viernes, 1 de marzo de 2013

9. MIS BICICLETAS

“Decidí poner Specialized a mi empresa porque siempre he admirado a las empresas italianas en que trabajan realmente como artesanos, o ‘artigiani’ como ellos se llaman, totalmente centrados en su hermosa labor. Y en Italia dicen ‘Spe-ci-al-i-zed’, que significa estar metido hasta el fondo en algo. Pensé que era un nombre adecuado”.
 
M. Sinyard (en “Ciclismo de por vida” RM Wallak & B Katovsky)
 
Esta entrada va dedicada a las bicis que pretendo utilizar para completar mi particular Challenge Retro 2013. Tener, tengo algunas más en casa. Pero son de carretera, viaje, montaña, época… No creáis que soy un consumista en esto de las bicicletas. Más bien todo lo contrario, me duran años y años, y al final, cuando decido cambiar (la de carretera o la de montaña exclusivamente), lo hago porque ya hay algún adelanto tecnológico irreprochable: cambios “syncro”, horquilla delantera con suspensión o alguna cosa así. Y claro, al cambiar tan de cuando en cuando (cada 20 años aproximadamente) las bicicletas que “dejo” no son vendibles desde un punto de vista crematístico, y como me niego a dejarlas morir, pues las restauro, “tuneo” o transformo para algún otro uso menor (ciudad, viaje o época preferentemente). Pero lo dicho, hoy tan sólo me voy a entretener escribiendo sobre las que espero que tomen parte en la challenge.
Antes hay que aclarar que no es que haga falta más de una ¡nada de eso! Lo que pasa es que como tengo tres que cumplen con los requisitos solicitados, pues me apetece usarlas todas, en función de las circunstancias que rodeen mi participación en cada evento. Vamos pues a hacer las presentaciones:
A) Razesa (no recuerdo el modelo): “mi bici de toda la vida”. Se trata de mi primera (y hasta ahora anteúltima bicicleta de carretera). Me la compré cuando estudiaba en Madrid, en 2º o 3º de carrera, allá por año 1983 u 84. La compré en Otero (una de las tiendas de bicicletas más tradicionales de Madrid) en una operación de descuento especial que dicha empresa nos hizo a los estudiantes del INEF que en aquel momento participábamos en un Seminario de ciclismo dirigido por el carismático José Luís Algarra. Precisamente la estrené en dos etapas castellanas del Camino de Santiago, cuando éste estaba muy lejos de convertirse en el imán de multitudes que es actualmente. La bicicleta era azul celeste metalizado, 2 platos y 5 coronas, componentes Simplex y Weimann. Con ella empecé a rodar (con mochila ligera sobre los hombros) por los puertos de Cantabria, junto con mi hermano Guti, en rutas de tres días. Con ella hice igualmente (ya con alforjas) sendos viajes de un mes de duración, para recorrer todo el BENELUX (unos 2000 km) un verano; y todo Gales y parte de Inglaterra (otros 1200 km) al verano siguiente (saliendo de casa a pedales para coger el Ferry). Buenos tiempos aquellos, sin duda. La juventud permitía subir todo con el 42-23 pese a cargar con las alforjas sobre el trasportín trasero. Durante años fue mi bicicleta de entrenamiento, miles de kilómetros y muchos puertos de montaña. Pasó a ser pintada de negro, la doté de pedales automáticos y hasta de acople de triatlón en alguna época, hasta que en 1995 pudo descansar al ser sustituida por mi actual bicicleta de carretera. Recientemente, en 2011, la restauré. No la pinté ni nada (conserva sus heridas) pero si la limpié, renové el cableado, conseguí gomas de manetas de freno, un sillín de cuero, cinta de manillar, unos rastrales metálicos y pocos detalles más, hasta dejarla preparada y funcionando para participar con garantías en eventos retro. De hecho la “re-estrené” el año pasado en mi primera cita clásica, el GPCC 2012, donde se comportó perfectamente, incluyendo el tortuoso pedaleo por los caminos de sirga del Canal de Castilla. Al final he localizado un juego de seis coronas con un 28, no es que la bicicleta lo necesitara, pero yo sí, al menos si pretendo subir ciertos puertos de alguno de los recorridos propuestos en la challenge. Esta bici no es la que mejor me va posturalmente, pero tiene desarrollos “asumibles”, es robusta y de mecánica sencillísima. Y además, ¡va dotada de una carga emocional tremenda! Es la que pretendo utilizar en aquellos eventos con puertos duros, muchos tramos no asfaltados y en los que participe además en “categoría individual” (ahora lo explico).

B) Tandem Dawes “super galaxy”: un sueño romántico. Ya casado, en 1991 conseguimos por fin cumplir un anhelo largamente suspirado: la compra de un tándem Dawes de cicloturismo. Y ello fue gracias a que mi amigo Tonino vivía ese año en Edimburgo, y se ofreció a gestionar el encargo, la compra y lo que realmente supuso una heroicidad: el transporte por vía aérea y con escala en París hasta Biarritz, donde fuimos a recogerlos (a él y a la bici). Realmente no ha tenido demasiado uso, más bien se redujo a ocasiones muy especiales. Excursiones o rutas cortas, organizadas por nosotros mismos o algún que otro evento. Los hijos, la aparatosidad de la máquina, las dificultades de coordinación del tiempo libre, etc. siempre dificultaron sacarle verdadero partido. Era un ejemplar de un verde muy claro, equipado completamente al estilo cicloturista británico, con transportín, guardabarros, frenos cantiléver (y uno auxiliar trasero de tambor), neumáticos bastante gruesos, triple plato, etc. Además, por la época, palancas de cambio en el cuadro y cableado exterior. Al ocupar tanto sitio pasó muchos años de parón en un desván y en una cochera rústica, viéndose deteriorado por el óxido en algunas partes. Gracias a esta vena restauradora que me ha dado estos últimos años, en 2012 me puse manos a la obra, lo limpié, lo pinté (de un verde botella elegante), cambié cables, cintas de manillar y demás retoques hasta dejarlo funcionando plenamente. El año pasado lo utilizamos para una concentración de tándems (la mayoría modernos) en el Penedés, y volvimos a disfrutar a tope con él. La idea es poder usarlo en un par de citas nacionales, a las que probablemente acudamos en pareja.
C) Alan “Super Record”. Esta bicicleta fue un capricho. Gracias a la existencia del Grupo Deportivo Teka y su afincamiento en Santander, en Cantabria pudimos disfrutar durante muchos años de un equipo profesional de alto nivel, que además de participar temporada tras temporada en la Vuelta, Giro y Tour, fue ubicación del desempeño profesional de numerosos ciclistas locales, con algunos de los cuales, como es el caso de Enrique Aja y Alfonso Gutiérrez, guardo cierto grado de amistad. El caso es que metido en faena, en la búsqueda de piezas y complementos clásicos, pasé un día por la tienda-taller de Gonzalo Aja (mítico corredor, 5º clasificado en la general del Tour del 74 – tras una sospechosa embestida – ganador en la cumbre del Mont Ventoux y miembro del KAS de la época gloriosa) y me encontré con esta bici en bastante buen estado y a un precio asequible. No lo dudé, y pensando en que mi hermano tiene una igual y del mismo probable origen (ex – Teka) y que quizá podríamos algún día participar juntos en l’Eroica con sendas bicicletas en plan homenaje al Teka, me la compré. El proceso de puesta a punto fue sencillísimo: algo de cableado, gomas para las manetas, cinta de manillar y tubulares nuevos. Desconozco si el origen Teka es cierto o no, pero por la edad del modelo y el hecho de que las llantas sean de tubulares y no de cubiertas, estoy casi seguro de que lo es. Lo malo es que mi experiencia con tubulares es inexistente y no sé si me atreveré a llevarla a según qué recorridos. La bicicleta está en un estado estupendo, es muy ligera y me va fenomenal de talla y postura. En contra tiene nada más lo de los tubulares (que pretendo mantener para que sea 100% original y para homenajear el pasado de la época, en el que creo que todos corrían con tubulares) y unos desarrollo que se me hacen duros cuando hay desniveles importantes. En principio espero utilizarla en aquellos eventos internacionales en los que haya medias o largas distancias pero perfiles asequibles.
 
Eso con respecto a mis bicicletas. A medida que lo he ido escribiendo, he ido teniendo noticias de otras bicicletas que algunos amigos han ido recuperando, consiguiendo o reparando. Estoy deseando verlas a todas en acción. Por ahora sé de otra Alan, una Gitane, una Torrot, una Orbea, dos GAC, una Dawes, etc. ¡Esto se anima! Uno de los objetivos de la propia Challenge: promover un cierto movimiento de recuperación y sostenibilidad de bicicletas usadas, ya parece irse consiguiendo.

1 comentario:

  1. Hola,

    No tenía ni idea de que se planeaba hacer una marcha de bicis retro en Cantabria. estoy muy interesado en ese tipo de eventos para veteranos ciclistas como yo y que tenemos pasión por el material antiguo....me gustaría mucho estar informado. Entraré mas en este blog.
    un saludo

    pedro
    Bizkaia

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