domingo, 19 de junio de 2022

CUATRO CAMINOS (nuevo libro)

Bastante tiempo después de haberlo terminado, ve la luz un nuevo libro. Lo escribí recuperando vivencias de cuatro viajes temáticos en los que me embarqué en diferentes épocas de mi vida, pero que se desplegaban por un territorio parcialmente común. El proyecto de integrarlos en una misma obra hacía mucho que me rondaba por la cabeza. Antes incluso de empezar a escribir en este blog. Pero claro, entonces me faltaba por realizar alguno de los viajes, así que siempre posponía la idea. Además, tampoco tenía tan desarrollado mi hábito de escribir. Más tarde, con el paso de los años, encontré tiempo y ganas para hacerlo. Completé el viaje que faltaba e incluso repetí alguno de los otros, y un día, sin esperar más, me puse manos a la obra para escribir “Cuatro caminos”, el libro que presento aquí.

Se trata de un libro de viajes. Mi primer libro de viajes. Sobre tales temas he escrito bastantes entradas en este blog, pero nunca había decidido afrontar el reto de completar un verdadero libro al respecto. Un concepto más amplio y completo. En realidad, el hacerlo tiene cierta lógica, pues la literatura de viajes es un género que me apasiona desde hace muchísimo tiempo como lector. Leo bastantes libros sobre viajes. Tanto obras contemporáneas como relatos ya añejos y clásicos. Disfruto con ellos, me aportan ideas para viajes propios futuros y, a menudo, me acompañan como lectura contextualizada en mis propios viajes. Y ahora, una vez vivida la experiencia de escribir mi propio libro de viajes, puedo confesar que me he sentido cómodo al hacerlo, que he disfrutado mucho en el empeño y que he aprendido bastante. Y es que, por mi particular método de escritura (y sobre todo investigación), aprendo mucho mientras escribo, sobre todo al documentarme. Una actividad que cada día me aporta más placer. Pero aún le he encontrado una ventaja más al proceso. Hasta ahora siempre opinaba que disfrutaba cada viaje en tres fases o periodos diferentes: durante la ilusionada preparación del mismo, a lo largo del propio viaje y, finalmente, con el recuerdo y rememoración de las vivencias. Al escribir un libro de viajes se genera una cuarta fase que integra la recuperación y ordenación del material recopilado durante su realización, la indagación de fuentes relacionadas y la redacción de todo ello. El viaje queda como archivado, custodiado y completado en una especie de producto que puedes revisitar de vez en cuando. Inventariado.

“Cuatro Caminos” obtiene su título de cuatro rutas que en algún momento se cruzan entre sí en diferentes puntos. Son viajes cercanos a mi domicilio, pero no por ello faltos de interés. Ni pueden presumir de exotismo, ni de dificultades aventureras sofisticadas o de grandes logros. Sin embargo, algunos resultan algo originales, todos tienen un importante bagaje de contenido histórico o cultural y, de nuevo los cuatro, pueden ser considerados como temáticos o conceptuales, es decir, parten de un algo que los define o los justifica.

El texto sigue un esquema narrativo que se repite, más o menos, en cada uno de los viajes. Parte de una explicación preliminar sobre el concepto de ese viaje. Esto incluye su denominación, su sentido, sus características, etc. Luego se repasa un poco la historia del viaje, ruta, recorrido o, en un par de casos, infraestructura que lo configura. Solventado todo el asunto cultural o divulgador, llega la narración de mi propia experiencia viajera, en una especie de diario de viaje, recuperado siempre del original de cada realización. Es esa la parte más personal y vivencial. Todos finalizan con algunas lecturas recomendadas y brevemente comentadas, con la intención de que el lector pueda ampliar el "viaje" por su cuenta o, incluso, si se animara a replicarlo realmente, para que las pueda llevar como lecturas de compañía. Insisto en que esta especie de guion u ordenación estructural se repite cuatro veces. Una por cada viaje.

¿Y cuáles son los viajes? Paso ahora a enumerarlos. El primero se titula “El Hullero”. Se refiere al Ferrocarril de la Robla o Transcantábrico, como también se le denomina. Una línea férrea que va desde Balmaseda (Vizcaya) hasta La Robla (León), dando puntadas entre la Cordillera Cantábrica y La Meseta. El viaje lo acometí en bicicleta por carreteras secundarias, en solitario y con alforjas. De este a oeste en bicicleta, para regresar en el tren, objeto protagonista del viaje. Su construcción, la peculiar frontera natural que genera su recorrido, la olla ferroviaria y muchas cuestiones más son abordadas durante la narración.

Ribera sur del embalse del Ebro. Advertencia: el libro no incluye fotos.
 

La segunda singladura recorre el Canal de Castilla en piraguas. Lo hice en grupo muy reducido, tres personas en dos embarcaciones, navegando de norte a sur. La primera etapa por el Pisuerga, partiendo desde cerca de Mave. Una vez alcanzado Alar del Rey, recorrimos todo el Ramal del Norte completo hasta El Serrón, y continuamos por todo el Ramal de Campos hasta la dársena de Medina de Rioseco. Las esclusas y su “negociación” se convierten en una constante a lo largo del recorrido, pero el relato incluye mucho más.

"Negociando" una esclusa del Canal de Castilla (Imagen: Javier).
 

El tercer peregrinaje es a pie. Y, efectivamente, se trata de un peregrinaje, ya que busca alcanzar el monasterio de Santo Toribio de Liébana (cerca de Potes) con ocasión de año de jubileo. La propuesta se desarrolla completamente al margen de las ofertas institucionales, es más montaraz y persigue andanzas de algunos escritores de antaño. El camino parte de Galizano, en la costa de Cantabria, e incluye un par de “saltos” en transporte público. Uno en “lancha” y otro en “cercanías”. El resto, todo caminando por las montañas y sin casi pisar el asfalto. Aunque el viaje se acomete en solitario, se perciben reminiscencias de un par de ocasiones anteriores en las que se realizó con compañía.

Mirando hacia atrás, camino de Liébana.

La última parte está centrada en La Ruta de los Foramontanos. Un concepto histórico con el que nació la repoblación de la Península tras la invasión musulmana. Aquello supuso un éxodo de norte a sur y encaminado por múltiples rutas paralelas. El libro la acomete en sentido contrario, para que el final premie con un prolongado descenso hacia el mar. Y lo hace por el trazado más literario de todos. Recorre parte de la Meseta, atraviesa la Cordillera Cantábrica y se adentra valle abajo en Cantabria. El viaje se realiza en bicicletas de montaña, alternando algo de asfalto (lo menos posible) con pistas forestales o campestres no pavimentadas. Otra peculiaridad es que se trata de un viaje escolar. El viajero guía a un grupo de adolescentes al final de un curso en un instituto.

Pedaleo estudiantil por la Meseta

El libro incluye cuatro dibujos decorativos sencillos y cinco mapas. Todo ello realizado a mano alzada. Los mapas en formato de croquis. Uno trata de ofrecer una visión integral de los cuatro caminos, mientras que cada uno de los otros cuatro muestra el recorrido de cada viaje. Lo de los dibujos ha sido divertido. De niño, adolescente y joven, dibujaba mucho. Siempre en tinta china y a mano alzada. Esto ha servido, en cierto modo, como recuerdo de aquella época, y reconozco que, como dirían en Asturias, me ha prestado volver a hacerlo.

 

Un ejemplo: croquis del viaje por el Canal de Castilla
 

Para aquellas personas que se animen a su lectura, espero que esta les guste y entretenga. Los viajes aludidos merecen la pena. Viajar es un apasionante modo de disfrutar de la vida, no siempre más lejos es mejor. Las proximidades tienen mucho que ofrecer. Las nuestras y las demás. En el fondo, todo territorio es próximo a algún lugar.

Me permito un apunte “comercial” para aquellas personas interesadas en la compra de este u otros libros. Mis últimos tres libros (“Metiendo cantos”, “Homo Skater” y “Cuatro Caminos”) los he publicado con una empresa de “autoedición”. Lo pongo entre comillas porque no lo es exactamente. Hace años sí que publiqué algunos trabajos en otra editorial en la que el autor se hacía casi todo: incluida la maquetación, selección del tamaño, portadas, etc. Ahora es distinto, aporto el texto y ellos maquetan, diseñan el libro, sus tamaños, etc. Y, además, en cierto modo, distribuyen y comercializan la obra, algo a lo que (sinceramente) no le dedican mucho empeño, salvo el de algunas operaciones automáticas. El autor corre con todos los gastos. Teniendo en cuenta que estas publicaciones responden a un interés personal aficionado, no hago esfuerzo alguno por encontrar editorial como tal. Si alguna vez surge alguna, bienvenida sea, pero no me apetece nada tener que andar peleando, suplicando, insistiendo, etc. Por encontrarla. Con estos tres títulos he ido aprendido varias cosas. La primera, a hacer tiradas propias muy cortas, aunque el libro se pueda servir infinitamente a través de la “empresa editora”. La segunda, que el negocio de los libros tiene unos entresijos bastante peculiares, y que la mayoría de los lectores desconocemos. Lo pongo en cifras aproximadas por si le sirve a alguien a la hora de cambiar sus hábitos de compra de libros:

  • Si alguno de mis tres libros me lo compran a mí directamente (de ese limitado número de ejemplares que he encargado), me llevo el 100% del precio de venta (no olvidar que antes he costeado la tirada completa). Es lo más ventajoso como autor, si vendes la mayor parte de lo encargado, recuperas el dinero gastado. Esta es la mejor opción para compradores conocidos y cercanos. Trato directo, quizás conversación y, si se desea, dedicatoria.
  • Lo segundo más ventajoso como autor es que la gente lo adquiera en librerías físicas, aunque en mi caso la ventaja solo es aplicable a “Metiendo Cantos” (en ese caso encargué una tirada más amplia, reservando ejemplares en depósito editorial para que pudieran ser solicitados desde librerías). En los otros dos títulos no lo he hecho, así que, si alguien lo compra a través de una librería se lo imprimen a demanda y para el autor se convierte en venta del siguiente tipo. Sin embargo, por este medio (haya planeado reserva de libros impresos o no) la librería se beneficia de (aproximadamente) un tercio del precio de venta. Está es la segunda mejor opción porque contribuye a la sostenibilidad de las librerías, algo que considero fundamental.
  • Si la compra es a través de la comercializadora de la empresa editorial (en mi caso: https://libros.cc/Cuatro-caminos.htm), el porcentaje de ganancia del autor es muy bajo, creo recordar que no alcanza la décima parte del precio del libro (salvo en el caso de las versiones “electrónicas” en las que, pese a que el precio de venta es mucho menor, el porcentaje para el autor sube rotundamente). Esta sería entonces la tercera mejor opción. La preferible, junto con la anterior, para lectores desconocidos o físicamente alejados de mi lugar de residencia.
  • Y luego está la última opción, la que la mayoría de los consumidores utilizan, la compra a través de grandes plataformas comerciales generalistas o editoriales. Es la más cómoda para el comprador, pero la más sangrante para los editores y, sobre todo, los autores (aparte del daño competencial que causan a las librerías físicas). Por este medio, en mi caso, el beneficio por cada ejemplar vendido asciende a cifras de céntimos de euro. Para colmo, aunque se supone que el libro en España tiene precio único y fijo por ley, algunas de estas grandes empresas se lo saltan en unos céntimos a modo de reclamo para los compradores.

No explico todo esto para animar a la compra ni determinar por qué medio realizarla. Cada cual debería hacer lo que considere oportuno para su caso. Simplemente he querido poner un poco en situación algunas cuestiones muy básicas sobre el consumo librero. Siguiendo este esquema, yo, que soy un gran consumidor de libros, actúo de la siguiente forma (tampoco quiero influir sobre nadie en este asunto):

  • Si el libro es tan raro que es difícil que esté distribuido o comercializado, se lo compro al autor, microeditorial, entidad que lo publica, bar que lo muestra, etc.
  • La gran mayoría de libros (el 90%) los adquiero a través de mi librería de proximidad y confianza.
  • Si está descatalogado, me busco la vida en internet, huyendo de plataformas de segunda mano o generalistas, que suelen especular a lo bestia con ellos.
  • Únicamente en el caso de libros extranjeros, utilizo "la gran plataforma de compras".
  • No soy usuario de "ebooks". Lo probé y no me agrada.
Esto es todo, sea lo sea lo que tengáis entre las manos ¡buena lectura a todos!

1 comentario:

  1. Libro recomendable. Describe cuatro rutas muy interesantes y asequibles. Animo a su lectura y a repetirlas. He realizado tres de ellas y son realmente gratificantes. Gracias José por tus consejos comerciales.

    ResponderEliminar