado de tal espíritu y cultura. Muchas de las características que definen a los JJOO provienen de todo aquello, incluidas algunas que los golpes de mano latinos en el COI o la misma globalización, se han ido encargando de hacer yendo desaparecer paulatinamente. Como no podía ser de otra manera en aquella época, todo el movimiento británico experimentaba un inmediato y potente reflejo en la pujante y joven nación de los EEUU. Allá por 1866, el deporte como elemento formativo era asumido y promocionado a través de la mítica YMCA (Asociación de jóvenes (varones) cristianos). Por su parte Clark Hetherington y Thomas Denninson Wood instauran el deporte como método de Educación Física, para sustituir a la antigua gimnasia de estilo más bien rígido. Ambos factores (la YMCA y la concepción deportiva de la EF) desarrollaron una influencia decisiva sobre la posterior (actual) forma de entender el deporte y la EF en Norteamérica.

De vital importancia para todo este asunto fue la génesis de la Escuela Alemana. Allí surgieron dos corrientes claramente contrapuestas. Aunque inicialmente triunfaría el “Turnkunst”, con el tiempo la segunda logró reaparecer y acabó influenciando al resto del continente más a largo plazo. La pugna entre ambas fue intensa al principio, mostrándose casi opuestas en cuanto a objetivos, técnicas y metodologías. F. L. Jahn (1778-1852) fue el principal exponente del “Turnkunst”, corriente que podemos considerar como el embrión de la Gimnasia Olímpica (Deportiva) actual. Ostentaba entonces un carácter patriótico-social en el que las exhibiciones formaban parte de los cometidos. Sitúense ustedes  en aquel contexto histórico (en Alemania en pleno siglo XIX) y traten de imaginar cómo conecta todo esto con el nacionalismo, imperialismo, etc. Y fue precisamente esta tendencia la que se impuso con rotundidad allí. Por otro lado, la obra de Rousseau había tenido cierto efecto sobre algunos pedagogos germanos, en especial sobre J. B. Basedow y las interpretaciones de este sobre Guts Muths (1759-1839), quien a la postre llegaría a ser considerado como el “Padre de la Gimnasia Pedagógica” (“La Gimnasia”). Él (GM) fue el precursor de la gimnasia escolar en Alemania. Su trabajo influyó poderosamente sobre los especialistas nórdicos y varios personajes alemanes clave posteriores (como por ejemplo A. Spiess). Entre las obras más destacadas de Guts Muths encontramos algunos títulos tan elocuentes como: “Gimnástica de la juventud” (1793), “Juegos para recreo del cuerpo y del espíritu”, “Manual de natación” o “Recreos mecánicos de la juventud y de la edad viril”. Aparte de la gimnasia como tal, las actividades físicas al aire libre formaban parte importante de sus recomendaciones. Precisamente, gracias al contacto que mantuvo con un instructor noruego, incluyó consejos y descripciones técnicas sobre la práctica del esquí en una re-edición que llevó a cabo en 1804 sobre su libro de Gimnástica. De hecho, tales contenidos constituyen unos de los primeros ejemplos escritos de lo que podría considerarse como una guía técnica sobre esquí, pese a que Guts Muths, en realidad, no fuera un experto en tal asunto y quizás ni siquiera practicante. El patinaje sobre hielo fue desde luego otra de sus proposiciones de contenidos. Las fechas de algunos de estos acontecimientos y apariciones me hacen dudar sobre la dirección de influencia que, en realidad pudieran haber tenido algunos de estos autores con respecto a Pestalozzi. Si bien este último debe sin duda ser considerado como uno de los principales catalizadores de la evolución educativa moderna, sospecho que en lo que se refiere a la importancia que para su método cobraba la Educación Física, debió beber de las fuentes de la escuela alemana, en su versión educativa, y probablemente de los postulados de Guts Muths.

 
Estatua de Guts Muths en Quedlinburg, Alemania. (Imagen: afdaestiloymagisterio.blogspot.com)

 
Detalle del libro “La Gimnástica de la Juventud” en versión traducida al francés. (Imagen: blogs.princeton.edu).

La escuela Sueca es la tercera de estas grandes corrientes europeas. Parte de F. Nachtegall (1777-1847) quien recoge toda la influencia originada por Guts Muths y crea para la educación Primaria la asignatura de gimnasia (esa que hemos heredado en España y que con tanto ímpetu muchos se quieren sacudir de encima). Pronto su trabajo se vería relevado por el gran desarrollo de contenido llevado a cabo por P. E. Ling (1776-1839), organizado en dos líneas principales: una caracterizada por la realización de ejercicios posturales, uso de cuerdas, barras, escalas de ondulación, suspensiones… para desarrollar la resistencia corporal, las habilidades y destrezas (volteretas, saltos, agilidad…) y la precisión gestual; así como juegos gimnásticos para provocar la consolidación de alegría, personalidad, comportamiento y adaptación a situaciones diversas. La otra consistió en añadir la concepción de ejercicios correctivos, con destacada utilización de aparatos (“auxiliares”) y la creación de la Gimnasia Sueca, buscando una totalidad postural. Hay que decir que su enfoque no estaba precisamente dirigido al campo de acción escolar, sino más bien hacia las poblaciones adulta y juvenil. Además, institucionalizó un sistema nacional de formación educadores de gimnasia. Aquel fue, como si dijéramos, el primer “INEF” conocido, algo que lógicamente tiene bastante valor emocional para mí. Con el nombre de Real Instituto Central de Gimnasia de Estocolmo, fue creado por ley en 1813, acompañado de normativa que reconocía las titulaciones y protegía su desempeño laboral. Gente seria los suecos en materia de gimnasia. El legado de P. E. tuvo continuidad en la persona de su hijo H. Ling (1820-1886), ya que se dedicó a sistematizar, ordenar y completar la obra de su padre. Además, y esto es importante, trasladó (adaptándola) la Gimnasia Sueca de la juventud a la niñez, introduciéndola en la escuela Primaria, razón por la que se le reconoce como padre de la Gimnasia Sueca escolar. Fue el diseñador de las clásicas Tablas Gimnásticas: esquemas de prescripción detallada de ejercicios que buscan un efecto total. A día de hoy, todavía me encuentro gente conocida que de forma coloquial me suelta frases del tipo de “a ver si me puedes preparar una tabla de ejercicios para prepararme para tal o cual evento deportivo” u objetivo como adelgazar, mejorar la espalda, etc. La nomenclatura viene de entonces, lo cual, casi dos siglos después, demuestra el impacto del empeño de los Ling.

 
Imagen de una de las salas de trabajo práctico del Real Instituto Central de Gimnasia de Estocolmo. Una serie de alumnos demuestran un ejercicio de tronco, con taburete y espalderas. La imagen aporta cierta información sobre parte del aparataje auxiliar enfocado a la práctica de gimnasia. (Imagen: Gymnastik- och idrottshögskolans bibliotek).

 
En esta otra fotografía vemos a mujeres haciendo otra demostración colectiva sobre banco sueco. El ejercicio en cuestión muestra algunas variantes de trabajo que recientemente se ha “re-descubierto” como si fuera nuevo e integra muchos de los actuales repertorios que algunas nuevas tendencias dirigen para el trabajo de tronco (según las versiones comerciales “core”. (Imagen: Gymnastik- och idrottshögskolans bibliotek).

Y la cuarta de aquellas escuelas fue la denominada Francesa, aunque su principal protagonista fuera un español exiliado. F. Amorós llegó a Francia en 1814. En lo que a la gimnasia se refiere, integró las bases de la escuela Alemana con otras ideas existentes y varias iniciativas de cosecha propia. Su propuesta era bastante exigente en términos físicos y de nivel de ejecución. Incluyendo cierto componente de acrobacia y riesgo, que provenían de su origen militar. Pero, en cualquier caso, obtuvo gran éxito, y aún sin estar pensada para los menores, en 1850 se promulgó una ley que establecía la gimnasia (en especial la versión de Amorós) como asignatura voluntaria en las escuelas primarias. Aquello provocó un problema importante de ausencia de personal adecuado para impartirla, por lo que se envió una misión formativa a Suecia, y se estableció contacto con el colegio de Rugby para recoger influencias del “deporte británico”. Así, años más tarde, en 1890, nacía la Escuela Francesa (Movimiento del Oeste) aglutinando concepciones, pero inicialmente sin nuevas propuestas.

Y fue precisamente dicho lanzamiento el que prácticamente marcó la tendencia y la aparición del Segundo Periodo (según el esquema teórico propuesto por los expertos) de las gimnasias[1]. En él, las denominadas Escuelas, pasan a llamarse Movimientos y en vez de referirse a países concretos, abarcan zonas de influencia, aunque como es de suponer, son una evolución de los mencionados anteriormente. Aquel Segundo Período abarca desde el año 1900 hasta 1939, viéndose bruscamente interrumpido por la II Guerra Mundial. Los Movimientos considerados son ahora tres, ya que el correspondiente a la Escuela Inglesa, no existe como tal, pues su hueco está simplemente ocupado por la evolución (triunfadora y creciente) del deporte como tal y no como manifestación gimnástica. Vamos pues a atender ligeramente a las tres restantes.

Por un lado tenemos el Movimiento del Centro, que corresponde a la evolución de la Escuela Alemana. Y se asienta especialmente en Alemania, Austria y Suiza. Aquellas pugnas anteriores desembocaron en dos tendencias muy divergentes que se fueron implantando en ámbitos de actuación distintos. Por un lado surgía la “Rítmica”, de la cual Dalcroze (y su “Euritmia”) era su principal abanderado. Era un tipo de gimnasia muy vinculada a la enseñanza musical, prácticamente un complemento corporal de la misma. Las relaciones entre la danza y este tipo de gimnasia en aquella época eran muy estrechas, y personalidades como la inimitable bailarina Isadora Duncan jugaron un papel destacado en la evolución de ambos campos. La otra versión complementaria de esta tendencia fue la “Gimnasia Moderna” (origen de la actual “Gimnasia Rítmica” femenina). Se centraba en el impresionismo artístico a través de la expresividad, la danza, etc.

Por el otro surgía, con evidente diferencia de intereses y motivaciones, la denominada “Gimnasia Natural (o Escolar) Austríaca”. Aquella tendencia fue una más que evidente recuperación del espíritu iniciado por Guts Muths, y una búsqueda de un desarrollo integral del alumnado. Para ello utilizaba ejercicios basados en diversos principios pedagógicos. Se apoyaba en las destrezas básicas (correr, saltar, girar, lanzar, recibir, trepar, etc.) y buscaba entornos y escenarios naturales, y una docencia sin crispaciones o excesivo comando. Sus bloques de contenido, pueden darnos una ligera idea de sus pretensiones y del efecto integral buscado al reunir actividades de carácter (y escenario) bien diferentes:


  • Compensación: trabajo con ejercicios de columna vertebral, cinturas pélvica y escapular, y miembros.
  • Formación gimnástica: basada en ejercicios funcionales relacionados con quehaceres, ocupaciones  y actividades cotidianos.
  • Performance: luchas, juegos, excursiones, deportes de invierno (esquí, patinaje…), natación, destrezas básicas.
  • Artístico: danzas y ejercicios acrobáticos.


Entre sus fuentes de inspiración, además de Guts Muths, el “Turnkunst”, la “Gimnasia Sueca”, la Alemana y el deporte de raíz inglesa, se encontraban los denominados “movimiento de la juventud” y “movimiento week-end”, que preconizaban el desplazamiento hacia la naturaleza para el disfrute del tiempo libre con la práctica, entre otras disciplinas, del alpinismo. En definitiva, un esquemático muestrario que en realidad nos está demostrando que sus responsables de entonces ya tenían bastante claro en qué debía consistir la EF escolar, la cual, si somos sinceros, se parece bastante a las propuestas actuales de nuestros currículos, los cuales por cierto, demasiados centros educativos incumplen, en aquellos contenidos que requieren mucha imaginación organizativa y metodológica, ya sea porque el patio convencional o el polideportivo de turno, no son los escenarios ideales para su realización. Así pues, me gusta referirme a la “Gimnasia Natural Austríaca” como a una EF basada en el trabajo gimnástico variado y completo, centrada en la funcionalidad y el dominio de las destrezas motrices y enriquecida con juegos, deportes, naturaleza y expresión. Objetar de la “gimnasia”, en varias de sus diferentes formas, ante dicho planteamiento, es dejarla coja ¡muy coja!.

 
Retrato de Margarete Streicher con anorak y bastones de esquí. Junto con Karl Gaulhofer, fue la creadora y precursora de la Gimnasia Escolar (Natural) Austríaca. (Imagen: Imagen: afdaestiloymagisterio.blogspot.com).

Como anécdota quiero señalar que en el año 2013, visitando Austria con motivo de participar en la marcha ciclista retro “In Velo Veritas” (una de mis mejores experiencias ciclistas retro), pasé una noche durmiendo sin coste en las instalaciones deportivas de un centro educativo público de la localidad que era sede de la marcha. Aunque en uno de los patios exteriores se hubieran construido estructuras fijas para la práctica libre, artística o creativa del patinaje y el “skateboarding”, lo que más llamó mi atención (profesional) fue el gimnasio en el que me instalé para dormir. Era una especie de pequeño pabellón con toda una pared longitudinal acristalada. Bajo una pequeña grada, unos portones rodantes permitían un acceso rápido y fácil a todo el material disponible y variado. El espacio principal era diáfano y aunque menor que una pista de baloncesto convencional, con amplitud suficiente como para poder llevar a cabo muy diversas actividades deportivas escolares. Lo más singular, al menos desde nuestro actual punto de vista nacional, fue la profusión de “aparatos” clásicos de gimnasia, preparados y articulados en algunas paredes, techo y almacenes: espalderas, cuadrantes verticales de madera, escaleras horizontales, bancos suecos, cuerdas colgantes, escalas, potros, caballos y plíntons de cajones, colchonetas variadas, trampolines, etc. Todo ello de última generación, construido en maderas, metales y cabos de calidad. Diseñado para poderse utilizar de forma versátil y colocarse o recogerse con presteza. Allí quedaba claro que los complejos que han asolado nuestra gimnasia escolar no han existido en Austria (ni en la República Checa por lo que también he podido comprobar). La instalación me provocó sana envidia, me hubiera gustado haber podido disfrutar de algo similar durante muchos años de mi desempeño laboral. Pero a la vez me hizo pensar en qué hubieran hecho ante ello algunos de mis colegas actuales ¿desmantelar parte de la dotación para evitar connotaciones históricas? ¿O quizá simplemente para disimular su incompetencia a la hora de sacarle partido?.

El segundo gran Movimiento es el llamado del Norte. Cuajó en los países nórdicos como continuación de la Escuela Sueca, por lo que también se le suele apodar como Gimnasia Neo-Sueca. Avanzó sobre todo en el desarrollo técnico de ejercicios, y se manifestó en dos corrientes bien diferenciadas. Por un lado la “Científica”, que dedicando sus esfuerzos a un fortalecimiento teórico de los efectos, atributos y métodos de ese trabajo gimnástico, lo estudió a través del prisma médico e investigador. Y por el otro la “Técnico-Pedagógica”, en la que destacó especialmente la incorporación del Plan de Lección, que organizaba cada sesión con la intención de conseguir objetivos: fisiológicos, morfológicos, estéticos y psicológicos. En la sesión se sucedían tres fases: preparatoria, morfológica (con mayor esfuerzo y sucesiva participación de todas las partes del cuerpo) y final calmante. Se renovó la actitud y técnica del comando (dirección docente de la sesión) y se incluyó la música como un medio adicional utilizable. Sucesivos autores fueron incorporando nuevos elementos enriquecedores, de forma que esta corriente experimentó diversas interpretaciones y variantes de aplicación.

Por último llegamos al Movimiento del Oeste, evolución  de la Escuela Francesa, que no pareció alterarse demasiado hasta la irrupción de Georges Hébert (1875-1957). De igual forma que las anteriores, también se manifestó en sus correspondientes corrientes. Una “Científica”, que apenas aportó casi nada al dominio teórico-práctico de la gimnasia, por centrarse específicamente en el campo médico, preventivo, de indicaciones, contraindicaciones, etc. Y otra “Técnico-pedagógica”, apareciendo en ella la propuesta del “Método Natural” de Hébert, que sin lugar a dudas destacó como aportación fundamental de la época al Movimiento del Oeste y al conjunto de la EF mundial. Su método proponía la utilización de la actividad del hombre primitivo como base de ejercicio: locomoción normal, locomociones secundarias, luchas, ejercicios derivados de labores, danzas y expresividad ancestral, etc. Vinculaba la EF a la promoción de valores sociales de importancia. Incidía en darle al método gran fundamentación y concepción pedagógicas y en buscar el desarrollo integral de la persona. Muestra de su filosofía se desprende de sus Grupos de ejercicios:


  • Marcha, carrera, saltos, cuadrupedias, trepas, equilibrios, lanzamientos, levantamientos, defensas… en constante práctica en la naturaleza (ahora los denominaríamos habilidades y destrezas motrices básicas).
  • Ejercicios útiles para la persona: equitación, bicicleta, canoa, patinaje, esquí…
  • Ejercicios recreativos: Juegos, danzas, deportes, cánticos…


La organización de sus lecciones tomaban el formato de “recorridos” (en varios tipos: circuitos, pistas más largas con “estaciones”, etc.), y su carácter podía ser de preferencia funcional general, técnica o de mantenimiento. El objetivo central era lograr un desarrollo físico completo multifuncional. Un “retorno razonado a las condiciones naturales de la vida”. Su líder se mostró claramente crítico con la concepción deportiva competitiva (paralelamente creciente en occidente en aquella época; crecimiento que tal y como actualmente podemos comprobar, no ha dejado de aumentar desde entonces), a causa de los peligros que su práctica podría llegar a desarrollar. Y en este asunto apuntaba a riesgos morales, físicos y sociales. No negaba la utilidad e interés de la práctica de los deportes como derivado del juego, pero nunca más allá, adentrándose en la competición excesiva, la reglamentación exagerada y el potencial desenfreno social. Teniendo en cuanta las fechas en las que este ilustre especialista desarrolló toda su obra, no me cabe más que calificarlo de visionario, especialmente teniendo comprobando como el tiempo le ha ido dando la razón en lo que tiene que ver con los peligros derivados de sobredimensionar la importancia del hecho y los actos deportivos. Por otro lado, Hébert y su método son reconocidos actualmente por muchos de los defensores y entusiastas del Parkour, como el punto de partida inicial para tan peculiar modalidad deportiva.

 
Retrato de George Hébert con su uniforme militar. (Imagen: Bibliothèque nationale de France).


Las ideas de Hébert modelaron la forma de ver la EF, AF y práctica deportiva en Francia. Dos buenos ejemplos de ellos fueron las instituciones del “Collège d’Athletes de Reims” y la “École Normale de Gymnastique de Joinville-le-Pont”. Ambas bastante longevas, se convirtieron en centros de referencia para la formación de profesionales en los tres campos mencionados, y con el paso del tiempo se hicieron las funciones de cimientos institucionales sobre los que asentarse el INSEP y los principales centros educativos modernos, especializados en EF, en Francia. En la segunda (Joinville) se dio la circunstancia de que, en las primeras décadas del siglo XX, convivían en ella dos tendencias bastante contrapuestas en lo que a la interpretación de la cultura física se refiere. Por un lado los que se decantaban por un trabajo con bastante influencia militar y mucha atención a lo gimnástico y el combate (luchas, esgrimas de varios tipos, etc.). Por el otro los amantes del atletismo y la práctica deportiva y multideportiva, generalmente de ideas renovadoras que buscaban la formación integral de personas modernas, pacíficas y con el denominado espíritu “sportman”. Aquello puede que fuera la antesala del “eclecticismo” que pronto caracterizaría a la EF europea.

 
Vista de algunas infraestructuras de la pista principal exterior del Collège d'athlètes de Reims, construido basándose en los principios e ideas del Método natural de Hébert. (Imagen: Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=23533034).

 
Piscina del mismo centro Collège d’Athlètes de Reims. Gran variedad de estructuras para los saltos acrobáticos. (Imagen: Piscina gallica Biblothèque Nationale de France).




Imagen de un grupo de Joinville durante la práctica de esgrima convencional. (Imagen: delcampe.net; “motrice 100%”).

 
Demostración gimnástica al aire libre en la Escuela Normal de Joinville. (Imagen: gallica.bnf.fr, Biblothèque Nationale de France).

 
Sesión de enseñanza de gimnasia sobre el caballo (aparato no tan diferente de los que algunos hemos conocido en nuestros gimnasios escolares). (Imagen: delcampe.net, “antix38”.

 Prácticas de atletismo en Joinville: salto con pértiga. (Imagen: delcampe.net, “caticatou03”).


Al “Método Natural de Hébert” le tengo un especial cariño (al igual que a la “Gimnasia Natural Austriaca”). No solo por su planteamiento, que revisado y actualizado me parece estupendo para nuestro momento presente (escolar o para la población común), sino porque hasta hace poco me servía como ejemplo para ilustrar una cómica crítica a todas esas corrientes mercantiles de la Actividad Física que, tirando de corrientes pasadas, tratan de vendernos producciones de rabiosa actualidad. Ese fenómeno al que ya me referí en alguno de los párrafos del comienzo de este capítulo. Resulta que para ilustrar los procesos de “renacimiento” comercial de Pilates, “Cross-fit”, “Calistenia”, “Interval-training” de toda índole, “body… weight… aparato X…” de todo tipo, etc. yo fantaseaba con comercializar y registrar (en inglés) un método de entrenamiento que, basándose en el Natural de Hébert, ofreciera una identidad conceptual e imagen propias y me permitiera enriquecerme a costa de la venta de su práctica, su formación, su material específico propio y hasta su ropa estéticamente identificable. Pues bromas aparte, no andaba yo descaminado, y mi imaginada hipótesis ha cobrado vida recientemente, y ya está aquí metiendo codos en el mercado. Me lo he encontrado en Internet buscando imágenes sobre Hébert. Unos respetan su denominación original y otros lo asocian a lo “paleo” (paleo-dieta, paleo-entrenamiento…), pero el caso es que “ya estaban tardando”. En fin, así es la sociedad actual, se despoja de algunos mantos de forma precipitada, irreflexiva e injustificada y al poco tiempo se vuelve a cubrir con trapos que se encuentra por ahí, sin que en ningún momento del proceso se preste mucho esfuerzo al estudio o el análisis, sino actuando casi única y exclusivamente en función del mercantilismo.

 
Bomberos parisinos entrenando bajo la inspiración del Método Natural. Imágenes como esta y el legado de su obra atestiguan que el Parkour, en esencia, nacía con Hébert. (Imagen: feli-demouvement.ch).

Con posterioridad al Segundo Periodo, las gimnasias fueron evolucionando en dos sentidos preferentes. Las modalidades más reglamentadas vivieron cierta transformación bajo el auspicio de sistemas organizativos que acabaron configurándose como federaciones deportivas, regulando y administrando la práctica de determinadas modalidades gimnásticas puramente deportivas, en el sentido competitivo o de rendimiento del término. En cuanto al ámbito educativo, se alcanzó un periodo acertadamente bautizado como de Eclecticismo, en el que los sistemas educativos adoptaron una suerte de collage de contenidos extraídos de diversas escuelas, movimientos o metodologías. Más tarde, con la incorporación de nuevos estudios, teorías e investigaciones cercanas a la psicología y la pedagogía, la EF fue viendo aparecer nuevas corrientes que forjaron gran parte del desempeño educativo actual. Ejemplos fundamentales de ello son la Psicomotricidad, la Expresión Corporal, la Psicocinética, la Educación Física de Base, etc. Pero eso ya es otra historia, o diferentes fases de la que yo quería mostrar aquí.

En relación con el asunto de que muchos profesionales de la EF estén decidiendo abstenerse de programar contenidos propios de la gimnasia deportiva, o al menos reduciendo de forma drástica su nivel de exigencia o dificultad, a causa del temor a ser perseguidos o responsabilizados judicialmente a causa de potenciales lesiones o accidentes del alumnado, quiero señalar dos cosas. La primera es subrayar la hipocresía social actual que se empeña en buscar culpables en “terceros” que asumen una responsabilidad educativa coherente, penalizándoles judicialmente (en muchos casos sin razón; he leído varias sentencias en este sentido, redactadas por jueces sin conocimiento alguno de aspectos técnicos educativos o deportivos), mientras que por otro lado el ritmo frenético de la búsqueda social de “sensaciones” favorece la irrupción de un flujo constante de nuevas prácticas deportivas u ociosas de riesgo. Mientras se favorece la comercialización y el consumismo de actividades físicas con cierto componente de peligro, se acusa a los especialistas educativos que tratan de formar a las personas en el dominio competente de su cuerpo y lo que podríamos denominar una educación del riesgo.  Muchos autores han estudiado y han utilizado, como fundamentos de investigación para la elaboración de teorías del aprendizaje motriz y desarrollo por medio de la interacción con el medio físico, a comunidades indígenas de diferentes lugares del mundo, las cuales aún mantienen estilos de vida ancestrales. Existen múltiples ejemplos de aprendizaje de las habilidades motrices entre tales comunidades “primitivas”. En ellas se favorece un temprano dominio de todas las destrezas motrices necesarias para la vida en el medio. Los siguientes párrafos pueden darnos algunas pistas sobre los rasgos de su metodología:

“Su pequeño mundo infantil está organizado de tal manera que se le permite que cometa errores ínfimos mediante los cuales puede aprender y tener mejor discernimiento y mayor prudencia, pero nunca se le admiten equivocaciones tan graves como para asustarlo o inhibirlo […] Para los demás aspectos de adaptación del niño al mundo externo se emplea la misma técnica. Se aplaude cada paso adelante, cada intento ambicioso; los propósitos demasiado ambiciosos se rechazan; los errores mínimos se pasan por alto, los importantes se castigan […]. Esta actitud rígida y que a primera vista puede parecer poco comprensiva, da como resultado un perfecto desarrollo infantil de la coordinación motriz… pero en las actividades cotidianas como nadar, remar, batear, trepar, existe un alto nivel de excelencia. Y entre los adultos se desconoce la torpeza, la inseguridad motriz y la falta de aplomo”.

Margaret Mead.

En este sentido, en las sociedades civilizadas, una de las responsabilidades de la EF es educar en seguridad, en especial en lo que tiene que ver con la actividad motriz. Inculcar ciertos “reflejos” de seguridad y conseguir que se adquiera cierto sentido del peligro o consciencia de las propias responsabilidades. Pero además, la práctica de actividades motrices “arriesgadas” representa un importante valor didáctico, pues se le reconoce una fuerte influencia sobre el desarrollo del auto-concepto: autoestima, sentimiento de competencia, etc. La pauta de organización asumida es diseñar actividades con “riesgo subjetivo máximo, pero riesgo objetivo mínimo” (que el riesgo sea simulado pero sin riesgo real). Algunos especialistas se preguntan si ello no nos lleva a una descontextualización tal que convierta dichas actividades en  una enseñanza “vacía” no significativa. El ejemplo más extremo (por el momento) de este tipo de práctica es el juego, deporte, actividad… virtual, en el que, casi inmediatamente, el practicante se permite asumir riesgos absolutamente disparatados consciente de que en realidad “no pasa nada”. El desparrame de efectos y espectacularidad de imágenes de acción en la actual escena de cine comercial va en esa misma línea y mal-educa al público en general persuadiéndole de posibilidades físicas (y motrices) inverosímiles. Hoy en día los expertos se preguntan si la seguridad es un tema “transversal”, no en el sentido de su organización académica, sino como verdadera fuente de transferencia, es decir, si la adquisición de conductas (cultura) de la seguridad en unos ambientes o actividades, sirven para provocar transferencias a otros, presentes o futuros.  Jean-Pierre Famose[2] mantiene la hipótesis de que:

“La práctica y adquisición de una competencia real en ciertas actividades de riesgo pueden permitir una transformación profunda y duradera de las actitudes de los alumnos frente a las situaciones peligrosas y desembocar en un verdadero aprendizaje de la seguridad”.

En definitiva, se trataría de provocar la modificación de las actitudes por el cauce de los comportamientos. Aunque no nos describe los momentos o edades de trabajo para todo ello.  El objetivo sería que el aprendizaje de los procedimientos de seguridad en cada actividad, por parte del practicante, se desarrolle a través de la práctica de las “técnicas” o conductas de “seguridad activa” (gestionada por ellos mismos) y no “pasiva” controlada por el docente. Las habilidades de seguridad se clasifican (básicamente) en preventivas y de evitación. Las segundas solo se pueden aprender mediante situaciones significativas en las que el menor aprenda a evitar o minimizar los efectos del golpe, caída, daño, etc.

El trabajo sobre el riesgo, al igual que el de la gimnasia deportiva (ahora re-bautizada como artística), permite muchísimo diseño de progresión: metodológica, de dificultad, de riesgo, de material y de escenario o de estructuras. Debe siempre adaptarse al nivel de competencia del aprendiz. Parte de su interés educativo reside en evitar una disonancia entre el riesgo percibido por el sujeto y el riesgo que está dispuesto a asumir para conseguir algo o hacer algo (riesgo preferente). Los desajustes entre ambos pueden provocar comportamientos peligrosos o, por el contrario, de inhibición (miedo al agua, fobias…).

“La posibilidad, para cada alumno, de elegir cierto nivel de riesgo parece una vía interesante. […] El alumno, así, se vería conducido a descubrir un compromiso óptimo entre la dificultad de la tarea y la peligrosidad del contexto. Este paso exigiría a cada uno una evaluación significante de sus saberes y habilidades y la búsqueda activa de modalidades de superación. Dicho trabajo ‘experimental’ sobre la dialéctica asunción de riesgo/seguridad debe permitir al alumno conocer mejor sus reacciones frente al riesgo y tener en cuenta mejor, el envite y las consecuencias”.

Evidentemente, en ese tipo de procesos resulta inevitable que, de vez en cuando, alguien se pueda llevar algún golpe o sufra algún tipo de lesión. Si la sociedad no está dispuesta a asumirlo, entonces apaga y vámonos, cerramos el quiosco y extirpamos la educación en riesgo y el desarrollo de competencias motrices de la población. Quizás ese sea el escenario futuro: una población torpe, cada vez más enchufada a mecanismos o sistemas que lo guíen y controlen, dejando la cuestión de la habilidad motriz para una minoría cada vez más especializada: pilotos de competición, esquiadores extremos, alpinistas radicales, etc. Una paradoja similar a la que habitualmente demuestran todos aquellos conductores anónimos que aplauden las gestas ciclistas de nuestros campeones en la televisión, mientras que apenas unas horas antes o después, increpan a quienes ruedan por las carreteras dando pedales.

No sé si algún lector aficionado al piragüismo habrá llegado hasta el final de esta lectura, pero si lo ha hecho debería concluir que las piernas no están ahí únicamente para pasear los brazos, y que nadar es un dominio técnico que debería ser obligado para cualquier persona y, desde luego,  para todo usuario de kayak. Lo mismo que cualquier ciclista monotemático (de estos los hay a millares en nuestro país ahora mismo), a poco avispado que sea, podrá comprender fácilmente porqué el espectacular y habilidoso Peter Sagan se ha convertido en uno de mis ciclistas favoritos, o porqué lo fue en su día el polifacético (al menos para le época) Peio Ruiz Cabestany. Considero fundamental que los chavales aprendan a dominar su cuerpo y a desarrollar sus habilidades y destrezas. Empezando por las Habituales, continuando por las Básicas y terminando con las Específicas (todo ello bajo terminología profesional de la EF). Y para ello haría falta que, además de practicar más de una modalidad deportiva, volvieran (o no dejaran de) hacer volteretas, equilibrios, saltos de cierta acrobacia, etc. La hiper-proteccionista sociedad española no está facilitando las cosas, el infantiloide sistema educativo actual tampoco, ni el intrincado e imprevisible sistema judicial, o la dictadura normativa a la que cada día estamos más sometidos. En lo que a mí respecta, ya me van quedando menos años de responsabilidad docente directa, así que les dejo el recado a otros. Yo ya he cumplido, y no tengo problemas de conciencia al respecto, procuré coordinación, agilidad, destreza y unas cuantas cosas más a mi alumnado, y lo hice con alegría y diversión por ambas partes, y en ocasiones (bastantes) utilizando la gimnasia como método de trabajo. Y las bicis, los patines, los balones, las excursiones, el rocódromo, las cuevas, los sables adaptados, la música, los mapas, y tantas y tantas cosas. Aunque muchos de los escenarios y modalidades empleadas resultaran especialmente llamativos, sobre todo aquellos en los que nos trasladábamos al medio natural, la gimnasia siempre estuvo programada y presente en el plan anual. Con sus giros, equilibrios, acrobacias básicas, etc. Sin ello, lo demás se hubiera quedado muy corto.

 
Excursión de 1º ESO en la modalidad de senderismo+barranquismo. Muy parecido ya lo hacía Hébert.

 
Imagen de una carrera de orientación por bosque. Esta modalidad deportiva (especialmente provechosa para una formación integrada físico-geográfica) tuvo sus orígenes en Suecia.

 
Detalle de una sesión dentro de una Unidad Didáctica (varias sesiones) de Salvamento y Socorrismo. El alumnado aprende técnicas de rescate, recursos de seguridad personales y atención urgente a las personas.

 
Excursión en patines.

 
Viaje de varios días en cicloturismo de alforjas. Y así podría seguir añadiendo fotos y más fotos de infinidad de disciplinas. Lo curioso es que apenas las encuentro sobre nuestro trabajo de gimnasia, pese a que dicho tema, en diferentes versiones (deportiva, básica, acrosport…) ha estado siempre presente en mis programaciones en todos y cada uno de los cursos y niveles educativos.



“Puntualicémoslo: no se trata en modo alguno de promover la vuelta a la Enseñanza disciplinaria de otros tiempos, cosa por lo demás absolutamente imposible, e insoportable, en nuestros días. Este modelo ha desaparecido y no hay que derramar lágrimas por su deceso, tanto más cuanto que la revolución de ligero abunda en potencialidades todavía ampliamente inexploradas. Lo que importa hoy es construir una nueva síntesis que conserve lo que había de positivo en el sistema tradicional, ‘explotando’ lo positivo de la dinámica de lo ligero. Aunque hay que desterrar la inculcación a la antigua, ello no supone renunciar a todo marco pedagógico estructurado y apremiante. […]Conciliar lo mejor de lo nuevo y lo mejor de lo antiguo, inventar una pedagogía nueva sin perderse en los yermos de una enseñanza light, desestructurada y no lineal: tal es uno de los grandes desafíos de la educación democrática de la era hipermoderna”.[3]


[1] A. LANGLADE; NR. DE LANGLADE: “Teoría General de la Gimnasia”. Stadium. Buenos Aires, 1983. [Base bibliográfica fundamental para este capítulo].
[2] FAMOSE, JP.: “Cognición y rendimiento motor”. INDE: Barcelona, 1999.
[3] LIPOVETSKY, GILLES: “De la ligereza”. Anagrama. Barcelona, 2016.

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