En varias
ocasiones he lamentado que las empresas responsables de algunas marcas de
bicicletas con un pasado prestigioso o interesante no hagan mención del mismo
en sus espacios públicos corporativos. Bastantes de ellas no hacen referencia
alguna sobre su historia, y otras que sí lo hacen, resuelven el trámite con un
contenido tan escueto y pobre que parece responder a cierto compromiso u
obligación impuesta. En tales casos, el público interesado en saber más sobre
la evolución “vital” de un fabricante de bicicletas determinado ha de rebuscar
en fuentes genéricas, páginas web especializadas y, si hay suerte, encontrar
algún espacio, normalmente alimentado por algún aficionado apasionado (y muy
documentado e informado), dedicado específicamente a la marca de su interés.
En el caso que
nos ocupa, las bicicletas Trek, este problema deja de serlo porque tiene
solución (complementaria) por ambas vías. Para empezar, el propio fabricante muestras
pistas y anécdotas sobre su origen y evolución en su sitio web oficial. Lo hace
con estilo, con gracia y con “humanidad” ¡Con cariño!. Probablemente se deba a
que la empresa se encuentra aún en manos de algún miembro de la familia
fundadora. Parece una tontería pero no lo es. Con el paso de los años, al ir
escribiendo sobre algunos fabricantes, me ha ido dando la impresión de que las
marcas que más respeto y orgullo sienten con respecto a sus antecedentes,
suelen ser aquellas que no han perdido conexión directa con los fundadores o
sus herederos. A menudo, en cuanto una firma cae en la rueda de la
compra-venta, las absorciones o radicales cambios de titularidad, la fe en el
valor de su esencia original tiende a desvanecerse. Aunque no soy ningún
profesional del marketing o de la imagen de marca, dicho modo de actuar me
parece un gran error. En todo caso, en Trek no ocurre, y, aunque así sucediera,
el aficionado interesado también dispone del ingente trabajo desarrollado por alguien
en una página dedicada a los aspectos “vintage” del fabricante. La
responsabilidad y autoría del magnífico trabajo allí publicado es obra de Skip
Echert, a quien desde aquí, en nombre de incontables aficionados curiosos, le
doy mi más sincero agradecimiento.
Si atendemos
al criterio popular que viene acotando el concepto de bicicleta clásica en los
últimos tiempos, algunos modelos de la firma Trek entrarían dentro de dicho
concepto un poco por los pelos. Lo digo porque, a groso modo, la fecha límite
aproximada para tal tipo de bicicletas ronda el año 1985, y Trek comercializó
sus primeros cuadros en 1976 y sus primeras bicicletas completas en 1978. De
todas formas, en lo que a mí respecta, hace mucho que dejé de ser un supuesto
purista del ciclismo retro (sobre todo porque me he encontrado con múltiples
detalles absurdos e incongruentes a la hora de poner en práctica tal purismo).
Fechas aparte, creo que hay bicicletas que, en determinados momentos (tanto
anteriores como posteriores a 1985), se han hecho merecedoras de cierto
reconocimiento, ya sea por la peculiaridad de su historia, por haber creado tendencia,
haber revolucionado el sector, o por cualquier otra causa de interés.
En este caso
son varias las razones que justifican mi interés por atender a Trek, pero de
entre ellas quiero destacar dos. Primera, tal y como espero que la lectura de
este capítulo vaya demostrando, el papel y la presencia de Trek durante el último,
casi ya, medio siglo, ha sido muy relevante. Durante sus más de cuarenta años
de existencia, esta firma ha sido capaz de participar activamente en algunos de
los despegues globales más significativos de la industria del ciclismo, ha
dinamizado la escena de forma evidente y ha aportado varios
modelos concretos que han logrado marcar tendencia en el diseño y fabricación de
bicicletas. Segunda, quiero, paralelamente, dedicar este capítulo como homenaje
de jubilación a una de mis dos bicicletas de carretera más fieles a lo largo
del tiempo, una Trek 2100. Así pues, el desarrollo del contenido se iniciará
con un repaso de la evolución histórica de Trek, enlazará con una atención especialmente
dedicada al modelo 2100, y finalizará con alusiones sobre mi propia bicicleta.
Sucesión evolutiva de las insignias fontales de Trek. He comprobado que algunas de las referencias temporales no son válidas para todas las bicicletas de la marca. (Imagen: artículo de Mike Levy para pinkbike).
La historia
del nacimiento de Trek la conocemos a través de su presidente actual, John
Burke. Cuando evoca los inicios dados por su padre Dick, primero hace
referencia a un viaje que ambos hicieron en bicicleta con alforjas. Apenas un
par de días, pero que quedaron bien grabados en la memoria del chaval. Aquello
coincidió en el tiempo con los inicios de Dick en una nueva aventura
empresarial. Según se desprende de los comentarios de su hijo, la vocación de
Dick encajaba mucho más en el perfil de emprendedor que en la de apasionado del
mundo de la bicicleta. Si se inició en este sector, fue porque lo interpretó
como una oportunidad de negocio. Un sudafricano llamado Bevil Hogg fue quien
persuadió a Burke para asociarse con él para comprar una tienda de bicicletas
de Madison, llamada Stella Bicycle Shop. La localización no es baladí. Madison
está situada en el estado de Wisconsin, bastante cerca de Milwaukee. Aquello es el corazón de
una zona del “Midwest” que se ha caracterizado, entre otras cosas, por haber
desarrollado una fuerte y espartana cultura del deporte en la que tanto el
ciclismo, como las carreras de patinaje, han brillado con luz propia. En los
capítulos titulados “un sueño americano” (dedicado al 7-Eleven) y “Patines II:
leyendas sobre patines”, se explica con mayor atención la importancia de este
detalle, aparentemente trivial.
Burke padre e hijo retratados en aquel mítico viaje iniciático. (Imagen: Trek Corporation).
Enseguida,
Burke desplegó su estrategia empresarial que, inicialmente, pasaba por intentar
establecer una progresiva red de tiendas bajo la misma denominación. La segunda
la abrieron en Champaign, Illinois. Además del título y recurrente estribillo
de una canción de Bob Dylan, la localidad y su estado son, casualidades de la
vida, la localización de la sede central de la más importante editorial de
publicaciones de las ciencias del deporte y el entrenamiento: Human Kinetics,
aunque esto sea… otra historia. El caso es que el ilusionante negocio de
aquellos dos socios enseguida dio muestras de no resultar rentable, por lo que
decidieron cerrar sus establecimientos en 1975. La lección aprendida parecía
clara: mejor fabricar y que sean otros (muchas más tiendas) los que vendan sus
productos. Era un momento en el que el mercado americano estaba bastante
huérfano de bicicletas de calidad en gamas medias o altas (la hasta entonces
todopoderosa Schiwnn llevaba tiempo centrada en gamas bajas, populares y “para
todos los públicos”). La anécdota cuenta que algunas de las decisiones clave
que tomaron Dick y Bevil, y que dieron paso a la fundación de Trek, se fraguaron
amistosamente, bebiendo cerveza en un clásico tugurio de Wisconsin conocido
como The Pine Knoll, en el invierno de 1976. Entre los asuntos allí discutidos
estuvo el de la elección de la denominación de la futura compañía. Dick propuso
el nombre de Intrepid, mientras que Bevil prefería Kestrel. El paréntesis aquí
resulta inevitable. Poco tiempo después, Kestrel nacería como prestigiosa firma
especializada en cuadros monocasco de carbono de la máxima calidad. Aunque a
finales de los años ochenta y durante los noventa nos acostumbramos a ver
algunos de sus contados y exclusivos modelos de carretera y montaña, fue en el
mundo del triatlón (en plena expansión en aquella época) donde mayor impacto
provocó la marca (desde luego en España), cuando bastantes competidores de
nivel se decantaron por sus espectaculares modelos. Tal fue el caso de los
miembros del equipo Tandon. Todo hay que decirlo, Kestrel ha podido ser, junto
con Look, la propia Trek y algún otro constructor más, una de las empresas
fabricantes de cuadros que más directamente ha podido influir sobre la
concepción actual de las bicicletas, especialmente de carretera y triatlón, de
alta gama (ya todas ellas monocasco de carbono). Su R4000 puede que fuera el
primer cuadro totalmente monocasco de fibra de carbono de la historia.
Volviendo al bar de paredes de madera en el que dejamos a aquellos dos socios,
al final la disputa quedó en tablas, “ni para ti, ni para mí”, pactando ambos
el de Trek (con alusiones expedicionarias, así como raíces sudafricanas) como
apelativo definitivo. Cómo anécdota histórica quedó el detalle de que en un
viejo catálogo de 1977, cuando Trek aún no comercializaba (al menos masivamente
o fuera de su entorno geográfico más próximo) bicicletas completas, mostraba
entre sus productos un cuadro denominado TX502 Kestrel.
Bevil Hogg y
Dick Nolan (primer artesano de cuadros de Trek), junto a una de las primeras bicicletas Trek de la historia. (Imagen: Trek Corporation).
Inicialmente
se dedicaron a la fabricación de cuadros para bicicletas de turismo
(cicloturismo). Se instalaron en un granero en Waterloo y comenzaron con cinco
empleados, con los que fabricaron unos 900 cuadros durante aquel primer año.
Todos ellos de acero con racores, soldaduras a plata, construidos y pintados a
mano. Desde entonces hasta ahora, la localización de la empresa apenas se ha
desplazado unos metros. Quizás esa sea una pista de su buena salud y prestigio.
Las tentaciones de deslocalización, primero productiva, y más tarde incluso de
diseño, arrasaron Europa hace no mucho tiempo, y lo que inicialmente se
percibió cómo una única vía de salvación para algunos, o una excelente
oportunidad de reducción de costes para la mayoría, acabó plagando el mercado
de despersonalización, quiebras, desapariciones de firmas, etc. En Trek, en 1978
ya dieron el paso de producir bicicletas completas. La aventura empresarial se
puso en marcha al considerar que aquel era un momento de oportunidad. Tal
consideración se basaba fundamentalmente en dos argumentos. Por un lado, un
panorama francamente desolador en lo que a constructores norteamericanos de
bicicletas de carretera y turismo de calidad se refería. Algo que quedó
demostrado cuando importantes fabricantes europeos como Peugeot, Dawes y otros,
se lanzaron inicialmente a la exportación de sus productos allí, y más tarde,
incluso, a la fabricación en territorio americano. Por otro lado, aquella
década vino marcada por una crisis petrolífera a escala global, la cual también
tuvo una fuerte influencia sobre los EEUU, provocando significativos cambios de
conducta de movilidad y ocio activo en algunos sectores de la población
norteamericana.
De hecho, a
Trek le fueron bien las cosas en sus inicios. El boca a boca funcionó y pronto
contactaron con un distribuidor muy interesado, alguien con conocimiento de
causa sobre la calidad europea, pero que prefería disponer de algo similar a
nivel interno. Gracias a aquella alianza comercial, se produjo un salto de
expansión geográfica que bien podría parecer casual, ni no fuera porque en
fechas similares o cercanas, ya lo he visto replicarse en otras ocasiones, con
otros ejemplos de fabricantes de material deportivo de vanguardia. Me refiero
al desembarco comercial de una firma del Midwest en California. En el estado
bañado por el Pacífico, la bicicleta estaba en pleno proceso de resurgimiento e
innovación conceptual, algo que ya expliqué en “California Dreams: de cómo nos
volvimos un poco "Clunkers"”. En aquella época, en Trek se trabajaba
con acero y racores, buscando estar a la altura de los fabricantes europeos de
calidad. Las tuberías utilizadas solían ser la japonesa Ishiwata 022, la Reynolds
531 o algunas Columbus.
En 1980
levantaron una verdadera factoría, trasladándose a ella desde el cercano
granero que les había albergado inicialmente. La fábrica ya contaba con su
primera máquina de pintura. Dos años más tarde, la empresa nipona Tange se
convirtió en proveedora añadida de sus tuberías de acero, las cuales, por cierto,
acabarían alcanzando gran popularidad y supremacía entre gran parte de los
fabricantes de bicicletas (especialmente de BTT) a lo largo de aquella década
de los ochenta. La progresión en ventas de Trek fue respondiendo a las
inversiones realizadas, tal y como queda plasmado en la evolución mostrada en
el siguiente gráfico:
El salto
experimentado en 1983 se corresponde con una ampliación industrial gracias a la
cual empezaron a disponer de un taller para acometer soldaduras automáticas.
Así mismo, comercialmente, se introdujeron en el incipiente boom del BTT californiano.
Debutaron con su modelo 850, calificándolo como bicicleta “rough terrain”.
Presentaba un cuadro de acero (Cr-Mb) de tubería Tange y estaba equipada con cambio
Suntour, frenos tipo cantiléver DiaCompe, etc. Como detalle curioso, comentar
que contaba con sendos cierres rápidos para ajustar la altura y el avance del
sillín. Todo ello a un precio francamente ajustado, al menos en comparación con
las BTT pioneras, muchas de las cuales se conseguían únicamente de encargo.
Trek 850 de 1983, primera BTT de la marca. (Imagen: mombat.org).
Tal y cómo
podemos apreciar en el gráfico, en 1984 se produjo un claro estancamiento de
ventas, seguido por un descenso alarmante. Aquello pudo deberse, en parte, a
algunos problemas de calidad en aquellos cuadros que pretendían seguir la
estela de las nuevas tendencias surgidas en el mercado europeo (aluminio y
carbono), tecnológicamente liderado por Alan y Vitus, y pronto replicado por
fabricantes del resto del planeta. El problema se basaba en cierta incapacidad
inicial para responder a la tendencia de construcción basada en la combinación
de carbono, composite y aluminio. Llegó el momento de tomar decisiones:
atrincherarse en la tradición, vender la empresa, o invertir e innovar. Se
decantaron por la tercera opción. También entonces coincidió la marcha de Bevil
Hogg (que se empecinó en buscar su particular sueño ciclista que, tal y como ya
hemos visto, acabó cristalizando en la forma de las bicicletas Kestrel), y la
incorporación del John Burke al equipo de trabajo. No se escatimó en inversión
y montaron el primer robot de alineación, ensamblaje y soldadura integrados del
mundo. La construcción de cuadros de aluminio se fue resolviendo mediante un
sistema de pegado interior. El modelo de carretera Trek 2000, que puede ser
considerado como uno de los iconos de la marca, nació aquel año de 1985. Con él
iniciaban su tecnología True Temper, con la cual alcanzaron un óptimo
compromiso entre las cualidades de ligereza y resistencia de sus cuadros.
Aquellas bicicletas iban equipadas con componentes Shimano Dura Ace ¡sinergias
cronológicas entre algunos importantes agentes de la revolución tecnológica del
ciclismo contemporáneo!.
Posteriormente, el sistema de fabricación empleado para la Trek 2000 fue extendiéndose paulatinamente (a lo largo de los años siguientes) a otros modelos de montaña y gamas inferiores de carretera. A toro pasado, ya se sabe que la solución no es definitiva a largo plazo. El pegado interior se acaba deteriorando, y con el transcurso de los años (décadas) algunas bicicletas producidas de aquel modo acaban emitiendo quejumbrosos y preocupantes crujidos. Tal es el caso de la Trek 1400 de mi amigo Jesús, la cual, en lo que respecta a todo lo demás, funciona perfectamente (gama Shimano 105 indexado, pero de palancas en el tubo diagonal del cuadro). En lo que respecta a la mítica Trek 2000, el cambio de sistema de fabricación del cuadro, la soldadura TIG, le llegaría en 1991. El sistema TIG representó un importante avance de calidad para todos los fabricantes de bicicletas de gama alta del mundo, pronto fue acogido con pasión por los mejores artesanos y fabricantes del globo, especialmente por poder ser aplicado tanto al acero (menos necesario, teniendo en cuenta que el sistema de racores seguía siendo muy eficaz), como, especialmente, al aluminio y al titanio.
Posteriormente, el sistema de fabricación empleado para la Trek 2000 fue extendiéndose paulatinamente (a lo largo de los años siguientes) a otros modelos de montaña y gamas inferiores de carretera. A toro pasado, ya se sabe que la solución no es definitiva a largo plazo. El pegado interior se acaba deteriorando, y con el transcurso de los años (décadas) algunas bicicletas producidas de aquel modo acaban emitiendo quejumbrosos y preocupantes crujidos. Tal es el caso de la Trek 1400 de mi amigo Jesús, la cual, en lo que respecta a todo lo demás, funciona perfectamente (gama Shimano 105 indexado, pero de palancas en el tubo diagonal del cuadro). En lo que respecta a la mítica Trek 2000, el cambio de sistema de fabricación del cuadro, la soldadura TIG, le llegaría en 1991. El sistema TIG representó un importante avance de calidad para todos los fabricantes de bicicletas de gama alta del mundo, pronto fue acogido con pasión por los mejores artesanos y fabricantes del globo, especialmente por poder ser aplicado tanto al acero (menos necesario, teniendo en cuenta que el sistema de racores seguía siendo muy eficaz), como, especialmente, al aluminio y al titanio.
Trek 2000, de 1985, una preciosidad, y una verdadera lanzadera para el fabricante. (Imagen: Trekbikes).
"Secuela 1": Trek 1200 de 1992. La bicicleta de mi amigo Jesús, junto a quien he conquistado muchos puertos de montaña. (Imagen: Catálogo Trek).
"Secuela 2": Trek 1100 de 1992. Bicicleta de mi amigo (y familiar) Melchor, también compañero de pedaladas memorables. Ambas bicicletas aún se conservan funcionando. (Imagen: Catálogo Trek).
"Secuela 1": Trek 1200 de 1992. La bicicleta de mi amigo Jesús, junto a quien he conquistado muchos puertos de montaña. (Imagen: Catálogo Trek).
"Secuela 2": Trek 1100 de 1992. Bicicleta de mi amigo (y familiar) Melchor, también compañero de pedaladas memorables. Ambas bicicletas aún se conservan funcionando. (Imagen: Catálogo Trek).
Pero en Trek
no se detenían a mirarse el ombligo, y en 1986 creaban otro icono del ciclismo
de carretera, el germen de lo que acabaría convertido en una bicicleta
superventas: ¡la Trek 2500!. Precursora de las posteriores 2300 y 2100, aquella
fue su primera bicicleta en replicar el sistema Alan y Vitus. En su caso, los
tubos de carbono componían el triángulo principal, compaginándolo con el resto
del cuadro en aluminio. Con aquel modelo consiguieron incorporarse a la
vanguardia existente en aquel momento, y lograrlo con precios muy competitivos,
ampliando ostensiblemente el mercado
potencial. ¡Mucha más gente empezó a tener acceso a las bicicletas de carbono!.
Aquello se tradujo en una multiplicación de las unidades vendidas. Más adelante
volveremos un poco a este asunto, a través de una Trek 2100.
Trek 2500, de 1987, el origen de mi bicicleta (catálogo Trek Bikes).
En 1988, la
compañía desembarcó en el mercado europeo. Para entonces, camino de convertirse
en uno de los fabricantes más grandes del mundo, la proporción de fabricación
de sus bicicletas de BTT superaba con claridad a las de carretera.
Fieles a su
naturaleza innovadora, considerando que el camino a seguir no era otro que la
convivencia con materiales de tipo composite, en 1990 entablaron relaciones de
cooperación con la compañía aeroespacial Radius. Pero pronto se embarcan en
otra gran inversión con la que buscaban ser capaces de encargarse completamente,
ellos mismos, de forma autónoma, de los procesos de fabricación con aquellos
nuevos materiales. El fruto de la colaboración, la inversión y la estrategia
posterior no tardó mucho en materializarse, lo hizo en 1992, con la aparición
de su tecnología (y primera bicicleta) OCLV (Optimum Compaction Low Void), su
primer cuadro integral de carbono. En su caso no se fabricaban con técnica
monocasco, sino por partes, pero eran completamente de carbono y con un
resultado muy eficaz. Y de nuevo asequibles (en comparación con competidores de
especificaciones similares). Por cierto que aquel fue el último año en que
emplearon racores en su modelo de carretera de acero. Tendencia que tuvo
continuidad al año siguiente (1993), que sería el último en el que se emplearon
racores en cualquiera de sus modelos, habiéndose generalizado al sistema de soldadura
TIG, para sus cuadros metálicos.
Trek 2500 OCLV de 1992, carbono al completo: el inicio de la modernidad. (Imagen: catálogo Trek).
Al principio
de aquella década de los años noventa, Trek estuvo comercializando bicicletas
de montaña de gamas bajas, así como bicicletas para niños, bajo la firma Jazz.
Se fabricaban en Taiwan y, lejos de ocultar su procedencia, las bicicletas
llevaban las etiquetas de su origen geográfico, así como la leyenda “Jazz by
Trek”. También en aquella época, Trek fue pionera introduciendo el concepto de
bicicleta híbrida. Básicamente, consistió en diseñar bicicletas tipo de
montaña, pero con ruedas de diámetro de carretera y cubiertas más estrechas que
las de BTT. El nicho de mercado resultó tan evidente que tal concepto permanece
en la actualidad, habiendo sido asumido por la mayoría de los grandes fabricantes.
A lo largo del
tiempo, parte de la expansión empresarial de Trek ha supuesto la adquisición o
absorción de otras empresas de construcción de bicicletas, como ocurrió con
Bontrager, Klein, LeMond y Gary Fischer. Él último caso supuso la incorporación
del propio fundador de la compañía adquirida, el mítico Gary Fischer, al staff
de Trek. Su marca quedó ubicada como una pequeña porción de negocio dedicada a
bicicletas de BTT de gama alta o bastante exclusiva, y Fischer se integró
inicialmente como colaborador en el diseño evolutivo de las bicicletas, aunque
con el tiempo ha ido pasando a desempeñar funciones estratégicas, sentándose en
las salas de reuniones de la UCI y otros organismos en los que se toman
decisiones importantes sobre los formatos de competición y las normas de diseño
que permiten y obligan los diferentes reglamentos de competición en las
modalidades de BTT. La implantación de la tendencia de las ruedas de 29
pulgadas es un buen ejemplo de ello.
Aprovechando
la consolidación y crecimiento progresivo del fenómeno de la bicicleta de
montaña, entonces aun totalmente asociado, por parte del público, a la cultura
y tecnología norteamericana, en 1996 las bicicletas de BTT ocupaban el 80% de
la producción de Trek. La marca también fue de las primeras en diseñar
bicicletas específicamente adaptadas a las particularidades (genéricas) de la
anatomía y biomecánica femeninas. Lo fue haciendo tanto en bicicletas de
montaña, como de carretera, o incluso de ocio o transporte cotidiano.
Básicamente, consistían en adaptaciones de las geometrías de los cuadros,
diferente abanico de tallas e incorporación de sillines específicos para mujer.
Para 1998, la
mayoría de sus bicicletas de aluminio ya se fabricaban por medio de soldadura. Desde
el punto de vista del ciclismo de carretera, aquel año, la firma de Wisconsin
elaboró una creación que ha pasado a la historia de la bicicleta como un
reconocido icono de diseño e innovación. Tres años antes, en 1995, había
diseñado un cuadro en forma de Y (griega) tumbada, con un bastidor
independiente que dotaba a la máquina de suspensión total. Fue bautizada con el
nombre de Y-22. Aquella propuesta obtuvo gran éxito dentro del mundo del BTT,
caracterizado entonces por aplaudir toda demostración de innovación
tecnológica. El fabricante no se hizo esperar, y para la versión de carretera
decidió perfilar mucho más el cuadro, eliminar las suspensiones, y sustituir el
sub-chasis trasero, solucionándolo con una acertada prolongación del cuadro. El
resultado fueron los espectaculares modelos Y-Foil 66 y 77. Esta última versión,
concebida como una bicicleta aerodinámica de carretera fabricada en carbono, se
hizo famosa en un espectacular y llamativo acabado dorado metalizado. En
realidad, su oferta al público apenas duró un par de años, ya que Trek suspendió
el proyecto en cuanto la UCI prohibió cualquier tipo de geometría que se
alejase, conceptualmente, del modelo tradicional de “diamante” (dos
triángulos). Si bien es cierto que en aquella época (especialmente en el campo
de la BTT) surgían todo tipo de invenciones y propuestas rompedoras con la
tradición, la decisión de la UCI fue realmente “próxima” a la aparición de las
Y de Trek, quizás porque desde tan tradicional estamento pensaran que una cosa
era dar rienda suelta en esa “moda pasajera” de la bicicleta de montaña, y otra
bien distinta que “ahora nos vengan a sembrar el caos en nuestro tradicional y
largamente madurado mundo del ciclismo de carretera” (en ambos casos las
comillas son mías, utilizadas para querer simular una hipotética manera de
pensar de los dirigentes de la UCI de entonces). Donde dije digo, digo Diego, y
años más tarde vimos desfilar bicicletas que se volvieron a salir del esquema
básico fijado, especialmente en pruebas CRI, pista o récord de la hora.
Ejemplos hay varios como la Lotus de Boardman, la Espada de Indurain o la
“lavadora” de Obree. De todas formas, cada cierto tiempo, la UCI vuelve a
fruncir el ceño, llama al orden a los constructores y determina cierto regreso
a sus normas tradicionales.
Fascinante Trek Y foil 77. (Imagen: vive-le-velo).
Para 1999, todas
las bicicletas de aluminio de la marca eran soldadas. Hasta entonces, las de
carretera anteriores habían seguido siendo fabricadas con aquel pegado interno
al que antes nos hemos referido.
Hasta aquí un
rápido repaso de la historia de Trek a lo largo del pasado siglo XX. El resto
me interesa menos porque su contemporaneidad lo hace más conocido por todos y,
“todavía”, poco o nada “clásico”. Desde un punto de vista industrial, la firma
ha continuado diversificando a tope sus catálogos, sacando al mercado muchos
productos diferentes y demostrando constante innovación tecnológica y de
diseño, además de continuado empeño en mejorar la calidad de sus bicicletas. También
ha establecido nuevas fábricas en diferentes países y ha continuado ampliando
la de Waterloo. Ahondar en ello se me antoja una tarea demasiado ardua y
extensiva para mis particulares intereses y motivación. Como empresa, Trek ha
seguido creciendo, implantándose por el mundo, y actualmente es una de las
marcas de bicicletas más poderosas (en datos de producción, cifras de ventas,
red de distribución, etc.) del mercado global. En el escaparate del ciclismo de
carretera profesional su imagen se hizo omnipresente asociada el equipo del US
Postal Service (más tarde Discovery Channel), liderado por aquel Armstrong
intratable, que más adelante protagonizaría uno de los mayores seriales de la
crónica negra del ciclismo. En 2011 Trek se unió a la fundación del equipo
profesional que, una temporada más tarde, tomó el nombre principal de RadioShack.
Poco después, en 2014, la propia Trek adquirió la licencia de dicho equipo, la
cual conserva aún en activo. Además de todo esto, la presencia de Trek como
patrocinador y proveedor de bicicletas al más alto nivel no ha cesado. Mantiene
equipos propios en los ámbitos del ciclismo femenino (estructura profesional
paralela a la de su equipo masculino), el BTT (equipos en varias modalidades),
ciclo-cross y el triatlón.
Pero ha
llegado el momento de acotar cada vez más el origen de la motivación para
escribir este capítulo. Lo que toca ahora es centrarnos en la bicicleta que he
decidido jubilar, una Trek 2100 que me ha acompañado durante 24 años de
actividad ciclista. Para hablar sobre ella creo necesario hacerlo en dos planos
de tratamiento. El primero tiene que ver con la consideración del modelo como
tal. Esto es, no refiriéndome a mi bicicleta, sino a las Trek 2100 en general.
En un segundo plano, ya me centraré en el caso particular de la mía.
Tal y como ya
expliqué anteriormente, la Trek 2100 fue el resultado de cierta ampliación de
gama del modelo 2500, el cual, basándose en su evidente éxito de ventas,
ensanchó su configuración con dos modelos más (el 2300 y el 2100). Con ello
buscaban aumentar el rango de clientela, en tales casos, equipando las
bicicletas con gamas de componentes ligeramente más asequibles, para que mayor
número de compradores potenciales pudieran acceder a un modelo genérico muy
atractivo y que, tal y como he señalado párrafos atrás, estaba imponiéndose
como esquema conceptual preferente en el ciclismo de carretera (bicicletas de
carbono y aluminio combinados). Aquel tipo de configuración, que como ya hemos
visto en Trek se inició en 1986 con la creación de la primera Trek 2500, se
mantuvo ofertado hasta 1998, año en el que empezó a darse por terminado su
ciclo. A partir de ese momento despareció el modelo 2500, mientras que las Trek
2300 siguientes ya fueron totalmente de aluminio. En lo que aquí interesa más,
el modelo 2100, su esencia constructiva no cambió a lo largo de toda su vida
comercial, la cual, además, se prolongó algo más en el tiempo que la de sus
hermanas. El modelo 2100 se mantuvo durante el periodo comprendido entre 1991 y
2005. Un buen puñado de años que convirtieron a la bicicleta Trek 2100 en toda
una superventas contemporánea, logrando que su presencia fuera muy notoria por
las carreteras, tanto europeas como americanas, además de convertirse en una
máquina bastante popular entre los aficionados a las modalidades de
multideporte (triatlón, etc.).
Aspecto y especificaciones de la Trek 2100 de 1985. (Imagen: catálogo Trek Bikes).
La Trek 2100
era una bicicleta compuesta por tres tubos principales de carbono, los cuales,
en la mayoría de los casos, presentaban un acabado “a la vista”, es decir, sin
pintar, con una sencilla capa de algún tipo de barniz encima, así como las
calcas correspondientes. Lo que si iba pintado era el resto del cuadro, que
estaba enteramente construido en aluminio. Los primeros años mediante uniones
pegadas interiormente, y más adelante con soldadura. El conjunto seguía una
tendencia que se había ido imponiendo en el panorama de fabricación de
bicicletas de alta gama de carretera. Como ya se ha explicado en capítulos
anteriores de este espacio de divulgación, la procedencia tecnológica de la
combinación del carbono con el aluminio fue iniciada por Alan, siendo seguida
muy de cerca en el tiempo por Vitus. En ambos casos, el sistema se diferenciaba
del resto de fabricantes porque lo que hacían era pegar los tubos al resto de
piezas del cuadro, que se presentaban también desnudas, habiendo sido
fabricadas en una aleación especial de aluminio. Por lo general, ni en Alan ni
en Vitus pintaban. El resultado obtenido por Trek en su modelo 2100 fue el de
una bicicleta de aspecto y propiedades modernas, de primera línea, a un precio
menor que el de la mayoría de sus competidores. Era una bicicleta relativamente
ligera para la época y, como todas las construidas bajo aquel patrón combinado
de materiales, bastante flexible y, por lo tanto, cómoda ante los baches e
irregularidades de la carretera. Y además, al menos teóricamente, eterna, esto
es, libre de problemas de corrosión o envejecimiento.
Si la memoria
no me falla, adquirí mi Trek 2100 en 1995. Tengo que confesar que me la compré
por una doble coincidencia de descarte e insistencia de mi proveedor habitual
en aquella época. Aquí me veo obligado a insertar un nuevo paréntesis para
explicar que lo que realmente yo quería haberme comprado era lo más parecido a
una Trek 520 que en aquel momento había en el catálogo de Trek para España.
Aunque no recuerdo la nomenclatura exacta del modelo, se trataba de una
bicicleta de aluminio de carretera, pero con, y esto último era importante para
mí, triple plato. Revisando catálogos antiguos de Trek en internet, creo que la
bicicleta en cuestión debía ser una 1220 (quizás una 1420 o alguna 1100), la
recuerdo roja en el catálogo, y no he conseguido encontrarla así. En aquel
momento era un practicante muy habitual de ciclismo de carretera con especial
predilección por la ascensión de grandes puertos. Si llega a ser un poco más
tarde, me hubiera fijado en la Trek 520, que representaba lo que desde hace
décadas venía (y posteriormente siguió) siendo una bicicleta de viaje por
carretera. La Trek 520 podría ser considerada como la bicicleta más genuina de
Trek, la verdadera reserva espiritual del origen de la marca. Recordemos que
padre e hijo Burke compartieron un viaje con alforjas cuando el primero de
ellos estaba a punto de embarcarse en la aventura empresarial que dio pie a la
firma. La primera 520 (que siempre se ha fabricado en acero) se lanzó al
mercado en 1983 y todavía hoy (con ligeras variaciones acordes al paso de los
años) sigue apareciendo en el catálogo de Trek. En 1996 dejó de fabricarse en
EEUU, pero no de venderse, simplemente se deslocalizó el taller de montaje de
sus cuadros. Hace unos cuatro o cinco años, decidí comprarme una bicicleta de
ese tipo: de viaje. Con su cuadro de acero, frenos cantiléver, triple plato,
roscas para complementos en la horquilla y vainas traseras, etc. El estudio
previo de modelos me hizo barajar las opciones de Raleigh, Dawes, Surly, Kona
y, por supuesto, la Trek 520. Sin embargo, resultaba imposible adquirir la
bicicleta desde mi zona de residencia. Algo pasa con este tipo de bicis
viajeras, y en especial si están construidas en acero. Lo digo porque resulta
muy difícil que sus fabricantes las distribuyan en España. Probablemente sea
una cuestión de estrategias comerciales y de distribución, derivadas de las
estadísticas de costumbres y preferencias ciclistas de los españoles, pero el
caso es que, aunque Trek vendía la 520 en otras partes del mundo, no lo hacía en
nuestro país. En realidad me pasó algo muy similar con aquella otra bicicleta
en 1995. Sito (de Bicis Astillero) intentó que me la enviaran a través de su
tienda, pero, a pesar de que la bicicleta en cuestión aparecía en el catálogo,
resultó imposible.
Trek 520 de 1983. (Imagen: 67tony en bikeforums).
Trek 520 de 2019, el concepto sigue vigente y acertado. (Imagen: Trek Corporation).
Finalmente,
aquel vendedor me propuso adquirir una Trek 2100, algo ante lo que yo me mostré
reticente. La encontraba varias pegas, aunque él se fue encargando de írmelas
desmontando una a una. Para empezar, la bicicleta era más cara y se me iba de
presupuesto, algo que solucionó igualándomela al precio de la otra. Aparte de
que tuviera más o menos ganas de vendérmela, la verdad es que Sito me trataba
muy bien, entre otras cosas porque en aquella época colaboraba bastante con él,
ayudándole con preparaciones y test de algunos ciclistas. La otra gran pega
principal era que la bicicleta no disponía de triple plato. Entonces me aclaró
que aquel modelo llevaba montado lo que entonces Shimano denominaba Micro
Drive, que no era otra cosa que un juego de platos muy pequeños para la época
(36-46), que se compensaban en dureza con una corona de once dientes (algo que
era novedad mundial desde hacía muy poco tiempo).
Otro
paréntesis dentro del paréntesis: en aquella época, todas las bicicletas de
carretera llevaban platos de 42-52 desde hacía décadas, aunque las últimas
estaban tendiendo a 39-53. Normalmente, para una relación de coronas que en
España solía rondar (de venta estándar) entre el 23 y el 13-12. Lo mismo que
utilizaba Miguel Indurain, o casi cualquier otro corredor en competición.
Durante muchos años de docencia en las escuelas nacionales de entrenadores de
las Federaciones Españolas de Triatlón y Ciclismo me mantuve firme tratando de
convencer al alumnado de que aquello era un gran error y que, en la mayoría de
los casos y situaciones, la gente estaba utilizando desarrollos inadecuados por
excesivamente duros. Daba igual, pocos me creían, y menos aún gran parte de los
directores deportivos de equipos ciclistas profesionales, muchos de ellos
formados a base de dar pedales y escuchar los gritos de sus anteriores
directores desde el coche, con nula formación científica y el gran peso de
muchas décadas de tradición, casi ancestral, sobre sus hombros. Quienes
pensábamos aquello éramos unos “frikis”, unos “globeros” y unos “enterados” que
no sabíamos nada de ciclismo. El caso es que Shimano también había empezado a
tenerlo claro, y por eso se animó a proponer el Micro-Drive. Sin embargo,
fracasó comercialmente, demasiada inercia atávica, por lo que acabó retirándolo
y se mantuvo a la espera hasta que llegara el momento oportuno, aquel en el que
la “inteligencia ciclista general” por fin abriera los ojos. Finalmente acabó sucediendo,
y la verdad es que no hace mucho tiempo de ello. Para logarlo, han tenido que
pasar dos cosas: una, que el cambio haya venido de la mano de su uso por los
corredores más famosos; y dos, que se le haya mutado el nombre para que
realmente parezca una propuesta nueva, el Compact.
Total, que
ante la posibilidad de disponer de un plato del 36 y de optar a una excelente
bicicleta a un precio inmejorable, acabé comprándome la 2100. ¿Tuve que
aguantar algunas mofas y comentarios en carretera por aquellos platitos? Pues
sí, pero siempre desde gente que no era capaz de dejarme de rueda en el llano,
y a quienes después dejaba atrás en los grandes puertos. Aquella bicicleta
tenía una geometría muy larga. De hecho, para poder ajustarme a ella tuve que
comprar dos tallas menos de altura de tubo vertical. Era una época en la que
las bicicletas de carretera americanas se diseñaban con una vocación muy
competitiva, primando la aerodinámica. Ya venía equipada con palancas de cambio
integradas en las manetas de los frenos. Toda la bicicleta montada con el grupo
Shimano RSX, heredero del 105 cuando éste último empezó a subirse un poco a la
parra.
Desde un
principio estuve encantado con aquella bicicleta, la cual llegó, además, en la
época de mi vida que más kilómetros hacía rodando por la carretera. Durante el
cuarto de siglo que he tenido esa bicicleta funcionando la he disfrutado en
cientos de salidas, algunos viajes ciclistas (sin alforjas), algún que otro
triatlón y, sobre todo, múltiples ascensiones a puertos de montaña en España y
Francia. Su “palmarés” incluye la mayoría de los puertos de Cantabria, además
de muchos puertos pirenaicos importantes (Tourmalet, Hautacam, Pont de Espagne,
Gavarnie, Troumouse, Luz Ardiden, Spandelles este, Panticosa, Portalet sur…),
alpinos (Croix de Fer oeste, Glandón, Galibier norte, Alpe d’Huez) y españoles
(Lagos de Covadonga, La Covatilla, El Pico sur, Peña Negra norte, Santa Inés
sur, Lagunas de Neila sur, Leitariegos sur, Rañadoiro norte, el Cerredo oeste,
etc.). El último de todos ellos fue el Mont Ventoux, dando cuenta de aquel
exigente Ventouxman sobre el que ya escribí hace no mucho tiempo.
Imagen capturada de un video de nuestra ascensión al Tourmalet oeste en 1996. Era mi segundo año con la Trek 2100. A mi lado, Jesús pedalea sobre su Trek 1400. Al recuperar esta imagen, una de las cosas que más me ha llamado la artención (a la vista actual), es que entonces, al igual que la mayoría de la gente, montábamos sin casco, algo que ahora me parece impensable. Otra nota a destacar es que entonces, el trazado de la ascensión al Tourmalet era diferente. Al menos en un puñado de kilómetros de la parte intermedia. Hace algunos años (con posterioridad a aquella ascensión nuestra), unos aludes, combinados con corrimientos de tierra, sepultaron el trazado original en una zona cercana al curso del río. Aquel era, ya de por sí, un tramo delicado para los practicantes del esquí en invierno. Así pues, obligados a la reconstrucción de un importante tramo de la carretera, las autoridades y técnicos responsables, decidieron plantear el trazado actual por la otra vertiente del río.
1997, en los Lagos de Covadonga. Me parece que todavía sin casco (¡qué inocencia imprudente!). Creo que aquel año ha debido ser, con diferencia, el que más kilómetros de ciclismo llegué a acumular.
1998 (continúa la racha) Galibier.
Al día siguiente ascendiendo Alpe d'Huez. (Imagen: Daniel Breton).
2018 en el Mont Ventoux, una de las últimas cabalgadas sobre la 2100. (Imagen: sportgraf).
Tengo que
decir que la bicicleta siempre funcionó de maravilla y respondió a mis
necesidades en cualquier ocasión. Pese a que con el tiempo la tecnología
ciclista ha seguido avanzando, especialmente en lo que se refiere a ligereza de
materiales, en lo que a mí respecta, pienso que esta bicicleta bien podría
seguir dándome un servicio suficientemente adecuado como para considerarla “mi
bicicleta de carretera actual” (lo que significa: para entrenar, ascender
puertos o incluso participar en algún evento tipo triatlón o cuadriatlón). Sin
embargo, toda esta parrafada viene motivada por su jubilación. ¿Cuál es
entonces la causa que ha provocado que me haya decidido a darle un final? Pues
en realidad no hay una causa única, sino varias. Una de ellas es menor. La
bicicleta, en puntos concretos del cuadro, presenta un estado bastante
deteriorado. Fundamentalmente en las dos piezas de aluminio que ejercen de nexo
de unión entre los dos triángulos de la bicicleta: el que alberga el eje del
movimiento central, y el situado bajo el sillín. La aluminosis ha atacado
preferentemente esas zonas, provocando el descascarillado de la pintura, la
cual, tras hincharse, se salta. Este es un problema bastante habitual en el
aluminio pintado, en este caso derivado de una época ya algo lejana. Como he
dicho, la bicicleta prácticamente tiene 25 años, ha cumplido sobradamente con
las expectativas de uso que tenía cuando la compré. Lo que pasa es que, ahora
que tengo una pequeña colección de bicicletas antiguas, he acabado aprendiendo
bastante sobre la durabilidad de los cuadros y tengo que decir que, el acero
resulta casi eterno (y es muy fácil de retocar) y el aluminio adonizado sí que
es para siempre, pero el pintado no. En cualquier caso, el cuadro de la Trek
mantiene sus propiedades, y hubiera bastado con algo de tiempo y pericia
personal para solucionar, adecentándolo, un problema que es puramente estético.
Detalle del resultado de la aluminosis sobre uno de los "racores" de aluminio del cuadro. El carbono sigue intacto, apenas ha perdido la ligera capa de barniz transparente en alguno de sus extremos.
Por otro lado,
ha coincidido que el sistema de palancas del cambio ha dicho basta. En
ocasiones deja de funcionar (especialmente el de los platos), siendo caprichoso
el momento y su retorno a la normalidad. Ha llegado un momento en el que no te
puedes fiar de él, pues te puede dejar sin cambio en cualquier instante. La
mecánica de estos sistemas, normalmente montados por robots, es compleja y,
habitualmente, con pocas y malas soluciones. Teniendo en cuanta la edad y el
estado de la bicicleta, reinvertir en componentes nuevos me parece un error, y
sustituirlos por otros más antiguos que tengo a disposición, una incongruencia
cronológica. Pero tampoco esta es la causa definitiva de la jubilación de la
bicicleta.
La puntilla la
ha dado mi edad, no la de la bicicleta. Con el paso de los años, mi
flexibilidad corporal general se ha ido viendo reducida paulatinamente (lo
natural). Desde hace algunos años, esta bicicleta, que durante largo tiempo me
había resultado cómoda y ajustada en todos los terrenos, se me estaba haciendo
francamente incómoda en situaciones de descensos prolongados, tras los cuales
acababa con una molesta tensión cervical, que después arrastraba para el resto
del recorrido o del día. Ya expliqué que la bicicleta tiene una geometría
alargada y agresiva, quizás ideal para el momento en que la adquirí, pero,
desde luego, excesiva para mí en estos momentos. Así pues, aunque la bicicleta
estuviera flamante y funcionando perfectamente, apenas podría utilizarla. Es
más, desde hace pocos años, incluso para entrenar o salir por los alrededores,
ya no contaba con ella, prefería optar por alguna de mis clásicas. Ante un
problema crónico como este último, las únicas opciones eran venderla,
conservarla íntegra o jubilarla. Venderla no porque no iba a sacar gran cosa
por ella. Conservarla tampoco porque no guardo bicicletas que no pueda montar y
porque no me sobra sitio. Así que la opción era clara: ¡jubilación!.
Pero para mi
Trek 2100 deseaba una jubilación digna. Lo primero que he hecho es desmontar
los componentes. Algunos de ellos quedarán como stock de piezas para proyectos
futuros, pero una mayoría de ellos me han servido para montar una Vitus sobre
la que escribiré un capítulo en breve. Más que dignidad, esta parte del final de
la bicicleta, lo que representa es sostenibilidad vía la “R” de reutilización.
Así, la Vitus ha heredado un juego de ruedas completo, platos y bielas,
portabidón y manillar. Pedales, frenos, tija, sillín y desviadores han ido a
parar al stock, mientras que la potencia permanece en el cuadro. Y es que el
cuadro sí que sobrevivirá de una forma que considero digna. Una especie de reconocimiento
a los servicios prestados. La idea la vi hace años en casa de mi buen amigo
Fernando. También él disfrutó de una Trek similar a la que dio mucha caña
corriendo triatlones, y que posteriormente heredaron dos de sus hijos. Y
precisamente a uno de ellos, Julián, se le ocurrió, años después, regalarle a
su padre el cuadro de la bicicleta en un aniversario. Lo que hizo fue encargar
una cuidada restauración que lo dejó como nuevo. Con su flamante renovado
estado, lo fijó a una peana de madera, añadió una placa conmemorativa y el
conjunto quedó convertido en un bonito recuerdo, cargado de valor sentimental,
y que no desentona en cualquier estancia como objeto decorativo. En la
actualidad, un cuadro Trek 2100 convertido en objeto expositivo, ya no representa
una muestra de diseño tecnológico de rabiosa modernidad. Sin embargo, aun
desprende cierto aura de contemporaneidad industrial, en la que el diseño
eficaz se combina con el estético, tratando de acercarse, de algún modo, al
arte. Algunos fabricantes de bicicletas tienen vocación artística, lo mismo que
otros de automóviles y motocicletas. Ambos han sido objeto de importantes
exposiciones en museos de arte contemporáneo, y la consideración de las
bicicletas, en este sentido, no es menor. Pero lo mejor del caso es que, si la
pieza consigue sobrevivir al paso del tiempo y acaba siendo heredada por
generaciones posteriores, su interés estará cada vez menos relacionado con la
contemporaneidad de su diseño, y más con su progresivo clasicismo, lo cual
tampoco está nada mal.
En mi caso el
resultado es diferente. Y lo es en dos sentidos. Para empezar, el cuadro no ha
sido restaurado, pretendo conservarlo tal y como está, esto es, preservando sus
“heridas” y su desgaste. Es otra tendencia muy habitual en el mundo de la
conservación de objetos. Tampoco va sobre una peana, sino colgado en una pared.
Ello me ha ahorrado alguna discusión familiar y bastante espacio. Y me ha
facilitado poder añadir una infografía que resume los principales logros
llevados a cabo sobre esta bicicleta.
Homenaje a mi Trek 2100 jubilada. Incluye un listado resumen de puertos importantes ascendidos, así como el dorsal de su última participación en una prueba oficial: el Ventouxman.
Mi relación
personal con Trek (como usuario) tuvo su momento, el cual pudo ser más intenso
aún de lo que fue, e incluso pudo haberse visto prolongado en el tiempo.
Comenzó en 1995 con la adquisición de la Trek 2100 que ahora jubilo. Tentado estuve
de adquirir un tándem de carretera (un T200 rojo), pero para entonces ya me
habían conseguido traer un Dawes desde Gran Bretaña. Enseguida, cuando me tocó
cambiar de bicicleta de montaña (creo que fue en 1996) no dudé en acudir de
nuevo a donde Sito, y compré una Trek 7000 ZX que he mantenido hasta hace pocos
años, cuando los frenos de disco me empezaron a parecer una necesidad
incuestionable. La tienda de Sito cerró sus puertas hace ya mucho, mi siguiente
bicicleta de BTT es de otra marca, respondiendo a una oferta ocasional muy
atractiva, y lo de la 520 para viajar, como ya he explicado, no pudo ser, por
razones ajenas a mi voluntad. Así pues, con añoranza, casi treinta años
después, tengo que reconocer que ya no pedaleo sobre ninguna Trek. Pero lo vivido,
disfrutado está, y si me entra la morriña, no tengo más que levantar un poco la
vista y admirar el cuadro de mi Trek 2100 expuesto en la pared.
Mi antigua Trek 7000 en una estación de ferrocarril de Cantabria, con motivo de alguna ruta de montaña por la Reserva del Saja.
Catálogo de Trek de 1996, página dedicada a la Trek 7000. (Imagen: catálogo Trek Bikes).
Fuentes de consulta principales:
Trek, web oficial: https://www.trekbikes.com/es/es_ES/inside_trek/heritage_global/
Wikipedia En: https://en.wikipedia.org/wiki/Trek_Bicycle_Corporation
Vintage trek: http://www.vintage-trek.com/index.htm
Tengo un aTrek 2100 desde el 2014, la compre usada en algun bazar y es en realidad una maravilla de bicicleta; super ligera, con su centro de gravedad mjuy balanceado, en fin. Solo la utilizo para la ciudad y espero proximamente iniciar a escalar complejos montañosos, un saludo afectuoso
ResponderEliminarMuy linda historia. Hace 5 años conseguí una trek 2100 de catálogo. Inmaculada. Soy de argentina y un señor la ganó como premio en una carrera. Y luego la dejo guarda seguro la uso. Luego su hijo la puso en venta y bue pude hacerme con ella. A pesar de los señor esta impecable. Saludos desde Argentina
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