"El bosque de Marly". Camille Pisarro 1871
(Colección Thyssen-Bornmisza)
En la nomenclatura tradicional de la teoría del
entrenamiento deportivo, cuando se estudia la periodización de la temporada
anual y la planificación de las cargas de entrenamiento, se acostumbra a
designar como Periodo de Transición al tiempo que transcurre desde que el
deportista deja de entrenar y sobre todo de competir, hasta que algunas semanas
después, pasadas unas merecidas vacaciones, regresa a su rutina de trabajo,
comenzándola de forma progresiva, retomando contenidos de tipo general y
“construyendo”, cuidadosa pero firmemente su nueva “forma” deportiva. En mi
caso adopto cierto paralelismo con esta forma de proceder y desde que me doy
vacaciones en la actividad del blog, hasta que regreso al mismo, dedico el
escaso tiempo libre disponible a menesteres que normalmente poco o nada tienen
que ver con él. De igual manera, abandono la “disciplina” (por llamarlo de
alguna manera) del “entrenamiento” deportivo, y la sustituyo por un ocio activo
mucho menos fatigante, nada ordenado y bastante más variado (aún).
Sin embargo, tal y como comenté en el balance del año
pasado, aquella temporada se vio caracterizada, entre otras cosas, por una
marcada actividad social que acabó generando muchos contactos y un buen acopio
de relaciones de amistad. Fruto de todo ello, la verdad es que durante este
periodo vacacional, el supuesto alejamiento del mundo ciclista, retro, etc. ha
brillado por su ausencia, pues han sido varias las actividades en las que me he
visto involucrado, marcadas por el hilo conductor de la bicicleta retro.
En realidad lo primero de todo ha sido cosa mía. No puedo
“culpar” a nadie más de ello. Por alguna chispa motivacional desconocida, el
caso es que el otoñó me sorprendió sumergido en la elaboración de un documental
sobre el ciclismo retro en Europa (y España). A pesar de que tan sólo he
realizado dos, crear un documental es una labor que me resulta apasionante y,
aunque absorbente, muy gratificante. Mi personal método de hacerlo exige pasar
por varios procesos creativos, técnicos, intelectuales y artísticos. Mascullo y
pre-visualizo ideas, escribo un guión, elaboro una narración, selecciono banda
sonora, mezclo el sonido, busco imágenes e información, filmo algo, entrevisto,
monto, etc. Cuando todo ello se lleva a cabo de forma individual acaba
convirtiéndose en un proceso exigente y pleno, pese a que uno se lo tome en un
nivel absolutamente amateur y casero. La labor me llevó bastantes semanas y
acabó dando a luz una película que casi alcanza la hora de duración y que
responde al título de “Retrovisión”. Y el trabajo final, desde el principio, me
ha reportado mucho retorno social y de entretenimiento. Para empezar lo pude
disfrutar en casa en compañía de parte de la familia. Después en el saloncito
de mi casita de montaña, acompañado por varios de mis amigos ciclistas retro
con quienes andaba allí, “concentrados” en el mes de noviembre. Precisamente de
aquella cita surgió la oportunidad de que, gracias a las gestiones de Manu, la
película se proyectara, nada más y nada menos, que en el auditorio de la feria
internacional de la bicicleta de Bilbao (BIBE). No trato de presumir, ni
muchísimo menos, creo que los pequeños éxitos cosechados se deben más a que los
espectadores que se sientan a verla son auténticos forofos del tema tratado, que
a la propia calidad del reportaje. Pero el caso es que unas cosas han ido
llevando a otras y semanas después la proyectamos en la Librería Gil de
Santander, rodeado de unas 60 personas, que incluían bastantes amigos y
conocidos. También de forma parcial en Güeñes (Vizcaya) con motivo de otra cita
que explicaré en seguida. Y al parecer, aún me quedan algunos compromisos a los
que acudir con la peli debajo del brazo. Si alguno tiene deseos de verla,
invitado está, puedo avisarle de dónde vaya a proyectarse. Y estoy abierto a
propuestas de exhibición de la misma. De distribuirla personal o
electrónicamente nada de nada, pues su estatus es privado, casero, familiar y
aficionado; ni comercial. ni público; no tengo derechos sobre algunos
materiales para encaramarme en escalones superiores.
Paralelamente a la creación del documental, aunque de forma
totalmente independiente, un cierto grupo de ciclistas asiduos en las citas
retro, que habíamos ido coincidiendo aquí y allá a lo largo del año anterior,
empezamos a cruzarnos correos y acabamos fundando una especie de logia o grupo
clandestino de amigos unidos por esa pasión compartida. Los correos dieron
lugar a un foro poli-temático y el mismo, a la constitución informal de una especie
de “ONB” (verdadera organización no gubernamental ni tampoco burocrática) que
funciona por meros impulsos, libre albedrío y sensatez caballeresca. Lo primera
actividad práctica del grupo no se hizo esperar, y así fue convocada una
“concentración” otoñal en Pesquera (Cantabria) a la que algunos asistimos un
sábado en horario vespertino (Javier, Roberto, Manu y José) y dos más
(Alejandro y Víctor) se sumaron el domingo por la mañana. Los primeros nos
dimos un buen homenaje de cervezas artesanales y variedad de picoteo para
cenar. Además disfrutamos de la primera proyección pública de “Retrovisión”.
Por la mañana, ya con el resto, y tras desayunar opíparamente (¡menudas tartas
caseras llegaron desde la Meseta!), salimos en nuestras antiguas bicicletas
para completar un hermoso recorrido circular que consistió en descender
suavemente por el valle del Besaya, superar un puertito amable para pasar al
del Saja y ascender largamente el hermosísimo puerto de Palombera. Los arroyos
venían generosos de agua y las cascadas estaban a la vista. Los bosques mostraban
amplio surtido de catálogo cromático en sus hojas (aunque que las fechas eran
tardías, el otoño ha venido este año con mucho retraso climático). Pese a las
previsiones en contra, el día respetó, fue soleado y hasta cálido casi en su
totalidad, a excepción de una corta tromba de agua que nos cayó pasados dos
tercios de la ascensión, que duró poco más de diez minutos y que nos permitió
secarnos pedaleando antes de la parada para comer. Pero para lluvia hermosa la
de las hojas amarillas cuando la brisa soplaba sobre nuestras cabezas durante
el ascenso. Coronado el puerto, un breve descenso hasta un restaurante de
comida y precio rurales. Finalizando la etapa con un corto llaneo y suave
descenso hasta casa. La reunión sirvió para sentar algunas bases concretas (escasas
y muy abiertas) del cometido y funcionamiento de nuestra presunta agrupación,
afilar un poco algunos proyectos venideros y, más que nada, reunirnos para
disfrutar mutuamente de nuestra compañía.
Apenas unas dos semanas después muchos nos volvimos a juntar
en el BIBE en Bilbao. También de fin de semana. Rodeados de bicicletas pero sin
actividad ciclista por parte de la mayoría. La película se volvió a proyectar,
nuestros amigos de Gijón (Carlos y Eduardo) difundieron su proyecto de “30 días
en bici” y Manú (y resto de colaboradores de La Biciteca) mantuvieron dinámico
su stand y presentaron la publicación de su reedición de “El Tour de
Bahamontes”, con la presencia de su autor Ángel Giner incluida. Además de todo
ello Víctor condujo con acierto una atractiva presentación del GPCC, con el
apoyo de varios de nuestros habituales de lo retro-deportivo (Javier y Roberto)
y de las concentraciones clásicas (Toni y Quintana). En definitiva, todo un
empacho de cultura ciclista en un escenario en el que el público pareció
responder mucho más que los expositores, representados más por tiendas que por
fabricantes o distribuidores. Entre lo más interesante, aparte de lo
mencionado, la asistencia de tres artesanos de construcción de bicicletas por
encargo, una dedicación que ojalá nunca hubiera desaparecido y que afortunadamente
ahora parece resurgir.
Bicicleta Legnano de 1928 (de Binda). Una de las joyas de una
colección expuesta en el BIBE 2014.
Presentación del GPCC en el BIBE, de izquierda a derecha: los
presentadores, Víctor, el concejal de cultura y deportes de Medima
de Rioseco, Javier y Roberto.
Otro momento de la presentación del GPCC, de izquierda a
derecha: Toni, Quintana, Roberto y Javier.
colección expuesta en el BIBE 2014.
Presentación del GPCC en el BIBE, de izquierda a derecha: los
presentadores, Víctor, el concejal de cultura y deportes de Medima
de Rioseco, Javier y Roberto.
Otro momento de la presentación del GPCC, de izquierda a
derecha: Toni, Quintana, Roberto y Javier.
Y de oca a oca, y tiro porque me toca… casi a mitad de
diciembre, algunos de nosotros nos volvimos a encontrar en Güeñes, convocados
por nuestro entrañable amigo Tomás Amezaga, para asistir a la presentación de
otra nueva cita retro oficial que vendrá a engrosar el calendario hispano: la “Retro
Bike Encartaciones”. Pese a que la previsión había sido terrorífica de lluvias,
cambió de vísperas gracias al viento asurado y gozamos de una mañana
completamente seca, que nos permitió conocer parte de lo que será el trazado. Puedo
adelantar que tiene algunos pasajes memorables por sinuosos tramos de
carriles-bici discurriendo entre arbolado caducifolio, un inquieto río, un canal y las ruinas de
algunas ferrerías. Allí conocimos a varios aficionados de la comarca de Tomás,
gente abierta y agradable, y además pudimos visitar su caserío, en el que un
creciente museo ciclista personal va tomando forma y empaque. Finalizamos la
jornada comiendo con gente de la zona, en un homenaje modesto y agradable a
Samuel Sánchez, hijo “adoptivo” de Tomás y de todo el pueblo.
Amigos de Tomás (Iñaki Gastón de verde).
Nuestro paso por Balmaseda.
Tomás dando explicaciones, Víctor y Javier en primer término.
Nuestro paso por Balmaseda.
Tomás dando explicaciones, Víctor y Javier en primer término.
Otro de los quehaceres “de gabinete” que me ha mantenido ocupado,
en lo que al ocio se refiere, ha sido la recopilación, maquetación y
disposición de los archivos de entradas del blog para acabar publicando el
libro “Rodando, rodando” que en el fondo es la versión impresa de todos los
contenidos digitales de la temporada 2015. Tras haber podido hablar con unos
cuantos lectores de mis andanzas en papel, me quedó claro que la versión en
libro de la segunda temporada debería ser publicada también, ya que son varios
quienes no disfrutan ni se animan a leer en pantalla y menos aún, las
parrafadas que acostumbro a redactar. El objetivo es cualquier cosa menos
comercial, esa es la razón de editar “a demanda”. Al final todo se queda en
unas pocas decenas de libros repartidos por ahí. Sin embargo merece la pena,
porque es la manera de llegar a algunos conocidos muy estimados por mí, y que
varios amigos conserven un recuerdo físico, flexible al tacto y ocasionalmente hojeado,
de algo que me llena tanto.
No sé si a causa de que el otoño haya mantenido viva la
llama de la actividad retro ciclista (de forma práctica pedaleando o
socio-cultural a base de proyecciones, lecturas o encuentros entre conocidos y
amigos), el caso es que a lo largo de mi periodo “vacacional” del blog, me he
encontrado con varias personas que me han pedido que les mantenga informados de
aquellas citas a las que piense acudir y para las que el desplazamiento no sea
demasiado descabellado. Me alegra confirmar que se despierta con energía el
interés de amigos y familiares recién llegados a este mundillo, o aún
pendientes de probarlo. Creo que además este fenómeno coincide con otro de
mayor magnitud por el que la afición al ciclismo retro se está convirtiendo en
un valor importante dentro de la práctica del ciclismo deportivo no
profesionalizado. Y por el ritmo de noticias que llevamos, parece que el 2015
será el año de la cristalización definitiva de esta tendencia en España.
Aparecen nuevas citas: Euskadi por fin se pone en marcha con la convocatoria de
las Encartaciones; el GPCC apuesta por la difusión y por una vocación de
internacionalización del evento; algunos practicantes muy devotos (como es el
caso de nuestra “cofradía”) estamos dando un paso más allá y ponemos en marcha
proyectos de “restauración” de carreras, viajes o hazañas velocipédicas
legendarias; a la vez que en lo referente a la modernidad, participamos de ella
pero reuniéndonos con nuestros enseres del siglo pasado (monturas e
indumentaria). No acaba todo ahí ni mucho menos, los esfuerzos colaborativos
van dando pasos y parece ser que va madurando la idea de la constitución de una
especie de “challenge”, copa, o como quiera que acabe denominándose (no competitiva)
que va a reunir a la práctica totalidad de las citas retro celebradas en la
Península. ¡Felicitaciones! La idea data de 2012, pero estas cuestiones no son
fáciles de implementar. Nosotros estaremos muy pendientes, y en la medida de
nuestras posibilidades, apoyaremos la iniciativa. Y como indicador definitivo,
el rumor se ha hecho realidad y para la próxima primavera l’Eroica ya está
aquí, desembarca en nuestro país. Parece que el éxito sucesivo vivido por los
organizadores de Italia, Japón y Gran Betraña, sigue animando a los promotores
originales a continuar con la extensión de su franquicia, y ésta continua
encontrando socios internacionales dispuestos a pagar por ella y hacerse cargo
de su puesta en marcha. Bienvenido sea, gracias a ello en 2015 disfrutaremos de
una Eroica cerca de casa. Nada más y nada menos que en plena Rioja, con
Cenicero como centro neurálgico. Independientemente del beneficio
ocioso-ciclista-deportivo que este evento pueda conceder a cada potencial
participante (entre los que me incluyo), sospecho que la celebración pueda
traer consigo un fuerte y significativo impulso para la “modalidad” en España.
Es de esperar que, si todo se desarrolla como en otras “Eroicas”, una
proporción enorme de los participantes se nutra de ciclistas extranjeros, lo
cual, además de suponer un revulsivo económico para la comarca, puede hacer que
los aficionados foráneos se acerquen y acaben conociendo otras pruebas de
nuestro calendario. Por otro lado, quizá numerosos ciclistas nacionales
aprovechen el acontecimiento para decidirse por fin a probar esta tendencia y
acaben enganchándose a la misma ya, haciendo crecer el pelotón activo de
nuestro ciclismo retro. El tiempo nos dirá si tales previsiones son acertadas o
completamente erradas. No es algo que en realidad me preocupe, reflexiono sobre
ello porque me encuentro metido a fondo en el movimiento, pero cuando espero avances
de crecimiento y desarrollo lo hago más pensando en algunos conocidos y amigos
que, con esfuerzo y afición, se han metido en aventuras emprendedoras que están
dando un servicio a los apasionados del ciclismo retro, quienes sin arriesgar
nada, disfrutamos de su trabajo. Organizadores de eventos, restauradores de
bicicletas, editores de textos clásicos, etc. Gracias a ellos todo esto es
posible y mucho más rico y atractivo. Así que espero que toda esta revolución
pueda darles también a ellos, éxitos indirectos.
Si el despegue del ciclismo retro definitivamente se da este
año, puede que también acabe trayendo consigo algunos daños colaterales. Por
ejemplo una irracional subida de precios en el material de segunda mano,
causado principalmente por el aumento de la demanda y por el acercamiento al
este mundo de compradores compulsivos y fetichistas, que puedan fundamentar más
sus adquisiciones en los conceptos de “marca”, “kit completo” y/o “dámelo
hecho”, que en los de “apego”, “búsqueda paciente e informada” y/o “afición
restauradora o artesana”. Seguramente la suframos, aunque es de suponer que de
producirse, con el tiempo acabe amainando y se acabe auto-regulando de forma
racional. La otra posible pega es una masificación excesiva de la práctica,
aunque creo que esto no llegaría nunca a alcanzar las cotas del ciclismo
convencional o el BTT, porque en el fondo, a la mayoría de los usuarios de
cualquier cosa, les disgusta utilizar de continuo objetos que consideran
atrasados, viejos o antiguos. Una cosa es una participación puntual masiva y
prestigiosa, y otra bien diferente dar un paso atrás en el tiempo y quedarse
anclado en la historia… (de esos, somos en realidad muy pocos…
afortunadamente). Respecto al afán competitivo, al mal rollo, al dopaje amateur
(que tanto infecta nuestro deporte actualmente), etc. Espero no equivocarme al
pensar que difícilmente encontrarán hueco en nuestra modalidad. No tiene sentido
pretender restregarle a nadie que le has “ganado” en un puerto, cuando los
desarrollos, peso, prestaciones o edad de las bicicletas pueden estar cubriendo
una horquilla de diferencias de metros, algunos kilos, útiles mecanismos o varias
décadas, respectivamente.
Aunque pueda parecer lo contrario, la verdad es que durante
mi “transición” apenas he montado en bicicleta. La he abandonado casi
completamente. Salvo las dos quedadas con mis amigos y algún recado
interurbano, no he practicado nada. Mi “entrenamiento” no ha sido considerado
como tal, tan sólo ha consistido en el mantenimiento de cierta actividad no
pautada y muy reducida en cuanto a la duración de cada sesión. He aprovechado
para retomar disciplinas apenas disfrutadas durante el pasado verano: algo de
carrera, remo “indoor” cuando hacía muy malo, paseos de montaña, piragüismo e
incluso ya, una salida de esquí de montaña. Siempre sin intensidad, más en
formato de paseo agradable que de rudo trabajo físico. Entre todo ello he
vuelto a encontrar tiempo para mis primeras patinadas. Hablaré de algunas de
ellas dentro de poco. Por el momento tan sólo quiero añadir que varias de estas
modalidades las he cogido con ganas y pretendo mantenerlas y compaginarlas con
el ciclismo. El patinaje me dio enormes satisfacciones el año pasado, por lo
que espero no abandonarlo este año, así que de nuevo escribiré sobre ello, así
como sobre alguna que otra modalidad más. Todo a su tiempo, quizás la próxima
semana me dedique a un ejercicio de previsión de lo que pudiera ser la
temporada 2015.
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