viernes, 25 de enero de 2013

4. LA BICICLETA EN CUESTIÓN


Hola a todos, que sepáis que ya nos leen por diversos puntos de España y varios lugares del extranjero. He recibido correos desde Bélgica y Canadá, pero sobre todo Italia, donde la cosa está que arde con la moda de las bicicletas de época. Quiero daros un aviso importante. Hay eventos que tienen mucho tirón y su inscripción tiene fecha límite. En principio son las siguientes:
-          L’Eroica: hasta el 3 de marzo (mujeres y varones mayores de 60 más tarde)
-          In Velo Veritas (Austria): un poco más barato antes del 1 de febrero.
-          Anjou Velo Vintage (Francia-Loira): un poco más barato antes del 28 de febrero.

“Cuando la gente se dedica a comprar cosas, parece ‘deseable’ estimular la pasión que se autoconsume. Y lo parece en dos sentidos: uno directo, el otro sutil. El primero se da a través de las marcas, el otro a través de la atribución de poder y potencialidad a las cosas que se van a comprar. […] Para vender algo básicamente estandarizado, el vendedor magnificará el valor de diferencias de poca monta y diseño rápido y fácil, de modo que lo que cuente sea la superficie. Al consumidor, la marca tiene que impresionarle más que la cosa misma. […] el deseo se moviliza cuando la potencia se divorcia de la práctica...”
Richard Sennett (“La cultura del nuevo capitalismo”)
Seguimos con pegas. Los apegados al “iphone” del ciclismo (la tecnología de última generación para todo), y en especial aquellos que cambian a la versión n+1 cuando aún no han acabado de sacar partido a la n, son casos perdidos, no va para ellos la entrada de hoy. Lo de hoy es para ayudar u orientar a aquellos que se lo están pensando, que les apetece pero que andan perdidos sobre qué bicicleta llevar y cómo conseguirla si no tienen una adecuada. Allá vamos, dentro de un momento. Antes tengo que aclarar que no voy a referirme aquí a la bicicleta que haría falta para un acompañante que pretende asistir a las concentraciones de época paralelas. Esos lo tienen bastante fácil, si alguien necesita ayuda, que contacte y le echaremos una mano. Dicho esto, vamos allá con lo necesario para participar en estos eventos.
El reglamento facilita mucho la cuestión, ya que es prácticamente idéntico para todas las pruebas. En casi todas ellas hay hasta cierta tolerancia y flexibilidad con algunos detalles. La que parece más drástica es la Eroica, así que por su reglamento vamos a regirnos en nuestras explicaciones de hoy. Hace falta un bicicleta construida en cualquier momento de la historia hasta 1987 (incluido – para la Veloveritas es 1984). Esto excluye totalmente a las BTT (aunque hubiera habido alguna antes), pero facilita que determinadas bicicletas de carretera, convenientemente equipadas puedan superar el requisito aunque sean un poquito más jóvenes. Si das con una bicicleta realmente vieja o antigua, adelante, controla qué capacidad de rendimiento vas a tener con ella, de cara a saber si vas a terminar el recorrido o no (que alguno es muy duro). Si la bicicleta es de poco rodar, mal asunto, esas van bien para las concentraciones pero no para las rutas (me refiero a las de paseo, de niño, antiguas de rueda grande, etc.). En definitiva, lo normal es hacerse con una bici “de corredor” o al menos con cambios suficientes: muy antigua (diferentes tipos de manillares y opciones de cambio), o la habitual, que no varía demasiado desde los años 50 hasta los 80, y que se ha de caracterizar obligatoriamente por los siguientes detalles:


  • Cuadro de acero (en las demás da igual, pero en l’Eroica sólo admiten de aluminio las Alan y Vitus de tubos roscados o pegados).
  • Pedales con rastrales o sin ellos (no valen los automáticos).
  • Cableado de frenos por fuera del manillar (que se vean las fundas y sus tradicionales curvas).
  • Palancas del cambio en el tubo diagonal del cuadro (no deberían ser syncro, pero eso es un detalle menor.
  • Creo que  no me olvido nada.
Una vez establecido el patrón “tipo” de bicicleta más común, habitual y supuestamente más fácil de conseguir vamos a añadirle algunos consejos de nuestra cosecha:
1.     La estética es importante y en eso tenemos tres opciones: ser lo más fiel a la bicicleta original de partida (es lo que más valoran los coleccionistas); “envejecerla” con ciertos componentes añejos (sillines de cuero, cinta de manillar de aspecto antiguo, etc.), ya sea porque nos gusta esa estética añeja o para “colar” una algo más joven que del 87; o redecorarla (si su estado original está muy deteriorado) en la apariencia de su época, pero a  nuestro gusto. A los colegas, familiares y conocidos, en todo este proceso, os puedo aconsejar detalladamente, ya que es una de mis aficiones actualmente. En estética hay dos vertientes claramente definidas, ambas válidas y valoradas: aspecto “flaman” como recién estrenada (que da mucha envidia, pero a la postre no me convence tanto); o aspecto claramente “usado”, con sus manchitas, algún rayón, desgaste, incluso óxido, estas bicis digamos que llevan su historia con ellas.
 
2.     La fiabilidad y el funcionamiento correcto son vitales… para acabar las rutas. La mecánica de esa época en general resulta bastante sencilla. Cada cual verá para qué necesita ayuda de taller y para qué no. Un consejo: en su caso buscad talleres-tienda de toda la vida, os van a entender y lo van a saber hacer probablemente mejor, y por lo general son más baratos. La bici ha de funcionar perfectamente en todo para asumir la Challenge. Podéis entrenar con la nueva si la tenéis, o con la clásica a veces, eso da igual, pero ésta segunda ha de estar preparada para todo.
 
3.     Desaconsejo los tubulares para algunos de los recorridos, ya que varios eventos incluyen tramos tradicionales no asfaltados (strada bianca en la Toscana, pistas en Soria y el Penedés, camino de sirga en el Canal de Castilla…). Es más, interesan neumáticos de cierto grosor, aunque con 23 va sobrado para todo el calendario, salvo que en tu bicicleta no entre ese grosor entre las vainas o los puentes.
 
4.     Un asunto delicado pueden ser los desarrollos. Si la bicicleta es de los 70 es probable que lleve platos muy cercanos (52 y 48), y además, esas y todas las siguientes (ya con plato de 42), coronas máximas de 21 o 23 dientes. Eso está más o menos bien para todas las pruebas (aunque depende de las fuerzas de cada uno), pero para mí es claramente insuficiente para el Paso de la Vaca Pasiega, y probablemente para l’Eroica larga. Así que yo ya he optado por colocarla un 28 de corona.

Para no aburrir con cuestiones técnicas, paso a comentar asuntos más filosóficos con respecto a la bici ¿de dónde la saco?


  • “Mi bici”. Si tuviste una bici “de corredor” y la puedes encontrar, adelante esa es una opción fantástica, ya que sea de “marca” o no, tenga prestigio o no, es tu bici, tu historia, tus sentimientos y te vas a sentir muy orgulloso de montar de nuevo en ella, sacarla partido, etc. Y el viaje al pasado propuesto para este año te va a resultar multidimensional.
  • “La de un familiar o conocido”. Ocurre algo parecido con la opción anterior, salvo que en este caso estarás haciendo una especie de homenaje personal a tu padre, tío, corredor admirado, hermano mayor, abuelo… ¡vete tú a saber! También puede resultar emocionante.
  • Pero si no tienes bici disponible hay que conseguir una. La primera opción es buscar si alguien os regala algo de lo que quiera deshacerse, que igual hasta hacéis un favor para desahogar un trastero o un garaje. La segunda, encontrar algo barato (lo que haya). Huyendo de sitios o personas que estén en el “circuito” o negocio de lo “clásico, vintage o retro” (ya que éstos valorarán el material mucho más), hay que buscar en centros tipo “Reto”, “trocatlones”, alguna tienda de bicis con stock muy pasado, anuncios de segunda mano, etc. En ese caso se pueden encontrar cosas a precios realmente bajos y con una gran diversidad de posibilidades de trabajo, desde no tener que hacer prácticamente nada a tener que trabajar bastante en la bicicleta y gastar un poquito, pero en casi todos los casos se puede llegar a buen término.
  • Los más caprichosos podéis tratar de localizar restauraciones acabadas, lo cual tiene su precio (que depende mucho del modelo en cuestión), o buenas bicis de antaño, que sin haber necesitado restauración se conservan (en diferentes estados). Ahí ya es cuestión de suerte y de gustos. Algunos se emocionan con las españolas (Macario, Marotías, Zeus, Razesa, Orbea…), otros prefieren las italianas… o las de sus ídolos de antaño. Por cierto tanto en Francia como en Inglaterra hay buen mercado de usadas a precios muy razonables.
  • Para acabar queda otra opción, comprarse una nueva ¿Nueva? ¡Sí! Nueva. Desconozco si hay otras marcas, pero desde luego está Pashley (fabricante británico) y esta marca sigue manteniendo en catálogo dos modelos muy curiosos. Uno es la Clubman, que es una bici preciosa y equipada tal y como se ha descrito aquí, pero fabricada hoy en día (como un Morgan más o menos). No sé si en l’Eroica pondrían pegas a esta bici o no, en las demás, seguro que no. El otro es la Gundvor (el Santo Grial para muchos aficionados a todo este rollo) es una bicicleta de carreras réplica de los años ¿20-30-40? Francamente bonita y al igual que la otra, extremadamente bien acabada. Participar con ella es más duro (una de sus versiones no tiene cambios y otra 3 velocidades en el interior del buje). Pero me consta que en l’Eroica la dejaron participar ya que la propia fábrica envió un equipo de dos participantes que lograron completar la versión de los 200km
El menú está servido, que cada cual deguste de lo que más le apetezca o le permita su bolsillo. Como queda demostrado, hasta en la recuperación de los retales tiene cabida el consumo, el lujo y el capricho. Estoy deseando ver sobre qué aparecéis montados.


jueves, 17 de enero de 2013

3. PARTICIPAR SÓLO O ACOMPAÑADO


(Nota: desde que planteé el calendario inicial de 8 eventos, ya estoy en 11. Eso sin contar unos 10 que hay de por sí en Italia, donde esta modalidad parece haber causado furor. No podré ir a todos (una pena) pero si voy a intentar ir al mayor número posible de los que figuran en el calendario dinámico del blog. Lo que me contraría un poco es que ya me ha aparecido una coincidencia entre dos eventos muy atractivos, y ando con los dedos cruzados para que no ocurra lo mismo con los dos que quedan por fechar. Por otro lado estoy encantado de la acogida, me consta que hay varios que ya han localizado alguna bici que les puede servir para participar, y creo que voy a tener compañía eventual tanto en las cortas como en las largas. Precisamente sobre ese tema va la entrada de hoy).

“Chicas con las piernas cruzadas, chicas con las piernas sin cruzar, chicas con piernas fantásticas, chicas con piernas asquerosas, chicas que parecían chicas estupendas y chicas que debían ser unas brujas si llegabas a conocerlas. Era un panorama muy bonito, si entienden lo que quiero decir. En cierto modo, era también bastante deprimente porque uno no podía dejar de preguntarse qué sería de todas ellas. Quiero decir cuando salieran del colegio y la universidad. Te imaginabas que la mayoría se casarían con unos imbéciles. Con tíos de esos que siempre están hablando de cuántos kilómetros pueden sacarle a un litro de gasolina en sus malditos coches. Tíos que se enfadan como niños cuando les ganas al golf o hasta a un juego tan estúpido como el ping-pong. Tíos malos de verdad. Tíos que nunca leen libros. Tíos aburridos…”
Salinger, J.D. (“El guardián entre el centeno”).

Aunque no me da lo mismo, hacerlo sólo o acompañado, tal y como versaba el lema institucional de los 70: ¡lo importante es participar!. Si no viene nadie, siempre es mejor tomar parte, que lamentarse por tener miedo a la soledad y quedarse sin hacerlo. Por otro lado, tanto por las rutas de la Península Ibérica, como en los eventos internacionales, el mero hecho de aparecer sólo, facilita mucho que el resto del pelotón se dirija a ti para entablar conversación, da menos apuro saludar a alguien con pinta de foráneo que va desamparado, que acercarse a él cuando está bien rodeado por su grupo de amistades. Vamos, que si en algunas de las citas me veo rodeado de amigos ¡fantástico!, pero tal y como me ha sucedido otras veces en viajes, pruebas deportivas o reuniones, si aparezco allí en solitario, seguro que acabo haciendo buenas migas con otros aficionados… y hasta practicando idiomas.
Pero en realidad el asunto de hoy no va sobre eso, estoy seguro de que en alguna prueba viajaré a solas, así como también lo estoy de que en bastantes otras voy a tener buena compañía con la que disfrutar y divertirnos mucho. No, el asunto de hoy se refiere a comentar y valorar las posibilidades  que esta Challenge ofrece para viajar por ella con tu pareja. En este sentido, estamos ante una decisión y circunstancias muy personales. La decisión pasa obligadamente por los deberes familiares de cada pareja, las aficiones, el carácter social de cada acompañante y muchos más condicionantes que todos conocemos sobradamente. En eso no voy a entrar ¡sería suicida hacerlo! Lo que quiero es reflexionar en alto sobre diferentes posibilidades:
I.                 Pruebas en las que te plantas allí completamente sólo. Pues nada, a disfrutar, empiezas a encontrar allí tipos raros vestidos de ciclistas que parecen sacados de una colección de cromos (de cuando el ciclismo era tan popular que hasta justificaba la edición de colecciones rivalizando durante las grandes Vueltas incluso con el fútbol). Enseguida, lo sé por experiencia propia, os vais a ir acercando tímidamente para saludaros, y tras iniciar la conversación con la disculpa de qué cuadro tan bonito llevas, o de dónde has sacado ese bidón, entabláis una conversación a la que se van uniendo otros y en poco tiempo ya estás totalmente integrado en el paquete. Durante el recorrido esto se va consolidando, no digamos ya en los avituallamientos tradicionales, con el vinito y los manjares “de la tierra”. A ello se añade, según cada caso, la cena de la noche anterior, el paseo con los espectadores de época que en ocasiones acompañan al evento, la comida final, o lo que sea que esté organizado, el caso es que siempre acabarás con amigos, entretenido y disfrutando de un viaje ciclista (más recogido que los eventos masificados y nada competitivo) que vivirás en el espacio ¡y en el tiempo!.
II.               Ocasiones en las que vas desparejado pero con amigos. Pues risas desde antes, durante y después. No cabe duda, entre el viaje, los preparativos de las bicis y la vestimenta, los prolegómenos de la prueba, las anécdotas del recorrido, algún pique localizado si lo hay, el momento socio-gastronómico del avituallamiento y todo lo que llega después, una vez acabada la ruta, la diversión entre amigos está asegurada. En esto da lo mismo haber quedado para una carrera popular, un día de pesca o una visita a Wembley a ver un partido histórico… os lo pasáis bomba y da para contar después durante años ¿alguien lo duda?
III.              Y ahora abordamos la situación en la que, por la razón que sea: porque nos apetece mucho, porque es la única forma de que nos dejen ir, o por cualquier otro motivo o sin él, el caso es que hemos decidido viajar allí en pareja. Pues en ese caso todo puede ir sobre ruedas (nunca mejor dicho), ya que se nos presentan diversas posibilidades. La más clara es si nuestra pareja (él o ella) es también ciclista. En ese caso, se lleva su propia bicicleta y hace lo mismo que nosotros. Si el estado de forma de cualquiera de los dos es bastante bajo, no pasa nada, varios de los eventos que componen la Challenge, en especial los más largos, ofrecen otra u otras alternativas de recorrido más cortas, así que cada cual puede realizar su “etapa” y vivir el resto de la experiencia juntos. En muchos otros, mientras los “deportistas” pedalean, para los acompañantes se organiza un concentración de época, con bicicletas y vestimenta “de paisano” (“de vestir”), que consiste en reunirse, exponer la bicicletas, posar para la prensa, relacionarse, dar un par de paseos por algún casco antiguo, tomar un blanco o una caña y aplaudir en la llegada a los “forzados de la ruta” cuando llegan. Una vez más, tras la etapa, todos juntos otra vez y buena ocasión para presentar y que te presenten a los nuevos conocidos que cada cual haya hecho. Por si fuera poco, en algunas de las citas más importantes existen actividades suplementarias de gran interés: desfiles, concursos de elegancia, comidas colectivas, e incluso una verbena (soirée) ambientada en los años 50. Vamos que nuestro acompañante, salvo que sea un cardo borriquero o una persona extremadamente insociable, no va a tener tiempo de aburrirse.
Y con esto queda desmontada (espero) otra clásica disculpa habitualmente esgrimida por nuestros conocidos para decir no a algún plan atractivo, aunque por alguna otra razón (mayormente pereza, o simplemente que no les gusta el plan y no te lo quieren decir tal cual) en realidad no se animen a ir. Así que lo dicho, sólo o acompañado me acordaré (nos acordaremos) de los que no vengáis mientras me río, pedaleo, sudo, degusto, me maravillo con los tramos más bellos, conozco gente, bailo, aprendo y vivo.

viernes, 11 de enero de 2013

2. ¿POR QUÉ CICLISMO CLÁSICO?

(Antes de responder, quiero agradecer la amplia respuesta de conocidos que os habéis manifestado dispestos a seguir el blog e incluso tomar parte en alguno o varios eventos de la Challenge. Desde aquí os animo igualmente a que aportéis comentarios a las entradas y a que le deís difusión - al blog o a la Challenge - entre aquellos de vuestros amigos que pudieran tener interés en ello).

“De manera que, resumiendo, la civilización nos enseña un descenso consciente y culto al pasado, con el objetivo de llevarlo de nuevo a la superficie en su autenticidad. Los bárbaros construyen con los escombros, y aguardan balsas flotantes con las que construirse la casa y decorarse el jardincito. Requiere tanto esfuerzo la primera solución, y es tan lúdica la segunda, que a los órganos de control de la civilización (escuela, ministerios, medios de comunicación) les cuesta mucho trabajo impedir a toda la colectividad deslizarse pendiente abajo hacia la barbarie”.
Alessandro Baricco (Los bárbaros).

Es una buena pregunta, mejor dicho, es ¡la pregunta! En unos tiempos actuales en los que la “carrera armamentística” de los aficionados al ciclismo (tanto de carretera como de montaña), lleva varios años disparada, renovando constantemente materiales, diseños, componentes, modas, estéticas, geometrías y demás; resulta que vengo aquí con manías de viejo apegado a un pasado rudo, oxidado y chirriante. Pues sí, cosas de la vida, a otros les da por los coches, las motos o los muebles antiguos. La verdad es que todo tiene cierto sentido, y hoy voy a tratar de explicarlo desde mi punto de vista:
a)      Para empezar, confieso que el ciclismo contemporáneo me divierte y me emociona mucho menos que el pasado, tanto el que viví de niño (gracias a la cuneta y al periódico – con aquellas crónicas tan literarias, dramáticas y elegantes), como de joven y universitario (con la telefonía móvil irrumpiendo y dando emocióna a tiempo real en el mundo radiofónico), y finalmente de adulto (gracias al salto cualitativo que dio la televisión sustituyendo las cámaras fijas por las de las motos y los helicópteros). Si a eso añado el hecho de que ahora mismo no soy capaz ni de enumerar a los ganadores de los últimos Tours de Francia, ya que aquellos se mueven y se cambian con el tiempo como consecuencia de las investigaciones antidopaje, resulta que no me es nada fácil mantenerme como aficionado, ni vincularme emocionalmente con el estado actual de un deporte que siempre me ha encantado. Lo del dopaje es algo terrible, y lo peor de todo es que forma parte de la cultura propia del ciclismo. Hay dopaje en muchos otros deportes, probablemente tanto como en el ciclismo. Pero para el ciclismo es parte de su sub-cultura, su iconografía, sus dramas, sus leyendas, su rendimiento, etc. Y eso hace que pese a que se busquen culpables constantemente en el seno del pelotón, éstos no se acaban nunca porque están por todas partes: entre los corredores, directores deportivos, gestores, responsables de organizaciones deportivas, agencias, médicos, laboratorios, periodistas… y lo peor de todo… ¡globeros! Si, demasiada gente se toma o “se mete” lo que no debe, para ganar al vecino, al colega o para intentar subirse al podio de una carrera de aventura, una marcha cicloturista o un evento popular multitudinario. Dopaje ha habido desde siempre, una lectura histórica a las crónicas de las primeras décadas ciclistas del siglo XX, ya habla de prácticas fraudulentas. Tanto en consumo de productos, como en trampas directas. Resulta hasta gracioso verlo ahora desde la perspectiva de la actualidad. Pero hoy en día las trampas me parecen más deliberadas por lo sofisticadas, más de laboratorio, e infinitamente más falsas, al estar magnificadas por los medios de comunicación. Salta la liebre de la trampa por todas partes, nadie se libra, en los principales eventos profesionales, y lo que es peor aún, en las pruebas no profesionales en las que se supone se reúnen ciudadanos corrientes y molientes. Total que con el tiempo, retrocedo, y me he vuelto más de queso manchego, fiambres ibéricos y porrón a la hora de reponer fuerzas, en vez de geles o barritas energéticas. De igual forma que he buscado eventos que ofrezcan ese tipo de avituallamientos y que no establezcan clasificación general, sino un reto por delante cuya única finalidad sea que yo mismo, y mi bicicleta (ambos considerablemente obsoletos y cascados) seamos capaces de terminar, por nuestros propios medios y sin trampas, cada una de las etapas que propone esta Challenge.
b)      Otro asunto que me cansa y aburre tremendamente es que por ejemplo ahora casi todas las bicis sean preferentemente blancas, y hace 10 años negras y construidas o simuladas en carbono. Que te resulte casi imposible ir a comprarte un manillar de corredor que no sea negro o blanco, acabado en acero quiero decir. Es una forma de expresarlo. A lo que me refiero es a que la presión y la obsesión por el crecimiento económico de las empresas, ha llegado también al de los fabricantes del material deportivo, y antes de dar tiempo a asentar las mejoras técnicas, los diseños y las novedades, ya los están cambiando de nuevo, para crear moda lo antes posible tratando de buscar consumo compulsivo. Hay una cosa evidente ya: no se mejora técnicamente a la velocidad que parece mostrar el mercado, es más, en algunos detalles no sólo no se mejora, sino que la prisa nos obliga a pasar por empeoramientos (los ejemplos los podemos discutir en persona que aquí no me caben). Y lo peor es que pretenden defenestrar diseños o materiales que resultan fantásticos aunque el tiempo pase por ellos. Por poner un ejemplo: una bicicleta de carretera Macario, en buen estado, con buenos componentes de los 80 y en un color elegante es una preciosidad, y seguro que funciona a las mil maravillas, y puede que te haga disfrutar mucho más que algo de gama media de la actualidad. Otro ejemplo: una Alan ex-profesional que tengo en el garaje, es más ligera que la Trek de carbono de gama media-alta que me compré unos 15 años después. La segunda tiene desarrollos más adecuados, cambios “sincro” en las manetas, pedales automáticos y me es mucho más útil y cómoda, pero con ambas disfruto mucho cuando las saco y puestos a rendir, os aseguro que no hay demasiada diferencia. Por eso tardo en cambiar de bicicleta más o menos 15 años. Pero es que además, a las bicicletas, al contrario que a las bombillas, impresoras y muchos otros bienes de consumo, no les ha llegado aún el mal de la obsolescencia programada, y si las cuidas y mantienes un poquito, resulta que duran toda la vida, y como con ellas (debo ser un enfermo emocional) cuánto más las he utilizado, más establezco cierto apego sentimental, me parece un crimen tirarlas, destruirlas, inutilizarlas… o venderlas, ya que para cuando ya habría decidido hacerlo, su precio sería irrisorio. Así pues, esta Challenge, se me antoja también una magnífica excusa para sacar a relucir algunas de esas viejas máquinas.
c)       Luego está el asunto de la ruta. No es casual que uno de los últimos gritos comerciales en ventas de bicicletas sea el de los modelos free-ride (¡Cuánto he suspirado por algún modelo así antaño!). Básicamente son buenas bicis de carretera, con geometría de carretera, pero cuadros un poco más robustos, potentes frenos tipo ciclo-cross, pasos de rueda generosos como para poder montar mayor variedad de neumáticos y por supuesto roscas para portabultos o guardabarros delante y detrás. Esto nace por dos razones: porque las de carretera actuales se han convertido en réplicas de alta competición (aunque la mayoría sigue haciendo medias de 28-30 km/h), prescindiendo de algunos de los detalles prácticos que he enumerado en las otras; y porque algunos preferimos los paisajes, los parajes solitarios y apartados, las ausencias de guarda-raíles y cunetas polvorientas llenas de restos de catadriópticos de coches, y mantenernos lejos del tráfico abundante, agresivo, peligroso, ruidoso y pestilente. Y para ello hoy en día buscamos rutas rurales, carreteras secundarias o descatalogadas, pasos de alta montaña, pistas semi-asfaltadas, rutas con baches, etc. Por encima de todo la belleza. Y casualmente, todas estas pruebas seleccionadas para componer la Challenge, apuestan por itinerarios bellos y apartados, en algunos casos incluso con tradicionales tramos de carreteras sin asfaltar, pero que en su día fueron escenario del paso de los corredores legendarios.
Podría seguir con argumentos y detalles, pero imagino que no hace falta, los convencidos ya lo estarán casi desde el principio del texto, o incluso desde que dieron con el blog, mientras que los no convencidos no lo estarán nunca, no entienden el ciclismo sin el carbono, ni los eventos sin el chip, me llamarán seguramente retrógrado o “friki” cuando precisamente soy capaz de hacer de los retos de chip parte de mi ocio, aunque de lo retro también ¿no sé quién de nosotros será entonces más cerrado de mentalidad? El caso es que este año he decidido volver a jugar a ser Coppi, Merckx, Perico, Ocaña, Bartalli, Anquetil… pero montando en bici, en vez de con las chapas o los escuálidos ciclistas de plástico que tenía de pequeño.