La urraca (Claude Monet). Museo d'Orsay
Ya estoy de vuelta. Ya lo estuve
la semana pasada retomando mis escritos y mi actividad deportiva multifacética
con la entrada del nuevo año. Lo que ocurre es que comencé la temporada
escribiendo más sobre lo ocurrido durante mi periodo de “hibernación” y
descanso que adelantando pistas sobre la evolución que mi actividad “randoneur”
pueda experimentar a lo largo del 2015. Creo que no conviene demorarlo más, así
que aquí estoy preparado para realizar un ejercicio de arriesgada previsión de algunos
atributos y detalles que probablemente marquen un nuevo año de actividades,
propuestas, dedicación deportiva y… los lectores más asiduos ya lo sabéis de
sobra: reflexiones, viajes, cultura, placeres e historia deportiva. Tal como
acabo de afirmar, la tarea es arriesgada, ya que pudiera darse el caso de que
parte de lo que ahora afirme, varíe o de desdiga posteriormente a lo largo del
paso de las semanas. Los deberes laborales, las responsabilidades familiares,
las fluctuaciones económicas, mi propio estado de forma y/o psicológico, los
calendarios, etc. aportan un gran cúmulo de variables que en mayor o menor
medida, siempre acaban afectando a los propósitos iniciales. Sin embargo, la
experiencia de los dos años anteriores me ha enseñado que las probabilidades de
que lo que inicialmente planteo como líneas maestras del carácter de la
temporada se cumpla, son francamente altas, así que sin más preámbulos paso a
exponerlas.
Estreno denominación de la temporada. La que
fuera “Challenge Retro 2013”, y pasara a ser “Rodador 2014”, para este año que
acabamos de estrenar se convierte en “Nómada 2015”. El cambio de denominación
se hace necesario porque la esencia de mi actividad va a experimentar algunos
cambios importantes. No completos, pero si significativos. Eso es algo que ya
ocurriera entre las dos temporadas anteriores, y volverá a suceder en esta. La
elección del vocablo nómada viene a reforzar la idea de que el viaje supera, como
objetivo para este año, al mero interés por los eventos. Me explico, no quiere
decir que vaya a viajar más que antes (es más, lo veo difícil por varias
razones de índole personal que no es cuestión de explicar aquí), lo que pasa es
que las actividades a realizar (eventos incluidos, aunque no exclusivamente)
van a pretender, en muchos casos, la realización itinerarios, objetivos
conceptuales y experiencias lo más cercanos posibles a la idea del viaje
itinerante como proceso vivencial preferente. Personalmente nunca fui un
deportista de eventos. Todo lo contrario, más bien un espíritu libre, dedicado
a la práctica deportiva por placer, caracterizada generalmente por la ausencia
de posibilidad alguna de concretar la misma en algún resultado cuantificable.
La mayoría de las veces desempeñada en parajes naturales, y en muchas ocasiones
sometiéndose a un diseño viajero en el que la propia actividad deportiva se
convertía en medio de locomoción y avance entre el origen y el destino de la
aventura, fuera ésta de una jornada, varias o incluso semanas. Esta vocación
esencial de mi persona, se vio necesariamente aletargada o minimizada durante
algunos periodos de mi vida, por causas coherentes y relacionadas con las
diferentes fases de responsabilidad social y adulta por las que la mayoría
pasamos. Pero nunca se vio abandonada del todo, y tras estos meses en los que
mi práctica deportiva se ha apoyado de modo tan marcado en la participación en
eventos oficiales, me he dado cuenta de que mi espíritu protesta un poco y me
pide re-equilibrar la balanza y dar algo más de protagonismo a mi naturaleza.
Así pues, espero que a lo largo del año, pueda acometer algunos viajes
deportivos itinerantes y la elección de los eventos en los que tome parte
incluyan cierto componente viajero.
Esto seguramente reducirá la
cantidad de pruebas en las que participe. Algunos de mis actuales amigos
ciclistas quizás se sorprendan al leerlo aquí. Pero que no se preocupen, porque
hay unas cuantas citas a las que no faltaré. Lo que ocurre es que intentar
continuar con un objetivo de asistencia a la gran mayoría de encuentros oficiales
del ciclismo retro, se ha convertido en una misión imposible para cualquiera
que no esté completamente liberado del trabajo y disponga de una holgada cuenta
corriente. No es una queja, todo lo contrario, es una excelente noticia, ya que
la causa no es otra que la constante aparición de nuevas convocatorias por todo
el territorio nacional y europeo. En un borrador de eventos retro que he
confeccionado en una de mis hojas de cálculo me salen aproximadamente 30 citas
de ciclismo retro (sin contar con las innumerables concentraciones de clásicas
denominadas Tweed Runs, o Rides). Si además les sumamos las 16 que componen el
Giro de Italia d’Epoca… nos plantamos en más de 45, así que ya me contarán… Acudir
al mayor número posible de ellas tuvo su sentido durante los dos años
anteriores, en los que asumí cierta responsabilidad de relator, “supporter” y
hasta reportero. Pero ahora aquello se ha convertido en una quimera, la cual
además me parece ya innecesaria para la supervivencia y crecimiento del
fenómeno, que a estas alturas se muestra consolidado.
Esto no supone, ni muchísimo
menos, un abandono de la práctica retro. Lo que sucede es que quiero aprovechar
para seleccionar mi presencia en eventos ciclistas retro que reúnan varias o
alguna de las siguientes características: que bien sean nuevos para mí o
propongan recorridos novedosos; que me permitan enriquecer el viaje con algún
atractivo complementario interesante (tal fue el caso de la subida de algunos
puertos míticos en los Pirineos el año pasado); que incluyan un “peso”
deportivo significativo para mí (cierto nivel de exigencia o kilometraje); y
que no me resulte excesivamente caro en tiempo o gastos el desplazamiento hasta
allí. La reducción creo que acabará siendo importante, y sin embargo paliada de
sobra por la irrupción de una costumbre que parece ir arraigando poco a poco
entre mi círculo de amigos “ciclistas-retro” más cercano. Me refiero a la
celebración de quedadas temáticas (en las que reunidos con nuestro material
clásico, celebramos la realización de algún itinerario de especial
significancia ciclista o rememoramos una legendaria carrera muy antigua, o
incluso alguna hazaña ciclista pionera) o a la participación “retro” en eventos
que no lo son (una especie de activismo “vintage” de lo más divertido y
provocador).
Haciendo un recuento realista me
salen seis eventos retro nacionales a los que espero acudir, dos extranjeros y
tres “reuniones de las nuestras”. A su debido tiempo iré concretando y avisando
de a cuales me estoy refiriendo. De todas formas, la bicicleta no se va a
reducir a eso, ya que en su versión “no necesariamente clásica”, será también
protagonista de alguna ruta memorable o algún viaje. De hecho, además de una
nueva (y diferente edición) del “Paso de la vaca…”, ya tengo una invitación firme
para una cita nómada que me apetece mucho. Así pues, mi Dawes tendrá que
empezar a calentar.
Con respecto a los patines diré
que el año pasado llegaron para quedarse, y que no sólo no voy a prescindir de
ellos este año, sino que incluso me gustaría que tomaran un poco más de
protagonismo. Aquí las posibilidades son también excesivas: ¡16 convocatorias
en Francia!, un par de ellas de cierto interés para mí en España, y algunas más
en Holanda y Alemania. En realidad todo se ve luego reducido por coincidencias
de calendario y lejanía, pero espero poder acudir algo de ello. Lo que no
incluyo en esta cuenta es aquellos eventos en los que ya tomé parte el año
anterior, porque en el caso del patinaje, si que no pienso repetir ninguna
cita. Habiendo tantas posibilidades, prefiero descubrir nuevos lugares. Una de
las consecuencias más positivas que extraje del patinaje del 2014 fue la mejora
técnica y dominio logrados a costa del kilometraje. Si a ello le unimos la
comprobación de que la velocidad media de desplazamiento ronda los 20 km/h y de
que la autonomía de resistencia alcanza, con entrenamiento, las 6 horas sin que
ello resulte descabellado, los patines se han convertido en una modalidad de
gran interés para mí, pues me proporciona más variedad de entrenamiento y un
medio muy atractivo de viaje y ejercicio deportivo en sí mismo. Y a todo ello
puedo añadir que, si bien resulta menos sencillo dar con compañía para asistir
a los planes, cuando la hay, esta suele abrir un poco más el abanico habitual
de amigos, pues tengo algunos que no se deciden a venir a los retos ciclistas
pero ponen mucho más de su parte cuando se trata de patinar.
Y como el año pasado salió la
cosa tan bien y tan enriquecida con la incorporación de los patines, este año
incluyo una modalidad más: el piragüismo. Lo tenía decidido desde casi el
comienzo de 2014, lo que pasa es que ya me había organizado toda la dinámica de
funcionamiento y me limité a salir a palear de forma muy esporádica y sin
objetivos, pero este año va en serio. Me encanta remar en kayak. Lo hago desde
hace muchos años. Este tipo de embarcaciones maridan estupendamente con un
estilo nómada y aventurero de viajar, así como con la práctica deportiva
aeróbica de larga duración, que es a la que he acabado dedicándome en mi
madurez, desde hace ya algunas décadas. Por si fuera poco esto me va a ayudar a
compensar un poco tanto trabajo de tren inferior (bicicleta y patines), con
sesiones de tronco y brazos. No sé si tomaré parte en algún evento organizado o
no (dependerá de las fechas y de que me ponga en contacto con algún club
cercano a mi domicilio), pero otros dos son los objetivos fundamentales que
trataré de cumplir: conseguir que las sesiones y jornadas de piragüismo formen
parte desde ya de mi entrenamiento anual; y acometer algún viaje nómada en
kayak esta misma temporada. Con eso me basta, con eso y con dar cancha a la
“cultura del kayak” dentro de mis entradas semanales. Esto aparentemente podría
significar perder lectores forofos en exclusiva del ciclismo, pero el mismo
riesgo corrí hace un año al introducir lo de los patines, y el resultado fue
que las cifras de visitas siguieron incrementándose con moderada regularidad.
En cualquier caso, una de las bondades de publicar por puro placer es que se
disfruta de libertad total, de verdadera independencia y no ha de rendir uno
cuentas a la audiencia.
Como siempre completaré mi
actividad física con todo aquello que surja y me resulte apetecible. También
con las actividades habituales que suelo compaginar un poco durante casi todo
el año: caminar por la montaña, correr, o algo de remo “indoor” cuando la cosa
se pone demasiado fea al aire libre. Pero por encima de todo procuraré que una
modalidad tenga preferencia sobre todas las demás (incluidas las tres que a
partir de este año motivan los textos: ciclismo, patinaje y piragüismo) durante
la estación invernal: el esquí, en especial el de montaña o travesía. No habrá
retos aquí, tampoco planes de viaje fuera, pero si las condiciones invitan a
ello, buenas jornadas por la geografía local, subiendo y bajando montañas,
dibujando itinerarios imaginativos y compartiendo tan magnífico placer con
buenos amigos, que para este menester nunca faltan. De todas formas este
propósito no ha de extrañar a quien me venga leyendo desde hace tiempo, pues en
varias ocasiones se ha deslizado por estas líneas (nunca mejor dicho), la
temática “blanca”. La acción de hecho ya ha comenzado, he cerrado el año
anterior con un par de salidas con coronación de sendas cumbres.
Panorámica al norte desde la cumbre del Iján: a la derecha la
sierra de Peña Sagra y al fondo a la izquierda los Picos de Europa
(despidiendo 2014).
Y luego toca el descenso. Yo de azul, Marcos de naranja y al
fondo Juan (Foto: Quino)
Jesús (amigo ciclista, patinador, piragüista y esquiador) me envía
esta imagen desde Oregón... nosotros no somos tan integristas,
pero a partir de febrero vulevo a contar con él para mis actividades.
sierra de Peña Sagra y al fondo a la izquierda los Picos de Europa
(despidiendo 2014).
Y luego toca el descenso. Yo de azul, Marcos de naranja y al
fondo Juan (Foto: Quino)
Jesús (amigo ciclista, patinador, piragüista y esquiador) me envía
esta imagen desde Oregón... nosotros no somos tan integristas,
pero a partir de febrero vulevo a contar con él para mis actividades.
A estas alturas de lectura, los
más detallistas y observadores de todos ya se habrán percatado de que este año
habrá otra novedad. No me refiero a ningún añadido, sino a un cambio. A lo
largo de dos años me ha dado siempre por encabezar cada entrada semanal con una
pieza artística. El primer año fueron citas literarias, cada una de ellas
relacionada con el contenido del capítulo en mayor o menor medida. En el
segundo cambié el tercio y pasé de un campo artístico a otro, sustituyendo la
literatura por la música. Cada semana incrustaba un enlace al archivo sonoro de
alguna pieza musical que igualmente, siempre desde una reflexión absolutamente
personal, relacionaba con lo narrado. Así voy a seguir, pero saltando de nuevo
desde un ámbito artístico a otro, para aterrizar a lo largo de 2015 en el de la
pintura, el cual siempre me ha apasionado tanto como los dos anteriores. Pintar
no he pintado nunca. Es una de esas tareas que uno siempre pospone para cuando
sea mayor, y se ve que aún no me lo parezco lo suficiente. Dibujar sí, me he
pasado toda mi vida de estudiante dibujando. En los márgenes y huecos de mis
libros de texto y en los apuntes. Era un alumno muy atento a las explicaciones
y llegué a especializarme en hacer ambas cosas a la vez: atender y dibujar. Con
el paso a la vida laboral cesó mi dedicación al dibujo, aunque muy
esporádicamente, por necesidad o por casualidad, me encuentro dibujando de
nuevo, y algo de habilidad queda, pues acabo solucionando aquello para lo que
saco el papel, el lápiz o los “rotrings”. Pero la pintura me gusta por sí
misma, no como consecuencia de mis garabatos. De universitario era un asiduo de
los museos y exposiciones, y lo sigo siendo en mis viajes, el blog ha sido
prueba de ello en más de una ocasión. De todas maneras sospecho que tratar de
indagar la posible relación que yo mismo vaya encontrando entre los cuadros que
escoja y mis textos, será una tarea difícil para mis lectores. Para empezar no
creo que encuentre muchas obras que explícitamente traten la temática del
deporte, del ciclismo, etc. Y es que además la pintura ofrece un amplísimo
abanico de estilos, algunos de los cuales pese a su belleza o interés, se
caracterizan por una total falta de pistas sobre su propio significado.
Respecto al asunto de las explicaciones, no ofrezco cambios, seguiré como hasta
ahora, sin dedicar ni una sola palabra a darlas. Pero dará igual, espero que la
belleza de los cuadros elegidos compense a los lectores tanto como a mí.
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